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¿Quién va a firmar el acta de defunción del PSOE, Sánchez o Díaz?
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Federico Quevedo

Dos Palabras

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¿Quién va a firmar el acta de defunción del PSOE, Sánchez o Díaz?

El futuro del socialismo no va a pasar por la victoria de uno u otro, o no del todo, sino por un congreso en el que además de hablar de nombres tendrán que tomarse decisiones muy difíciles

Foto: Los candidatos a la Secretaría General del PSOE, Susana Díaz (i) y Pedro Sánchez (d), se saludan en la sede del partido en la madrileña calle de Ferraz. (EFE)
Los candidatos a la Secretaría General del PSOE, Susana Díaz (i) y Pedro Sánchez (d), se saludan en la sede del partido en la madrileña calle de Ferraz. (EFE)

Por fin ha llegado el gran día… Sin duda la de hoy es una de las fechas más esperadas del año, por todo lo que implica. Esta noche, supongo, vamos a saber si el próximo secretario general del PSOE se llama Pedro Sánchez o se llama Susana Díaz, y la decisión está en manos de varias decenas de miles de militantes socialistas de los que hoy depende el futuro del PSOE. O no. Me explico: cuarenta años después de aquel famoso Congreso de Suresnes en el que el socialismo patrio se deshizo del marxismo para abrazar la socialdemocracia, esa misma socialdemocracia se encuentra en una de las crisis más graves de su historia. Y no solo aquí, en España, sino en toda Europa.

A la vista de los resultados obtenidos por los viejos partidos socialistas europeos es fácil concluir que la socialdemocracia está condenada a desaparecer o, al menos, a reinventarse para adaptarse a unos cambios sociales que la han sobrepasado. Durante décadas la socialdemocracia fue la garante de un Estado del bienestar que logró mantenerse en pie a costa de enormes esfuerzos fiscales, pero la reciente crisis económica ha provocado unas tensiones tan fuertes en este Estado del bienestar que lo han agrietado provocando que miles, millones, de ciudadanos que vivían cómodos gracias a la protección del Estado, de pronto, se hayan visto desamparados y sin recursos, mientras las clases más favorecidas seguían manteniendo unos niveles de vida similares a los de antes de la crisis.

El mayor daño lo sufre la socialdemocracia, que pierde terreno porque cayó en la tentación de comprar el discurso conservador de la austeridad

No piensen que con esto estoy comprando un discurso de izquierdas: es un hecho constatable estadísticamente. Es más, diría que el gran cambio que provoca la crisis es la desaparición de las fronteras ideológicas, porque su efecto es demoledor en las clases activas independientemente de que estas votaran a la izquierda o a la derecha. Pero, sin duda, el mayor daño lo sufre la socialdemocracia, que empieza a perder terreno en la medida en la que tampoco es capaz de ofrecer un proyecto diferente al tradicional porque, sin duda, cayó en la tentación o en la necesidad de comprar el discurso conservador de la austeridad.

Es entonces cuando surgen en casi toda Europa movimientos alternativos. Incluida Francia. Si lo piensan bien, aunque Macron ha pasado por ser un candidato del sistema, realmente no lo es, no pertenece a ninguna familia tradicional. Podría decirse, incluso, que es un populista en la medida que ofrecía un programa para la gente. Y, desde luego, es un 'outsider' que está reinventando el concepto izquierda-derecha con un movimiento integrador que se aleja del tradicional choque ideológico-partidario. Lo que ha hecho Macron es levantar de nuevo la bandera de un Estado al servicio de los ciudadanos, que no es una bandera de la izquierda ni de la derecha, sino del sentido común, y eso ha calado en el pueblo francés.

Pero, volvamos al conflicto patrio: es muy difícil, por no decir imposible, que el PSOE se recupere de esa crisis porque, además, hay un componente de lucha interna personalista que agrava aún más la situación. El partido llega a estas primarias roto, y no es probable que después de lo que ocurra hoy pueda recomponerse. Es más, probablemente lo de hoy sea solo el principio del fin o de otro principio, eso es lo que todavía está por ver. El futuro del socialismo no va a pasar por la victoria de Sánchez o de Díaz, o no del todo, sino por un congreso en el que además de hablar de nombres tendrán que tomarse decisiones muy difíciles.

No será lo mismo si gana Sánchez, entre otras cosas porque ha demostrado que no tiene ningún principio sólido sobre el que construir un proyecto

Por supuesto, no será lo mismo si gana Sánchez que si gana Díaz, entre otras cosas porque el primero ha demostrado con creces que no tiene ningún principio sólido sobre el que construir un proyecto, más allá del de venderse al mejor postor para lograr el poder. Tampoco es que Susana Díaz sea Metternich, como dice un buen amigo mío, pero al menos tiene unos principios algo más sólidos que los de su compañero. Si gana Sánchez, es bastante probable que la fractura sea irreparable, pero habrá ganado porque hay una militancia que se siente herida y engañada por su propio partido y necesita un referente que le permita creer que hay algo mas allá de un gobierno en minoría del PP.

Si gana Díaz, habrá vencido el miedo a desaparecer, pero eso no oculta la profunda desafección que se ha instalado en la militancia y en el votante socialista respecto de sus dirigentes. Lo único que ha permitido una ventana a la esperanza es el hecho de que Podemos no ha sabido articular un discurso integrador, pero incluso en ese mundo se están produciendo entre bambalinas movimientos que saldrán a la luz una vez se aclare al menos quien manda en el PSOE. Pero, en cualquier caso, sea por defunción definitiva o por refundación necesaria, el PSOE va a dejar de ser lo que era. Puede ser un cambio traumático o puede ser un cambio ordenado, pero necesariamente va a tener que dar respuesta a la ambición de una militancia y de unos votantes que quieren volver a creer en un partido que piense en la gente y no en las élites.

Por fin ha llegado el gran día… Sin duda la de hoy es una de las fechas más esperadas del año, por todo lo que implica. Esta noche, supongo, vamos a saber si el próximo secretario general del PSOE se llama Pedro Sánchez o se llama Susana Díaz, y la decisión está en manos de varias decenas de miles de militantes socialistas de los que hoy depende el futuro del PSOE. O no. Me explico: cuarenta años después de aquel famoso Congreso de Suresnes en el que el socialismo patrio se deshizo del marxismo para abrazar la socialdemocracia, esa misma socialdemocracia se encuentra en una de las crisis más graves de su historia. Y no solo aquí, en España, sino en toda Europa.

Susana Díaz Pedro Sánchez