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Federico Quevedo

Dos Palabras

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Este es el último servicio que Rajoy puede hacer a España

Rajoy ha puesto a trabajar a su Gobierno, con el fin de adelantarse a todos los pasos que pueda dar la Generalitat en el camino de eso que ellos llaman la desconexión

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (4i), se despide del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el Salón Automobile Barcelona. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (4i), se despide del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el Salón Automobile Barcelona. (EFE)

Pararle los pies a Puigdemont. Así, como suena. Sin más. Ni menos. El 8 de noviembre de 2014, a Mariano Rajoy le preguntaron por el referéndum que se iba a celebrar al día siguiente en Cataluña, y su respuesta fue categórica: “En Cataluña no va a haber ningún referéndum”. El domingo día 9, millones de catalanes acudían a las urnas puestas por supuestos voluntarios y daban un sí a la independencia. Aquel simulacro de referéndum sirvió para dos cosas, la primera para demostrar que el independentismo tenía una fuerza notable, pero no suficiente, y, la segunda, para hundir al PP en las siguientes elecciones autonómicas en las que Ciudadanos se convirtió en segunda fuerza política en Cataluña, por detrás del Junts Pel Sí.

Era lógico: el votante del PP se sintió desamparado por un Gobierno que no hizo lo suficiente para frenar el desafío del referéndum. De hecho, y lo he escrito alguna que otra vez, el primer desobediente de la sentencia del Tribunal Constitucional que declaraba la ilegalidad de aquella acción fue el propio Gobierno de España, que se puso de lado, y necesariamente su electorado se lo facturó con uno de los peores resultados que había obtenido el PP en Cataluña, y eso que la operación Albiol consiguió que el desastre no fuera mayor.

Rajoy no quiere que eso vuelva a pasar, y ha puesto a todo su Gobierno a trabajar para evitarlo. De hecho, desde que es presidente del Ejecutivo, este no ha hecho nada más que confeccionar los Presupuestos del año en curso y pastorear el tema catalán. No hay agenda legislativa, ni la habrá, porque el Gobierno ya no tiene apoyos para aprobar leyes en el Parlamento. Solo tiene respaldo para pararle los pies a Puigdemont, porque eso es algo que hasta el propio Sánchez ha comprendido que no tiene un pase y que cualquier otra cosa que no sea eso implica un coste electoral demasiado alto.

El nuevo equipo asesor del reelegido secretario general del PSOE es bastante más sensato que el anterior, y dentro de lo antipático que Sánchez está resultando ser para los periodistas, le están llevando por un camino mucho más lógico y meditado… Nada de saltos sin red y sobresaltos como los que protagonizó en los meses siguientes al 20 de diciembre de 2016. Casa paso, ahora, se piensa detenidamente. Y a Sánchez le han hecho saber que en este asunto no puede parecer ni blando, ni complaciente. Incluso Iceta está de acuerdo, porque esta vez el desafío ha ido demasiado lejos.

Los Mossos, bajo mando de Interior

Y Rajoy, como decía, ha puesto a trabajar a su Gobierno, con el fin de adelantarse a todos los pasos que pueda dar la Generalitat en el camino de eso que ellos llaman la desconexión. Cómo evitar el referéndum era lo que más obsesionaba a Rajoy, porque había una decisión que el presidente tenía tomada de antemano: no estaba dispuesto ni a aplicar el artículo 155 de la Constitución, que implicaría suspender la autonomía, ni a enviar ninguna clase de uniformados que impidieran el desarrollo de la jornada de consulta.

Rajoy no está dispuesto a pasar a la Historia como el que permitió que Cataluña se separara de España sino todo lo contrario: como quien lo impidió

¿Qué hacer? Pues bien, no aplicar el artículo 155 de la Constitución no significa que en un momento dado el Gobierno no pueda suspender una determinada competencia y asumirla de modo provisional por una razón de Estado. La razón de Estado parece obvia, y la competencia también: la de Interior. De ese modo, el cuerpo de Mossos d'Esquadra pasaría a depender del Ministerio del Interior y sus mandos ya han dicho que, como funcionarios del Estado —y Cataluña forma parte del Estado—, no pueden desobedecer las leyes.

Esa va a ser la acción más contundente que adopte el Gobierno de Rajoy. El resto lo harán los tribunales, pero el presidente del Gobierno y líder del PP no está dispuesto a pasar a la Historia como el que permitió que Cataluña se separara de España, sino más bien todo lo contrario: como quien lo impidió. Y va a poner toda la carne en el asador para que eso sea así. Aunque es probable que sea el último servicio que le preste al país, porque visto como están las cosas, ese puede ser también el epílogo de su mandato.

Pararle los pies a Puigdemont. Así, como suena. Sin más. Ni menos. El 8 de noviembre de 2014, a Mariano Rajoy le preguntaron por el referéndum que se iba a celebrar al día siguiente en Cataluña, y su respuesta fue categórica: “En Cataluña no va a haber ningún referéndum”. El domingo día 9, millones de catalanes acudían a las urnas puestas por supuestos voluntarios y daban un sí a la independencia. Aquel simulacro de referéndum sirvió para dos cosas, la primera para demostrar que el independentismo tenía una fuerza notable, pero no suficiente, y, la segunda, para hundir al PP en las siguientes elecciones autonómicas en las que Ciudadanos se convirtió en segunda fuerza política en Cataluña, por detrás del Junts Pel Sí.

Mariano Rajoy Carles Puigdemont