Es noticia
Lo que va del 11-M al 8-E
  1. España
  2. Dos Palabras
Federico Quevedo

Dos Palabras

Por

Lo que va del 11-M al 8-E

Han tenido que pasar casi 11 años –se dice pronto- para que el PP y el PSOE se hayan puesto de acuerdo en pactar una ley

Foto: Varias personas encienden velas junto a una nota en la que se lee "Yo soy Charlie" como muestra de condena al ataque. (EFE)
Varias personas encienden velas junto a una nota en la que se lee "Yo soy Charlie" como muestra de condena al ataque. (EFE)

Han tenido que pasar casi 11 años –se dice pronto– para que el PP y el PSOE se hayan puesto de acuerdo en pactar una ley antiterrorista específica para luchar contra la amenaza yihadista. Y ha tenido que ser un atentado en París a la revista Charlie Hebdo con 12 muertos –y otros cuatro en una tienda judía–, y no las bombas en los trenes de Atocha con 191 muertos, lo que ha llevado a ambos partidos a darse cuenta de que realmente nos enfrentamos a una seria amenaza y que occidente –y nosotros como parte del mismo– está en guerra contra el yihadismo.

Y me van a perdonar, pero no deja de ser sintomático de lo profundamente estúpida y lo absolutamente partidista que es nuestra clase política el hecho de que entonces no solo fueran incapaces de poner el interés general por encima de sus intereses particulares, sino que además se han pasado años tirándose los trastos a la cabeza por culpa de aquellos atentados. Y debo añadir que a ese clima de estúpido partidismo contribuimos con mucho entusiasmo periodistas y medios de comunicación.

Es más, todavía hoy sigue habiendo necios que pretenden volver a hacer de aquello una causa política… La semana pasada, en las horas siguientes a los atentados de París, en el programa Las Mañanas de Cuatro les dio por recordar la guerra de Irak como si aquello fuera el origen de todos nuestros males y la culpa de lo que pasó en la capital francesa la tuviera Aznar. Curioso, teniendo en cuenta que Francia entonces se opuso a aquella guerra y ni un solo soldado galo pisó suelo iraquí. Pero, como digo, necios hay en todas partes para desgracia de un país que necesita como el comer que entre unos y otros empecemos a aportar algo de responsabilidad y sentido común.

Lo cierto es que, aunque tarde, nos hemos dado cuenta de que de verdad estamos en una guerra contra un enemigo poderoso por su capacidad de convicción, por su habilidad para sembrar el terror sin necesidad de infraestructura y por su inconmensurable e ilimitada maldad. Esta guerra ni siquiera empezó el 11-M en los trenes de Atocha, empezó tres años atrás, un 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York, e incluso si me apuran viene librándose desde hace mucho más tiempo en otros suelos, aunque fue ese 11-S cuando el terror se nos presentó en nuestra casa con toda la magnitud de su barbarie.

El problema fue que entonces equivocamos la respuesta. Déjenlo ahí, no es el momento de volver sobre aquello, aunque en lo único en lo que acertaron los líderes políticos de entonces fue en comprender que nos encontrábamos ante una amenaza muy superior a lo que podíamos imaginar. En octubre de 2004 el político y diplomático Gustavo de Arístegui –que de todo esto sabe bastante más que la media– publicó un libro titulado El islamismo contra el islam, de muy recomendable lectura, porque ya entonces alertaba sobre el riesgo yihadista y ponía negro sobre blanco los métodos de captación que los terroristas estaban utilizando para engrosar sus filas entre nuestros propios conciudadanos. No se le hizo caso entonces, y diez años después asistimos a la evidencia de que el terrorismo islamista –que es un terrorismo de profunda raíz religiosa, y negar este hecho es la primera derrota ante ellos– está aquí dentro, nos puede matar en cualquier momento, y durante todo este tiempo hemos hecho nada o casi nada por evitarlo.

Ayer me sorprendía la afirmación del presidente del Gobierno cuando aseguró que a partir de ahora, en base a ese acuerdo que preparan PP y PSOE, será delito incorporarse a las filas de Al Qaeda o el Estado Islámico en cualquiera de los países en los que libran sus batallas. ¡Ah! Pero ¿es que no lo era? ¿Cómo es posible? ¿Qué hemos estado haciendo durante todo este tiempo? ¿Por qué no se ha hecho caso a quienes alertaban de que el terrorismo islamista estaba captando adeptos aquí mismo? ¿Por qué no se han vigilado antes las redes sociales, en las que estos fanáticos se mueven como pez en el agua buscando futuros yihadistas? ¿A qué se han dedicado nuestros políticos durante casi once años, además de a tirarse los trastos y pisotear el interés general? Ahora llega el acuerdo… Bienvenido sea, pero ojalá no llegue demasiado tarde.

Han tenido que pasar casi 11 años –se dice pronto– para que el PP y el PSOE se hayan puesto de acuerdo en pactar una ley antiterrorista específica para luchar contra la amenaza yihadista. Y ha tenido que ser un atentado en París a la revista Charlie Hebdo con 12 muertos –y otros cuatro en una tienda judía–, y no las bombas en los trenes de Atocha con 191 muertos, lo que ha llevado a ambos partidos a darse cuenta de que realmente nos enfrentamos a una seria amenaza y que occidente –y nosotros como parte del mismo– está en guerra contra el yihadismo.

Al Qaeda