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Yo sí le tengo miedo a Pablo Iglesias
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Federico Quevedo

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Yo sí le tengo miedo a Pablo Iglesias

Temo a Pablo Iglesias como secretario general de un partido político que desprecia la libertad de expresión

Foto: Multiexposición en cámara del líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
Multiexposición en cámara del líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

No es nada personal, a pesar de haber sufrido en dos ocasiones las consecuencias del linchamiento tuitero al que me sometieron las huestes de Podemos. No es nada personal, a pesar de que mis desencuentros televisivos con él acabaran con mi depuración de 'Las Mañanas' de Cuatro. No es nada personal, porque ni siquiera el desprecio con que me obsequia las pocas veces que nos encontramos altera mi estado de ánimo. De hecho, para ser exactos, yo no le tengo miedo a Pablo Iglesias como tal. Hay quien sí, y lo ha escrito. Hay quien dice que le tiene miedo a Iglesias, pero no a Podemos, ni a su ideología, ni a su manera de entender la relación con los medios de comunicación. Pues a mí es eso lo que me da miedo. Temo a Pablo Iglesias como secretario general de un partido político que desprecia la libertad de expresión.

Lo que ocurrió el pasado jueves en la Complutense no es más que la verdadera cara con la que Podemos entiende que debe relacionarse con los medios y con los periodistas. No les gustan las críticas. A nadie le gustan las críticas, tampoco a los demás partidos políticos, pero las aceptan. Eso no significa que los otros partidos sean pulcros y respetuosos con los medios de comunicación, en absoluto, y a lo largo de estos cuarenta años de democracia hemos vivido vetos personales y colectivos y muchos intentos, e incluso logros, de manipularlos a su antojo. Digamos que, para ser justos, eso no ha pasado solo en una dirección, sino que también ha habido medios que han buscado, y a veces conseguido, influir notoriamente sobre las decisiones y actuaciones de algunos partidos.

Los medios son vigilantes críticos del poder, y el poder acaba aceptando, aunque a regañadientes, ese papel

Esto no es algo que pase o haya pasado solo en nuestro país: la prensa y la política son dos poderes que chocan inevitable y constantemente y el hecho de vivir en democracia no evita que eso ocurra. Pero al margen de que ese 'statu quo' permanezca inalterable, lo cierto es que entre prensa y poder ha habido una relación de mutuo respeto a la pluralidad de ambos, en la medida en que sobre esa base se ha podido construir el edificio de la democracia. Y al final, los medios son vigilantes críticos del poder, y el poder acaba aceptando, aunque sea a regañadientes, ese papel de los medios de comunicación.

Por eso yo no recuerdo -puede que sí haya ocurrido y que alguien me saque de mi error- que ningún dirigente político se haya referido nunca a un periodista en particular, y a los medios en general, en los términos en los que lo hizo el otro día Pablo Iglesias. No sé, insisto, si ha podido haber algún caso puntual y habrá que ver en qué circunstancias, pero si ha sido así, la diferencia es que lo que dice Pablo Iglesias forma parte del ADN ideológico de Podemos, mientras que si ha habido en otros partidos algún caso puntual, no se trata más que de eso.

La prueba de ello es que como consecuencia de su intervención en la universidad, enseguida en su partido se ha propuesto, a través de su secretaria de Análisis Político, Carolina Bescansa, un debate sobre la relación con los medios. ¿Por qué? Pues porque no les gusta cómo desde algunos medios se les trata… Y eso es lo que me da miedo. Seguramente si cualquiera pregunta a los dirigentes del PP o del PSOE si les gusta cómo les tratan en todos los medios de comunicación, dirán que en unos sí y en otros no tanto, pero que eso forma parte de lo normal en un sistema democrático donde impera un régimen de libertades. Si alguna vez un político ha intentado plantear un debate en torno a la prensa, enseguida ha constatado su error. Siempre hemos dicho que la mejor ley de prensa es la que no existe, y nadie se había propuesto hasta ahora cambiar esa situación.

Es evidente cuál es la intención con ese tipo de declaraciones: que los medios dejen de ser empresas privadas para estar al servicio del poder político

¿A qué viene ahora abrir un debate sobre la relación con los medios? ¿Qué significa eso de que las noticias las escriben los periodistas y los titulares los ponen los jefes? Es evidente cuál es la intención con ese tipo de declaraciones: que los medios de comunicación dejen de ser empresas privadas para estar al servicio del poder político, o sea, como en Venezuela. Los medios de comunicación tienen líneas editoriales, y habrá algunos que estén más próximos a las posiciones de Podemos, y otros que no. Y a Podemos eso no le gusta.

Y tampoco le gusta a Podemos que en los medios de comunicación haya jefes que toman decisiones, y que esas decisiones a veces sean contradictorias con las opiniones de los periodistas pero, muy hábilmente, Podemos y sus dirigentes buscan crear un conflicto entre jefes y empleados en un sector especialmente sensible. Me da miedo Pablo Iglesias, sí, y esto es también un aviso al PSOE, porque si alguna vez tiene en sus manos alguna cuota de poder, por pequeña que sea, la libertad de prensa y la libertad de expresión se verán seriamente amenazadas.

No es nada personal, a pesar de haber sufrido en dos ocasiones las consecuencias del linchamiento tuitero al que me sometieron las huestes de Podemos. No es nada personal, a pesar de que mis desencuentros televisivos con él acabaran con mi depuración de 'Las Mañanas' de Cuatro. No es nada personal, porque ni siquiera el desprecio con que me obsequia las pocas veces que nos encontramos altera mi estado de ánimo. De hecho, para ser exactos, yo no le tengo miedo a Pablo Iglesias como tal. Hay quien sí, y lo ha escrito. Hay quien dice que le tiene miedo a Iglesias, pero no a Podemos, ni a su ideología, ni a su manera de entender la relación con los medios de comunicación. Pues a mí es eso lo que me da miedo. Temo a Pablo Iglesias como secretario general de un partido político que desprecia la libertad de expresión.

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