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Rajoy, Aguirre y ‘El Contrato’
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Rajoy, Aguirre y ‘El Contrato’

Aguirre sabía, desde el minuto uno, que para alcanzar su objetivo tenía que deshacerse de Ignacio González, y a eso se dedicó con empeño

Foto: El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy (i), saluda a la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)
El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy (i), saluda a la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. (EFE)

Pocas veces en la moderna historia política de España la parte contratante de la segunda parte ha estado tan en desacuerdo con la de la primera, y sin embargo 'El Contrato' que han firmado ambas partes está sellado con sangre –metafóricamente hablando, se sobreentiende–: con la sangre de Ignacio González, cabeza de turco entregada por la propia Esperanza Aguirre a Mariano Rajoy para afianzar su propia candidatura.

Aguirre sabía, desde el minuto uno, que para alcanzar su objetivo tenía que deshacerse de Ignacio González, y a eso se dedicó con empeño. Hasta tal punto eso es así que la semana pasada en los despachos de la primera planta de la sede del PP en la calle Génova –donde habita la sede regional–, se podían escuchar los gritos de reproche de González a Aguirre por no haberle defendido ni haber dado la cara por él. Algo que Aguirre ha hecho ya cuando la decisión de apartar a González estaba tomada.

Bajo ninguna circunstancia habría ‘tragado’ Mariano Rajoy con un cartel electoral para Madrid en el que por un lado estuviera el rostro de Aguirre y por otro el de González, y dado que el segundo parecía empeñado en hacer valer su derecho al trono, a la primera no le quedó otro remedio que echar mano de viejos amigos que le bajaran los humos. Nunca sabremos si la decisión de Rajoy ha tenido que ver con eso o ya estaba tomada de antemano… Yo creo lo segundo, pero en política hay que jugar siempre todas las cartas, y eso lo sabe bien una Esperanza Aguirre que lleva desde 2012 con una idea en la cabeza: ser alcaldesa de Madrid.

González se creyó que podía seguir por méritos propios, pero no contó con que Aguirre entregaría su cabeza sin pestañear

Fui el primer periodista en contarlo, poco tiempo después de que ella anunciara su retirada definitiva de la política. Un 9 de noviembre de 2012 este que suscribe firmaba un post en este periódico titulado "El viaje de ida y vuelta de Esperanza Aguirre", en el que afirmaba:

“El objetivo final de Aguirre no es otro que el de acceder al Palacio de Cibeles y desde allí controlar la capital, el partido y el Gobierno regional al frente del cual seguirá, claro, Ignacio González. Solo hay un elemento que Aguirre no tiene en cuenta, el mismo error que han cometido todos los políticos que, en circunstancias parecidas, han depositado su ‘poder’ en manos de un delfín, y no es otro que la condición humana: el delfín acaba convenciéndose de que está ahí por méritos propios. Pero hasta que llegue ese momento, la expresidenta va a seguir en la primera línea, y lo va a hacer con el apoyo de determinados periodistas y medios de comunicación que le bailan el agua y la jalean para convertirla en la oposición a Rajoy dentro del partido. Ya lo hicieron en 2008 y lo van a seguir haciendo… ¿Qué le deben a Aguirre? Mucha publicidad, programas de televisión… Algunos incluso han levantado emisoras de radio gracias al erario público madrileño, emisoras que no escuchan ni los más forofos. Pero todo ello es consecuencia del ‘liberalismo’ llevado al extremo”.

En efecto, González se creyó que podía seguir por méritos propios, pero no contó con que Aguirre entregaría su cabeza sin pestañear. Rajoy, consciente de que tras la negativa de Soraya Sáenz de Santamaría a ser candidata a la Alcaldía de Madrid no le quedaba otro remedio que aceptar la candidatura de Aguirre, ha querido atar los cabos para evitar que la baronesa lleve hasta el final sus planes, y la ha obligado a reconocer públicamente que si es alcaldesa de Madrid dejará la presidencia del partido.

Aguirre puede pensar que ha salido fortalecida con todo esto, pero el problema de firmar contratos con Rajoy es que casi siempre llevan letra pequeña

Y si no lo es –curiosamente nadie pregunta esto en las ruedas de prensa– también, porque una derrota obligará de igual modo a designar una gestora y convocar un Congreso extraordinario. Y no se crean, esto segundo también es bastante posible porque, hoy por hoy, las encuestas dicen que Aguirre no saca mayoría absoluta y que para gobernar tendrá que pactar. Y aunque ella diga que está dispuesta a hacerlo hasta con Podemos, el problema no radica en lo que quiera ella, sino en lo que quieran los demás.

Y puede darse la paradoja de que Aguirre se quede sin la Alcaldía y Cifuentes, sin embargo, no tenga problema para llegar a acuerdos que la aúpen a la Presidencia de la Comunidad. Aguirre puede pensar que ha salido fortalecida con todo esto, pero el problema de firmar contratos con Rajoy es que casi siempre llevan letra pequeña, y me temo que en este caso Aguirre no se la ha leído.

Pocas veces en la moderna historia política de España la parte contratante de la segunda parte ha estado tan en desacuerdo con la de la primera, y sin embargo 'El Contrato' que han firmado ambas partes está sellado con sangre –metafóricamente hablando, se sobreentiende–: con la sangre de Ignacio González, cabeza de turco entregada por la propia Esperanza Aguirre a Mariano Rajoy para afianzar su propia candidatura.

Esperanza Aguirre Mariano Rajoy Madrid