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Y el espíritu de Rajoy se hizo presente
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Y el espíritu de Rajoy se hizo presente

Esta nueva legislatura ha empezado con mucha más tranquilidad y serenidad, que en definitiva es el espíritu con el que Mariano Rajoy quiere afrontar lo que venga por delante

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, felicita a la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. (Reuters)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, felicita a la nueva presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor. (Reuters)

No hubo ni la mitad de la expectación que generó la apertura de la legislatura tras las elecciones del 20 de diciembre. Es verdad que ya estamos en verano, que aprieta la caló… Pero el caso es que ayer en el Congreso de los Diputados todo parecía como siempre, y eso ya es decir mucho. Es probable que nos hayamos acostumbrado a ver a los de la nueva política instalados en el Templo de la Vieja, y que ellos mismos se hayan acabado identificando con aquello que antes tanto criticaban. Había incluso más corbatas, a pesar de las altas temperaturas. Pablo Iglesias ya no atravesaba los pasillos escoltado por una nube de cámaras y micrófonos…

¿Normalidad? En apariencia, sí, y eso tiene mucho que ver con el resultado de las elecciones del 26-J y con la certeza de que solo hay una salida posible, que pasa por la presidencia de Mariano Rajoy. O elecciones. Y como esto último no lo quiere nadie, y mucho menos el PSOE y Ciudadanos, pues tendrá que ser lo primero, sea en la primera semana de agosto, o sea en la última semana de agosto, que son las dos opciones que se plantean como escenario posible. Tras el 20-D hubo una evidente sensación de que se podía enviar al PP a la oposición, y eso lo supo el propio Rajoy, que no quiso asumir la responsabilidad de presentarse a la investidura.

Luego las cosas fueron como fueron y no toca contarlo aquí -para eso les remito a '¡Es el cambio, estúpido!', libro que he escrito junto a Fernando Jáuregui-, pero es evidente que ahora no existe ese mismo clima, y eso ha enfriado, y mucho, el ímpetu con el que algunos llegaron al hemiciclo por primera vez en la pasada minilegislatura. Dicho de otra manera, esta nueva legislatura ha empezado con mucha más tranquilidad y serenidad, que en definitiva es el espíritu con el que Mariano Rajoy quiere afrontar lo que venga por delante. ¿Normalidad?, vuelvo a preguntar. No. Tampoco. Es evidente que muchas cosas han cambiado, y eso se va a seguir haciendo visible en las próximas semanas.

PSOE y Ciudadanos quieren hacerle pasar el trago de una derrota parlamentaria, una cura de humildad para tener más fuerza en la negociación posterior

De entrada, en la sesión de investidura de la primera semana de agosto, en la que, si todo transcurre como está previsto, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno, o sea, Mariano Rajoy, se va a volver a su casa como presidente en funciones, porque PSOE y Ciudadanos quieren hacerle pasar el trago de una derrota parlamentaria o, dicho de otra manera, una cura de humildad para tener más fuerza en la negociación posterior.

Y Rajoy, que lo sabe -por eso estaba ayer tan serio-, sabe también que esta vez tiene que agachar la cabeza y aguantarse, porque no puede decirle al Rey por segunda vez que no. Si lo hace, tendrá un coste político de incalculables consecuencias. Y será en la última semana de agosto, según los plazos que ayer manejaban los propios diputados del PP, cuando por fin se produzca una sesión de investidura en la que Rajoy obtenga en segunda votación más síes que noes, y poder empezar a gobernar en minoría con 137 escaños y teniendo que negociar hasta las comas de todo lo que haga.

Empieza una legislatura interesante, en la que se va a combinar la intensidad de una constante negociación con la tranquilidad de un personaje como Rajoy

¿Malo? Pues depende… El pacto de ayer del PP con Ciudadanos, que costó, puso de manifiesto que las cosas están cambiando, que donde el PP quería utilizar el puesto de la presidencia del Congreso para pagar favores y ajustar cuentas internas, Ciudadanos dijo que de eso nada, y al final ha sido una presidencia del Congreso en la persona de Ana Pastor, que representa todo lo bueno que tiene la política: vocación de servicio, voluntad de diálogo, talante del bueno, trabajo constante y eficaz…

Y el mérito no fue de Rajoy, aunque al final aceptara y desde Moncloa se empeñaran en contarnos lo contrario. Empieza una legislatura interesante, en la que se va a combinar la intensidad de una constante negociación con la frialdad y la tranquilidad de un personaje como el presidente del Gobierno, y quizá`s esa combinación dé buenos frutos. Pero, desde luego, vienen cambios, y cambios que en algunos casos van a ser muy profundos.

No hubo ni la mitad de la expectación que generó la apertura de la legislatura tras las elecciones del 20 de diciembre. Es verdad que ya estamos en verano, que aprieta la caló… Pero el caso es que ayer en el Congreso de los Diputados todo parecía como siempre, y eso ya es decir mucho. Es probable que nos hayamos acostumbrado a ver a los de la nueva política instalados en el Templo de la Vieja, y que ellos mismos se hayan acabado identificando con aquello que antes tanto criticaban. Había incluso más corbatas, a pesar de las altas temperaturas. Pablo Iglesias ya no atravesaba los pasillos escoltado por una nube de cámaras y micrófonos…

Mariano Rajoy Ciudadanos