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Así es la red bolivariana que da cobijo a Podemos
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Federico Quevedo

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Así es la red bolivariana que da cobijo a Podemos

Errejón es, sin duda, el nexo de unión de Podemos con toda una tupida red de fundaciones de raíz bolivariana que son las quedan cobijo a esta formación y probablemente contribuyen a financiarla

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias (Reuters)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias (Reuters)

Podemos es una iniciativa muy joven pero arraigada en una hipótesis intelectual y política largamente fraguada en ámbitos del activismo y de la universidad, particularmente de la Complutense de Madrid: que España atraviesa una crisis de régimen que es, en primer lugar, una fractura de los consensos y una desarticulación de las identidades tradicionales, y que existen condiciones para que un discurso populista de izquierdas, que no se ubique en el reparto simbólico de posiciones del régimen, sino que busque crear otra dicotomía, articule una voluntad política nueva con posibilidad de ser mayoritaria. La iniciativa nunca habría sido posible sin el clima impugnatorio de las elites generado por el ciclo de movilización social iniciado el 15 de mayo de 2011, y los cambios en la cultura política que introdujo. Pero nada en este ciclo conducía a una necesaria 'expresión' electoral. En diferentes países de la Unión Europea, el descontento con las elites ha generado abstención, mera alternancia o voto a la extrema derecha. Lo que permite comprobar, de nuevo, que en política no hay 'espacios', hay sentidos que se producen y disputan”.

Este texto está extraído de un artículo de Íñigo Errejón firmado en la revista Le Monde Diplomatiqueel pasado mes de julio, en el que el número 2 de Podemos hace un relato sobre cómo ha llegado este movimiento a ocupar las preferencias –al menos sociológicas– de un elevado porcentaje de españoles. Ahí explica cómo hicieron una “lectura particular” del movimiento 15M, cómo aprovecharon la visibilidad que les ofrecían las televisiones, “una visibilidad que se convirtió en la más poderosa herramienta comunicativa y en catalizador simbólico de la articulación popular de la campaña”, y como “ese trabajo, a veces despreciado por parte de la izquierda como de 'simplificación', fraguó un estilo discursivo crucial en una campaña con mucho peso de las emociones y lo simbólico”.

Y cómo aprendieron, finalmente, de “un estudio prolongado y un aprendizaje sobre el terreno de los procesos latinoamericanos recientes de ruptura popular (y constituyente), conformación de nuevas mayorías nacional-populares para el cambio político, acceso al gobierno y guerra de posiciones en el Estado. Procesos en los que intervenciones virtuosas, en momentos de descomposición del orden tradicional, abrían posibilidades inéditas, casi siempre para estupor y malestar de la izquierda. Algunos de los impulsores de la iniciativa hemos reconocido que, sin aquel aprendizaje, Podemosno habría sido posible”.

¿Y quéaprendieron Errejón, Monedero, Iglesias…de la experiencia latinoamericana? Pues mucho antes de la aparición de Podemos, en el año 2012, el propio Errejón daba cuenta en una interesante entrevista de cuáles iban a ser los pasos a dar en los años siguientes: “En un estado fuerte, en el que por mucho que el sistema político esté deslegitimado, los dispositivos institucionales del estado en España siguen regulando la convivencia social, y por supuesto el monopolio de la violencia no está en absoluto amenazado… A un estado así no se le destituye las élites tan fácilmente. No obstante, ¿para qué sirven las movilizaciones destituyentes? Sin esas movilizaciones sería imposible pensar en la construcción de una mayoría rupturista por el cambio, por la ruptura con este régimen. Esas movilizaciones tienen por una parte la tarea de ser quienes desgasten al gobierno”, aseguraba.

“Y ahí –añadía– hay que ser un poco más optimistas: desgastan más de lo que la élite está dispuesta a reconocer. Y por otra parte, es en ellas donde se puede ir formando un sentido común diferente, una suerte de sentido contrahegemónico que sea el embrión de una construcción rupturista de mayorías, de una construcción de identidad popular nueva que pueda desbordar los consensos actuales del régimen que hoy tienen mala salud pero que no se van a morir solos, que para morirse necesitan ser asaltados. Para eso sirven las movilizaciones, claro, en un horizonte temporal medio largo. Y ahí es complicado, porque las necesidades simbólicas y materiales de la gente son más urgentes que los tiempos, que los plazos políticos que cabe esperar. Ese desbordamiento solo se producirá si ha habido previamente una labor de polarización política, de tensionamiento del espacio político para que se resquebraje y emerjan nuevos sujetos, y eso solo se puede producir en la protesta, en la acción colectiva”.

