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Este sí es el presidente que España (y Cataluña) necesita
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Este sí es el presidente que España (y Cataluña) necesita

Hace dos semanas dije, y lo mantengo, que todo había cambiado después del 27 de octubre, y que para su desgracia Artur Mas y la CUP van a llevar de nuevo en volandas a Rajoy a La Moncloa

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

Es bastante lógico que después de varios años de una intensa crisis económica, política e institucional en España, la mayoría de ustedes estén ya tan curados de espanto que no terminen de percibir hasta qué punto es grave lo que está ocurriendo con Cataluña y el plan secesionista aprobado por su Parlamento (que no por sus ciudadanos). No digo que no sean conscientes, que lo son, sino que es fácil caer en un cierto distanciamiento, como si esto no fuera con la mayoría de nosotros. Yo al menos percibo esta reacción en bastante gente.

Pero la verdad es que estamos viviendo uno de los momentos más graves de la historia reciente de nuestro país, tanto o más grave que el golpe de Estado del 23-F, en la medida en que no solo se atenta contra el sistema democrático y el Estado de derecho como en aquella ocasión, sino que además se pone en peligro la integridad territorial del Estado con todo lo que eso conlleva. Ninguna de las aventuras separatistas que ha vivido Europa en las últimas décadas ha salido bien, y esta no iba a ser menos.

Aunque solo sea por el tremendo daño social que se está causando, por la terrible fractura que el órdago que viene sosteniendo el independentismo con Artur Mas a la cabeza desde 2012 ha provocado, lo que estamos viviendo pasará a la historia como uno de esos momentos dramáticos a los que ya está tan acostumbrado este país nuestro. Lo cierto es que, llegados al final de la legislatura y a las puertas de unas elecciones generales, es cuando se ha producido el temido choque de trenes entre un independentismo delirante que pretende conducir Cataluña hacia el abismo, y el constitucionalismo que quiere preservar las ideas de Nación y de Democracia contenidas en la Constitución de 1978.

Desde el minuto uno Rajoy ha reaccionado con firmeza y mesura que hacen muy creíble su afirmación de que esto no va a pasar de un intento de secesión

Es verdad que del otro lado también hay ‘nacionalistas’ que reclaman incluso la vía de la violencia para sofocar la rebelión, pero si ha habido un momento en estos cuatro años en que la personalidad y el carácter de un presidente como Mariano Rajoy eran muy necesarios, ha sido este. Desde el minuto uno Rajoy ha reaccionado con una combinación de firmeza y mesura que hace muy creíble su afirmación de que esto no va a pasar de un intento de secesión y que nunca va a llegar a su pretensión final.

El recurso a las leyes, a la democracia y a la Constitución, allí hasta donde las leyes, la democracia y la Constitución permiten llegar, es la única forma sensata y segura de responder a un desafío que, una vez llegado al extremo al que ha llegado, incluso ha generado el rechazo de quienes les han acompañado buena parte del camino, como puso ayer de manifiesto el diario 'La Vanguardia' en su editorial. Aunque esos que ahora se dan de baja deberían asumir su parte de responsabilidad y de culpa por haber apoyado esta aventura peligrosa y dramática durante tanto tiempo.

Hace dos semanas dije, y lo mantengo, que todo había cambiado después del 27 de octubre, y que para su desgracia Artur Mas y la CUP van a llevar de nuevo en volandas a Rajoy a La Moncloa. Pero eso no sería así si el presidente hubiera reaccionado de otra manera, o bien con la prepotencia con la que hubiera actuado Aznar, o con el acomplejamiento que muchos le suponían. Rajoy ha sabido encontrar el camino del diálogo y del consenso, y ese es un elemento sustancial para hacer frente a quienes pretenden subvertir el orden constitucional y el sistema de libertades desde la falacia de que siendo independientes van a ser más libres y más plurales.

Ningún nacionalismo ha guiado los pasos de una nación desde esos principios, sino que lo ha hecho desde la imposición y el totalitarismo, precisamente para evitar que la verdad se imponga y el sentimiento nacionalista se desvanezca. Hacer frente al reto independentista va a requerir un esfuerzo redoblado de diálogo, de sensatez y de firmeza, entre otras cosas porque una vez superado lo que es estrictamente el hecho sedicioso, va a ser necesario abrir una etapa de aproximación y comprensión con la sociedad civil catalana, de uno y otro lado, para recomponer esa fractura provocada por el fanatismo de la CUP y Forcadell, y la necesidad de tapar sus vergüenzas que demuestran CDC y Artur Mas.

Porque solo eso explica lo que está pasando: una huida hacia delante de los corruptos y los fanáticos, unidos por un fin común en el que unos y otros encuentran su única salvación. Por eso, porque la sociedad catalana no es así a pesar de que la han conducido a los extremos, es por lo que la mesura de la respuesta y la firmeza de la reacción pueden acabar convirtiendo a Rajoy en el mejor presidente que pueda tener España, incluida Cataluña, para garantizar que todo va a seguir igual.

Es bastante lógico que después de varios años de una intensa crisis económica, política e institucional en España, la mayoría de ustedes estén ya tan curados de espanto que no terminen de percibir hasta qué punto es grave lo que está ocurriendo con Cataluña y el plan secesionista aprobado por su Parlamento (que no por sus ciudadanos). No digo que no sean conscientes, que lo son, sino que es fácil caer en un cierto distanciamiento, como si esto no fuera con la mayoría de nosotros. Yo al menos percibo esta reacción en bastante gente.

Artur Mas Mariano Rajoy Cataluña