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Federico Quevedo

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¿Dónde está el PP?

Rajoy no sabe tocar la tecla emotiva. Aun así, el Partido Popular está con Rajoy, al menos hasta las elecciones generales de noviembre

Foto: Mariano Rajoy (Reuters)
Mariano Rajoy (Reuters)

La pregunta, lanzada a modo de dardo envenenado por el presidente de honor del PP, en la apertura de la Convención de este partido el viernes por la tarde, ha flotado en el ambiente de la misma durante todo el fin de semana a la espera de que le diera cumplida respuesta el líder de los populares, Mariano Rajoy. A Aznar se le invitó a la Convención para que agitara a las huestes, y lo que consiguió fue cabrear al personal más o menos próximo a la actual Dirección del PP. Su soberbia es infinita y respira por las heridas abiertas en el Congreso de Valencia de 2008. Si entonces le negó el saludo a Rajoy, el viernes simplemente le negó la existencia.

Aznar es a Rajoy lo que Zapatero a Pedro Sánchez, solo que Rajoy tiene mucho más armadas a sus huestes y mejor defendida su fortaleza. No hubo un solo miembro del Gobierno o de la Ejecutiva que no cerrara filas con Rajoy a partir de ese momento, e incluso alguien tan poco sospechosa de marianismo como es Esperanza Aguirre afirmaba ese mismo viernes por la tarde que “al discurso de Aznar le ha faltado dedicarle alguna palabra de cariño a Rajoy, un aquí estoy yo para lo que quieras, presidente… Nada…”. Y mucho menos reconocerle al Gobierno algún éxito, por pequeño que fuera.

Me encontré con Luis de Guindos el viernes, que volvía de Davos: “Allí nos han reconocido lo que hemos hecho”, me dijo… “Menos mal –le contesté–, porque si fuera por Aznar no habéis hecho nada en tres años…”. De Guindos contrarió el gesto… “Bueno, lo importante es dónde estamos y de dónde venimos…”. La Convención ha servido, sin duda, para animar a unas bases deprimidas por el impacto de la crisis, la corrupción y la omnipresencia de Podemos. Los organizadores contrataron hasta una experta en eso tan de moda llamado coaching que vino a decirles a los políticos que tienen que ser como el anuncio de aquella colonia: mejor cuanto más cerca.

Del ciudadano, se entiende. De ahí que el domingo antes de subir a la tribuna para hablar se proyectara un vídeo en el que Rajoy aparece llamando a la puerta de un ciudadano cualquiera y así, con su flema gallega y su pose de pasaba por aquí, le daba las gracias por los esfuerzos y los sacrificios realizados para sacar a España de la crisis. Todo en la Convención iba dirigido a provocar emocionalmente a quienes horas después debían volver a sus terrenos y decirles a los suyos que tienen que estar dispuestos a dar la batalla. Hasta la música que compraba los videos parecía escogida ad hoc, un tema épico de Armen Hambar llamado Dreamchasers, cazadores de sueños, que es en lo que el PP querría convertir a sus afiliados porque tal y como están las cosas la victoria es un sueño que parece lejano… Lejano, pero no imposible.

Vídeo promocional: 'Juntos por un gran país'. (PP)

El problema de Rajoy es que no sabe tocar la tecla emotiva. Un día como este domingo fundamental emocionar al personal, pero Rajoy solo supo hacerlo en el principio y el final de su discurso, porque el resto fue un mero balance de gestión. De buena gestión, sin duda, pero a lo mejor habría hecho falta algo más de contundencia en la denuncia de la corrupción propia –la de la ajena se supone– con mención directa a Bárcenas en lugar de esas frases en las que parece que el extesorero solo fue uno que pasaba por allí y de casualidad.

Ya que es incapaz de seducir, al menos Rajoy se ofrece a los suyos y al país en general como alguien que cumple casi todo lo que promete –él mismo reconoció que ha habido cosas que no podía cumplir, pero que lo hará a partir de ahora–, y que frente al populismo y la demagogia el líder del PP reivindicó el patriotismo y el trabajo: “No es lo mismo dar doctrina en los platós de televisión que defender a España en el Consejo de Europa”. Las referencias a Podemos han sido constantes a lo largo de toda la Convención y también en el discurso de Rajoy que sólo mencionó a los socialistas para recordar su herencia, y de Pedro Sánchez ni media palabra. ¿Dónde está el PP? El PP está con Rajoy, al menos hasta las elecciones generales de noviembre.

La pregunta, lanzada a modo de dardo envenenado por el presidente de honor del PP, en la apertura de la Convención de este partido el viernes por la tarde, ha flotado en el ambiente de la misma durante todo el fin de semana a la espera de que le diera cumplida respuesta el líder de los populares, Mariano Rajoy. A Aznar se le invitó a la Convención para que agitara a las huestes, y lo que consiguió fue cabrear al personal más o menos próximo a la actual Dirección del PP. Su soberbia es infinita y respira por las heridas abiertas en el Congreso de Valencia de 2008. Si entonces le negó el saludo a Rajoy, el viernes simplemente le negó la existencia.

Mariano Rajoy José María Aznar