En esa misma entrevista, Errejón diseñaba la estrategia por la que Podemos conseguiría dar el sorpasso al PSOE y explicabacómo “en ese momento el Partido Socialista ya sí que habrá enfilado definitivamente la senda del PASOK”. Acababa el número dos de Podemos reconociendo que “está por construirse el relato y el instrumento político concreto que permita canalizar toda la desafección en propuesta de cambio”. No traigo estas palabras de Errejón por capricho. La mano derecha de Pablo Iglesias es, sin duda, el nexo de unión de Podemos con toda una tupida red de fundaciones de raíz bolivariana que son las que, como señalaba ayer en mi post sobre la conexión argentina de Podemos, dan cobijo a esta formación, probablemente contribuyen a financiarla y, además, le aportan todo el contenido ideológico que necesita para ser el brazo ejecutor en Europa de lo que el propio Errejón califica como la latinoamericanización de la Europa meridional.

El ‘nacional-populismo’

Es muy importante para entender el fundamento filosófico e ideológico de Podemos leer este trabajo del propio Errejón sobre el politólogo Ernesto Laclau, fallecido recientemente, en el que también introduce como elemento de análisis el concepto del ‘nacional-populismo’. Este artículo (ver aquí reproducido) se publicó hace unos meses en la revista Nuevo Sur, editada por la Fundación Cedesur, la misma que invitó a Monedero y Errejón a Argentina en julio del año pasado, y en la que figuran como miembros de honor el dirigente argentino y candidato a la presidencia Jorge Taiana (a quién podemos ver en las foto junto a Monedero y Errejón) y el vicepresidente boliviano y considerado verdadero ideólogo del Gobierno de Evo Morales, Álvaro García Linera.

placeholder Jorge Taiana junto a Monedero y Errejón.

Monedero y Errejón forman parte del Consejo Asesor de la Fundación, así como del de la revista Nuevo Sur editada por esta fundación a caballo entre Argentina y Bolivia y comandada por Facundo Firmenich (ver entrada del blog de ayer). En los últimos meses en España se ha hablado mucho de otra fundación, CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales), que recibió cerca de cuatro millones de euros por asesoramiento del Gobierno venezolano y en la que han trabajado Errejón, Monedero y Luis Alegre. Estos dos últimos ya no aparecen en el organigrama de la fundación, pero síel primero. La propia CEPS reconoce haber dedicado su trabajo al asesoramiento de los distintos Gobiernos populares de la zona, aunque se trata de una fundación nacida y radicada en España.

La tercera pata de esta red de influencia –o de injerencia– de los gobiernos populares es el CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica), con sede en Quito (Ecuador), en la misma que ocupa el Instituto de Altos Estudios Nacionales, la universidad gubernamental de posgrado.

El CELAG se fundó poco antes que Podemos, en los primeros meses de 2014, y en la Dirección Ejecutiva aparecen dos destacados miembros de Podemos, de nuevo Íñigo Errejón y el secretario de organización de este partido, Sergio Pascual. Y al frente de la misma se encuentra uno de los más firmes defensores del nuevo partido, Alfredo Serrano Mancilla. Y en su Órgano Consultivo aparece, de nuevo, Juan Carlos Monedero haciendo compañía a Patricia Villegas, la presidenta de TeleSur, el órgano de propaganda del Gobierno de Chávez y ahora de Nicolás Maduro, y por la que han pasado desde dirigentes de Podemos hasta prácticamente todos los integrantes de las tres fundaciones mencionadas.

En el artículo de Errejón sobre Ernesto Laclau, el dirigentese presenta a sí mismo como un colaborador de los Gobiernos Populares-ALBA, un movimiento que se califica como una “propuesta de integración continental antiimperialista, antineoliberal y antipatriarcal, impulsada por movimientos de base social organizada y con capacidad de movilización popular, que luchan por la igualdad, la libertad y una auténtica emancipación de la región”, y claramente alineado con el chavismo, con el kirchnerismo, y con los Gobiernos populares de Bolivia y Ecuador. Hasta el punto de que en su propia web se pronuncia contra el asesinado fiscal Nisman con estas palabras: “La investigación de Nisman –monitoreada por la embajada estadounidense en Buenos Aires, y los servicios de inteligencia argentino e israelí– es una muestra palpable de cómo inventar 'enemigos' (en este caso, Irán) sin tener prueba alguna”.

Podemos es una iniciativa muy joven pero arraigada en una hipótesis intelectual y política largamente fraguada en ámbitos del activismo y de la universidad, particularmente de la Complutense de Madrid: que España atraviesa una crisis de régimen que es, en primer lugar, una fractura de los consensos y una desarticulación de las identidades tradicionales, y que existen condiciones para que un discurso populista de izquierdas, que no se ubique en el reparto simbólico de posiciones del régimen, sino que busque crear otra dicotomía, articule una voluntad política nueva con posibilidad de ser mayoritaria. La iniciativa nunca habría sido posible sin el clima impugnatorio de las elites generado por el ciclo de movilización social iniciado el 15 de mayo de 2011, y los cambios en la cultura política que introdujo. Pero nada en este ciclo conducía a una necesaria 'expresión' electoral. En diferentes países de la Unión Europea, el descontento con las elites ha generado abstención, mera alternancia o voto a la extrema derecha. Lo que permite comprobar, de nuevo, que en política no hay 'espacios', hay sentidos que se producen y disputan”.