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Rajoy, el incombustible
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Federico Quevedo

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Rajoy, el incombustible

Mariano Rajoy está en forma. Lo demuestra a diario subiendo a buen ritmo la ruta de la piedra y el agua que condunce hasta el monasterio de Armenteira

Foto: Mariano Rajoy en Ribadumia. (Efe)
Mariano Rajoy en Ribadumia. (Efe)

Mariano Rajoy está en forma. Lo demuestra todos los días a primera hora de la mañana subiendo a buen ritmo la ruta de la piedra y el agua que conduce hasta el monasterio de Armenteira, en la comarca del Salnés, provincia de Pontevedra. El día que hace la ruta más larga suma 14 kilometros andando deprisa, casi corriendo. La subida no es nada fácil... Es más, en su último tramo se vuelve escarpada y el ascenso se hace difícil si además se llevan ya unos cuantos kilómetros a la espalda, pero ni siquiera ahí desfallece el presidente, que mantiene la intensidad del ejercicio hasta el último momento. Al final, un desayuno en la cafetería que está al lado del monasterio, una buena charla y la vuelta en coche porque por esos caminos hacia abajo corre uno el riesgo de lesionarse alguna articulación.

Que está en buena forma se vio el jueves por la mañana en Monte Lobeira. No era un sitio complicado ni nadie iba allí a hacer deporte, pero Mariano Rajoy subió la escalinata que conduce a lo alto del mirador gallego a buen paso, tan buen paso que llegó arriba fresco como una lechuga mientras el resto de sus acompañantes le seguían unos metros atrás con la lengua fuera. Visita al lugar donde antaño se levantaba un castillo medieval, casi inexpugnable, desde el que se divisaba toda la comarca y se alertaba de las posibles invasiones de piratas y vikingos que pretendían entrar por la Ría de Arousa hasta Santiago de Compostela.

Después del acto público en uno de los lugares emblemáticos de la zona, comida con alcaldes gallegos, presidentes de diputación y presidente de la Xunta, en lo que ya se ha convertido en un anticipo del gran acto con el que Rajoy suele inaugurar la temporada, también en Galicia, al final del mes de agosto, en el Mosteiro de Soutomaior. Y mientras en su partido crecen las incertidumbres, se acumulan los desasosiegos, explotan las diferencias y se tensan las relaciones, Rajoy aparece ante los suyos inasequible al desaliento, seguro de sí mismo, convencido de que su hoja de ruta es la correcta y de que está siguiendo el rumbo preciso y oportuno para volver a dar a su partido una mayoría absoluta en 2015.

Tan seguro está que no se plantea hacer cambios o, si los tiene que hacer, serán los mínimos imprescindibles. Ya lo demostró cuando Cañete salió de Consejo de Ministros para encabezar la lista europea y lo sustituyó por su 'segunda' en el Ministerio. Ahora no entra en sus planes cambiar a nadie más del equipo salvo que uno de estos días, entre copa de albariño y ración de mejillones de la ría convenza a Ángela Merkel de que Luis de Guindos es el mejor para presidir el eurogrupo. Si lo consigue, los cambios en el Gobierno se limitarán al ministro de Economía y Montoro tiene bastantes cartas a su favor para asumir ambas carteras.

Y si no lo consigue, todo seguirá como hasta ahora. ¿Acierta? ¿Se equivoca? Hasta hoy, Rajoy ha sabido manejar sus tiempos con acierto, pero eso no significa que sea infalible. Yo no juzgo si acierta y yerra, cuento lo que veo y lo que oigo. Y lo que veo es a un presidente muy, pero que muy seguro de si mismo, y lo que oigo es que él tiene muy claro hacia donde quiere ir y como. Y en definitiva eso es lo que cuenta.

Mariano Rajoy está en forma. Lo demuestra todos los días a primera hora de la mañana subiendo a buen ritmo la ruta de la piedra y el agua que conduce hasta el monasterio de Armenteira, en la comarca del Salnés, provincia de Pontevedra. El día que hace la ruta más larga suma 14 kilometros andando deprisa, casi corriendo. La subida no es nada fácil... Es más, en su último tramo se vuelve escarpada y el ascenso se hace difícil si además se llevan ya unos cuantos kilómetros a la espalda, pero ni siquiera ahí desfallece el presidente, que mantiene la intensidad del ejercicio hasta el último momento. Al final, un desayuno en la cafetería que está al lado del monasterio, una buena charla y la vuelta en coche porque por esos caminos hacia abajo corre uno el riesgo de lesionarse alguna articulación.

Que está en buena forma se vio el jueves por la mañana en Monte Lobeira. No era un sitio complicado ni nadie iba allí a hacer deporte, pero Mariano Rajoy subió la escalinata que conduce a lo alto del mirador gallego a buen paso, tan buen paso que llegó arriba fresco como una lechuga mientras el resto de sus acompañantes le seguían unos metros atrás con la lengua fuera. Visita al lugar donde antaño se levantaba un castillo medieval, casi inexpugnable, desde el que se divisaba toda la comarca y se alertaba de las posibles invasiones de piratas y vikingos que pretendían entrar por la Ría de Arousa hasta Santiago de Compostela.

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