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Al fin Rajoy reconoce que nos ha jodido a todos
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Federico Quevedo

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Al fin Rajoy reconoce que nos ha jodido a todos

El PP ha jodido a todos, especialmente a las clases medias y bajas y la corrupción ha jodido al PP, que no ha sabido reaccionar con la suficiente contundencia

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)

Este jueves me he ido a la sede del PP en la calle Génova. A ver, qué quieren, parecía que iba a ser uno de esos momentos emocionantes que no hay que perderse… Tanta literatura y tantos ríos de tinta sobre los famosos cambios… A algunos expertos marianólogos se les habrá puesto cara de póquer. Yo vengo diciendo desde hace días que aquí nadie sabía nada y que quien dijera lo contrario mentía. Hay cosas que están sólo en la mente de un registrador de la propiedad, que suele ser tan complicada de asaltar como una fortaleza medieval. “Hemos acertado en lo de Pablo Casado”, dirán muchos… Hombre, es que era lo más fácil, porque hasta en eso Rajoy es previsible.

En eso, y en desconcertar a propios y extraños. Lo digo por las apuestas y las porras sobre los cambios en el Gobierno. En fin, el caso es que en una primera instancia el discurso de Rajoy me dejó bastante frío, y eso que él ya había avisado de que no nos esperáramos gran cosa. Y en el fondo, probablemente tenga que ser así. Me explico: no se trata de las caras, sino de lo que van a tener que contar. Lo importante no es el continente, sino el contenido. Y las caras –sobre todo las cuatro nuevas de Maroto, Maíllo, Levy y Casado– serán un acierto si lo que nos van a contar a partir de ahora es algo distinto a lo que se nos ha contado hasta ahora. Ese es el verdadero cambio, y ese cambio sólo puede venir de un punto de partida esencial: el reconocimiento del error.

Y este jueves Rajoy marcó la pauta para que los nuevos portavoces del partido, que además no están intoxicados por estos tres años y pico de legislatura, puedan cambiar el discurso de la autoestima por el de la autocrítica. Y es que, por primera vez y en un tono que de verdad demostraba que por fin había visto la luz, Mariano Rajoy reconoció dos hechos fundamentales que han sido la clave del resultado electoral del 24-M.

Solo hay un detalle de lo ocurrido que sigue chirriando y que enturbia, y bastante, el resultado final: nadie se explica cómo es posible que continúe ahí Javier Arenas

Primero: El Gobierno nos ha jodido a todos, sin excepción y especialmente a las clases medias y bajas, aunque también a los sectores empresariales.

Segundo: La corrupción ha jodido al PP, que no ha sabido reaccionar con la suficiente contundencia.

Y, a partir de ahí, vendría lo que de verdad son los anuncios más importantes del discurso de Rajoy, más allá de los cambios:

Primero: El propio Rajoy se pone el partido por montera y asume la responsabilidad de dirigirlo hasta las generales, razón por la cual envía a Génova a su pupilo Jorge Moragas, al tiempo que él mismo anuncia que va a volver a ocupar su despacho de la planta séptima, aunque sea por unas horas a la semana.

Segundo: Se adelanta varios meses a lo que suele ser habitual en estos casos, y convoca una Conferencia Política para el mes de julio de la que tiene que salir el nuevo programa electoral del partido. Es decir, ya no da tiempo para hacer cambios importantes, pero esos cambios tienen que formar parte del programa para las siguientes elecciones. Y ¿en qué van a consistir? Pues va a haber de todo, desde más rebajas de impuestos –eso lo dijo en su discurso–, hasta modificaciones de la ley electoral e, incluso, de la propia Constitución, así como un endurecimiento de la lucha contra la corrupción tanto interna –estatutos del partido– como externamente –más reformas legislativas–.

Y ¿todo esto sirve de algo? Bueno, que los encargados de contar las cosas sean ahora Casado, Levy o Maroto tiene sin duda un impacto en una opinión pública muy mediatizada. Pero si además lo que cuentan empieza a sonar de manera distinta a como venía sonando hasta ahora, puede ser que incluso el PP empiece a recuperar ese electorado de centro que se ha quedado en su casa, como reconoció el propio Rajoy.

Sólo hay un detalle de lo ocurrido que sigue chirriando y que enturbia, y bastante, el resultado final: nadie se explica cómo es posible que continúe ahí Javier Arenas. Incombustible al desaliento, pegado a la silla con algún producto de extraordinaria potencia… Pero él mismo debería darse cuenta del daño que le hace al PP aparecer siempre detrás de Rajoy en todas las fotos, y tendría que tomar la decisión de irse a su casa, porque está visto que Rajoy no es capaz de tomar la de enviarlo él mismo.

Este jueves me he ido a la sede del PP en la calle Génova. A ver, qué quieren, parecía que iba a ser uno de esos momentos emocionantes que no hay que perderse… Tanta literatura y tantos ríos de tinta sobre los famosos cambios… A algunos expertos marianólogos se les habrá puesto cara de póquer. Yo vengo diciendo desde hace días que aquí nadie sabía nada y que quien dijera lo contrario mentía. Hay cosas que están sólo en la mente de un registrador de la propiedad, que suele ser tan complicada de asaltar como una fortaleza medieval. “Hemos acertado en lo de Pablo Casado”, dirán muchos… Hombre, es que era lo más fácil, porque hasta en eso Rajoy es previsible.

Mariano Rajoy Jorge Moragas