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Las cuatro razones que conducen al fracaso del 24-M
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Las cuatro razones que conducen al fracaso del 24-M

El próximo 24 de mayo se celebran unas elecciones en las que las nuevas formaciones jugarán un papel más que decisivo dado que los grandes partidos no han sabido responder ante los ciudadanos

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (EFE)

El próximo 24 de mayo se celebran en España elecciones municipales y autonómicas y, si se cumplen las predicciones que a día de hoy ofrecen los sondeos previos, nos vamos a encontrar con unpanorama político enormemente inestable. Puede haber quienes en el fondo deseen que se produzca una situación así, pero la realidad es que la inestabilidad política no suele traer aparejadas consecuencias positivas, sino más bien todo lo contrario.

A partir del 25 de mayo va a ser necesario un esfuerzo sin precedentes de negociación para encontrar mayorías suficientes que permitan gobernar miles de ayuntamientos y casi todas las comunidades autónomas en las que se celebran elecciones. Y en la mayoría de los casos esos pactos estarán cogidos con alfileres y tendrán como único objetivo evitar que gobierne la lista más votada en el caso de que esta sea el PP. Las experiencias anteriores de cordones sanitarios no han traído nada bueno, pero aun así parece que la izquierda no aprende de sus errores y está dispuesta a volver a cometerlos, con el agravante de que en esta ocasión a la fiesta se suman nuevos partidos sin trayectoria política y cuyo comportamiento está por ver.

Aparentemente, las elecciones en términos globales las va a ganar el PP, pero esa victoria va a ser pírrica si al partido que lidera Mariano Rajoy no le es suficiente para buscar apoyos que le permitan mantener una parte importante del poder autonómico y municipal que ahora tiene. Cualquier resultado en el entorno del 30% de los votos se podrá vender como una victoria, pero la realidad es que estará muy lejos de lo que los grandes partidos nos tienen acostumbrados y que hasta ahora era una garantía de estabilidad política.

Esa victoria por la mínima del PP –si es que se produce, pues es lo que predicen las encuestas–, el hundimiento del PSOE y el ascenso de nuevos partidos conducen a un panorama sumamente fragmentado y que en sí mismo implica un fracaso de la política tradicional, que no ha sabido dar una respuesta adecuada a las demandas de los ciudadanos. Son cuatro las razones que llevan, en mi opinión, a ese fracaso:

Primera: Es verdad que la situación económica ha mejorado considerablemente. España ha sabido dar la vuelta a la situación y superar la crisis orillando el rescate. Los últimos datos de empleo le permiten al Gobierno llegar a las elecciones en una situación mejor que la heredada del Ejecutivo anterior. Y, sin embargo, y a pesar de que el PP quiere hacer bandera de ese ‘éxito’, lo cierto es que no es suficiente. Se crea empleo, sí, pero sigue habiendo mucha gente en situación dramática y el empleo que se crea es cualitativamente peor que el de antes de la crisis, sobre todo para los jóvenes.

El consumo mejora, también es cierto, pero sigue habiendo millones de personas que todavía sufren las consecuencias de la crisis, y si a eso añadimos la presión a la que el Gobierno ha sometido a las clases medias… Esto por un lado. Por otro, la corrupción está teniendo un efecto devastador para el PP. No hay día que no aparezca un nuevo escándalo que salpique sus siglas. Crisis, corrupción y falta de audacia a la hora de hacer reformas le están pasando al PP una factura cuyo verdadero importe conoceremos la noche del día 24.

Segunda: No están mejor las cosas al otro lado. Si me apuran, incluso peor. Aunque en un principio se vendió la victoria de Susana Díaz como un éxito en comparación con la debacle del PP en Andalucía, lo cierto es que semanas después se pone de manifiesto la tremenda debilidad del PSOE incluso en su feudo más sagrado. Y si eso es así en Andalucía, qué no será en el resto de CCAA y ayuntamientos. El PSOE, ni siquiera con Pedro Sánchez a la cabeza, no ha conseguido encontrar un discurso sólido que lo presente como una verdadera alternativa real al PP.

Crisis, corrupción y falta de audacia a la hora de hacer reformas le están pasando factura al PP

Más allá de los tópicos y los lugares comunes de siempre, el discurso socialista se ha debatido entre la comparación con Podemos y el miedo a perder todo el electorado moderado de centro-izquierda, sin encontrar la necesaria solidez que requiere un proyecto ganador. La perspectiva, a la vista de cómo están las cosas en ese patio, es de que el 24 de mayo el PSOE puede sufrir una debacle que en muchos sitios le conduzca a ser tercera e, incluso, cuarta fuerza política.

Tercera: La aparición de nuevos partidos que, a la hora de la verdad, se presentan con una absoluta carencia de ideas y de programas reales de gobierno porque su única esperanza es pescar en los caladeros del bipartidismo donde reina el desencanto. Los españoles van a votar en masa a dos partidos –Podemos y Ciudadanos–que se han creado casi de la nada y que han tenido que ir a buscar representantesdebajo de las piedras para poder montar candidaturas que de otra forma hubiesen sido imposibles, con todo el riesgo que eso supone de haber puesto en las listas a gente que quiere aprovecharse de la situación.

La realidad es que nadie sabe a ciencia cierta a dónde quiereconducirnos ninguno de estos partidos o agrupaciones que se presentan en algunos municipios, porque ni ellos mismos aclaran cuáles son sus propuestas más allá de subir impuestos o clausurar obras del AVE.

Cuarta: El resurgir de los nacionalismos. En la Comunidad Valenciana, en Navarra, en el País Vasco, en Baleares, en Galicia y, por supuesto, en Cataluña, se observa en las encuestas un resurgir del nacionalismo más radical, y vuelve con ganas de quedarse. Un nacionalismo que va a buscar sus aliados en la izquierda, desde el PSOE hasta Podemos, pasando por los restos de IU, lo que va a llevar a pactos tri y cuadripartitos para evitar gobiernos del PP en lo que, como he dicho antes, supondrá una reedición de lo peor de los cordones sanitarios. Con el riesgo, además, de que esta vez se cuestionen valores fundamentales como la Constitución o la forma de Estado y al PSOE no le quede otra que tragar.

Habrá quienes la noche del 24-M quieran vender el resultado electoral como un éxito, pero la realidad es que, si se confirman estas predicciones, habrá sido un inmenso fracaso para España como país y, sobre todo, para su clase política, que no ha sabido ver los riesgos del inmovilismo.

El próximo 24 de mayo se celebran en España elecciones municipales y autonómicas y, si se cumplen las predicciones que a día de hoy ofrecen los sondeos previos, nos vamos a encontrar con unpanorama político enormemente inestable. Puede haber quienes en el fondo deseen que se produzca una situación así, pero la realidad es que la inestabilidad política no suele traer aparejadas consecuencias positivas, sino más bien todo lo contrario.