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De los ERE a la Púnica, con escala en Venezuela
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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De los ERE a la Púnica, con escala en Venezuela

Los ciudadanos deben tener todos los elementos de juicio en sus manos a la hora de decidir su voto, salvo con una precisión: las filtraciones de sumarios que, estando bajo secreto, se permiten para influir

Foto: El presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, durante un acto en Barcelona. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano Rajoy, durante un acto en Barcelona. (EFE)

Hace un par de semanas un dirigente del PP me reconocía el temor que había en su partido a que “el juez Velasco y la Púnica nos amarguen la campaña electoral”. Razones no le faltaban para ese temor. De alguna manera se ha roto ese acuerdo no escrito según el cual en campaña -incluida la precampaña- los jueces aparcaban los sumarios para no inmiscuirse en el debate político. Así ha venido ocurriendo, incluso hasta el pasado 20-D cuando el juez que investiga el ‘caso Taula’ echó el freno a la investigación que se destaparía unas semanas después y que supuso un duro revés para el PP valenciano, ya de por sí muy maltrecho y en malas manos.

Sin embargo, de cara a esta nueva cita con las urnas da la sensación de que esa ‘norma no escrita’ ha pasado a mejor vida. A mí, personalmente, no me parece mal. Creo que los ciudadanos deben tener todos los elementos de juicio en sus manos a la hora de decidir su voto, salvo con una precisión que creo debe ser especialmente tenida en cuenta: las filtraciones de sumarios que, estando bajo secreto, se permiten para influir precisamente en la propia campaña electoral. Eso debería, sin embargo, estar doblemente penado en la medida que sí supone una interferencia intencionada, como ha sido el caso de las acusaciones contra el presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez.

Hecha esa excepción, la labor de los periodistas es contar lo que sabemos, dar salida a las informaciones que nos llegan una vez contrastadas, independientemente de a quien o quienes perjudiquen. Y en esas estamos. Es verdad que parece que al PP le crecen los enanos de la corrupción una semana tras otra, y aun así eso no parece que vaya a afectar especialmente a su intención de voto, quizá porque su suelo electoral es tan firme que la corrupción no hace mella en él.

Parece que al PP le crecen los enanos de la corrupción una semana tras otra, y aun así eso no parece que vaya a afectar especialmente a su intención de voto

Me plantea más duda lo que pueda pasar con un PSOE al que, de nuevo, la corrupción de los ERE -corrupción de reparto que, hasta ahora, no le pasaba factura- le asalta en el doloroso camino de marcar la distancia con Podemos para evitar el 'sorpasso' y lleva al banquillo a dos de sus figuran más relevantes: Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Es verdad que casi nadie duda de su honorabilidad personal -vamos, que nadie cree que se lo hayan llevado crudo-, pero la simple lectura de las acusaciones -prevaricación, malversación de fondos públicos- hace muy difícil que el candidato de su partido, Pedro Sánchez, pueda ir de plaza en plaza enarbolando la bandera de la limpieza.

Los ERE le han roto el discurso a Sánchez, a ver si ahora puede ir al debate a cuatro y llamarle “indecente” a Rajoy. Lo dudo. Porque aunque el PP ha dicho que no va a enchufar el ventilador -no crean que es porque no quiere, es porque no le conviene-, llegado el momento no le va a hacer ascos a la lectura del acta de apertura del juicio oral contra casi una treintena de altos cargos de la Junta. Se ha librado, por los pelos, Susana Díaz, y ya veremos. ¿Quiere decir esto que el terreno de la ‘limpieza’ queda en manos de los emergentes? Ni mucho menos. Si acaso, hasta el momento el único que puede ir con la cabeza alta -y ya empiezan a aparecerle algunos problemas, aunque es verdad que menores- es Ciudadanos.

Pero desde luego 'los reyes del ariel', o sea, Podemos, tampoco podrán sacar pecho después de haberse conocido hasta casi el último detalle de cómo su partido ha nacido financiado con el dinero de la delincuencia organizada, la corrupción y la represión chavista en Venezuela. Va a ser interesante ese debate a cuatro, cada uno de ellos intentando airear los trapos sucios del contrario.

Solo que, ciertamente, Podemos tiene el viento de cara y un electorado dispuesto a perdonar sus corruptelas porque les da igual, ya que la causa lo permite todo -el fin justifica los medios, es la máxima totalitaria de Pablo Iglesias y de su gente-, y en ese sentido juegan con una ventaja moral, o más bien inmoral, de la que carecen sus adversarios políticos. Es más, se da la circunstancia de que quienes castigan al PP o al PSOE por sus corrupciones lo hacen votando a Podemos sin tener en cuenta las suyas. Pero así es este país.

Hace un par de semanas un dirigente del PP me reconocía el temor que había en su partido a que “el juez Velasco y la Púnica nos amarguen la campaña electoral”. Razones no le faltaban para ese temor. De alguna manera se ha roto ese acuerdo no escrito según el cual en campaña -incluida la precampaña- los jueces aparcaban los sumarios para no inmiscuirse en el debate político. Así ha venido ocurriendo, incluso hasta el pasado 20-D cuando el juez que investiga el ‘caso Taula’ echó el freno a la investigación que se destaparía unas semanas después y que supuso un duro revés para el PP valenciano, ya de por sí muy maltrecho y en malas manos.

Operación Púnica Caso ERE Financiación de Podemos