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Y mientras tanto, los sindicatos a lo suyo
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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

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Y mientras tanto, los sindicatos a lo suyo

Que el PSOE perderá las elecciones se da por descontado, pero todavía hay mucha resistencia a reconocer las razones de su fracaso político. La explicación, digamos,

Que el PSOE perderá las elecciones se da por descontado, pero todavía hay mucha resistencia a reconocer las razones de su fracaso político. La explicación, digamos, oficial se remite a la existencia de una crisis internacional, nada que ver con errores propios que, y esto es cuanto se concede, no se abordó de manera adecuada, como si existiese una salida de izquierda de las crisis que, desafortunadamente, no se hubiese acertado a poner en práctica. Esta retórica, que se emplea a efectos electorales, oculta dos verdades básicas para tener una idea coherente de lo pasado, y de lo que nos espera si no se llevan a cabo cambios de fondo. La primera, es que no existe esa supuesta solución de izquierda, que ni siquiera como broma cabe admitir esa ocurrencia de Rubalcaba afirmando tener la clave del empleo, aunque reservada para su presidencia.

Cualquiera que mire las cosas sin demasiados prejuicios tendrá que admitir que no existen precedentes en toda Europa de que un gobierno socialista haya sacado a su país de la crisis, y que son muy numerosos los casos en que los socialistas han conseguido provocarla.

La segunda verdad que se oculta en esa explicación piadosa es que quienes se han beneficiado más de la desastrosa gestión de la crisis, se disponen a entrar en batalla para no perder los privilegios sindicales, por supuesto, ni retroceder un palmo en  las cotas conquistadas, impidiendo, de este modo, que puedan sacarnos de la crisis quienes, según ellos, tienen la culpa de todo. Esta es la explicación última de la huelga de educación, lo que significa que, aunque se admita que el hecho de no haber hecho los ajustes oportunos en la contención del gasto público no ha servido para arreglar la crisis sino para aguzarla, los beneficiados de ese estado de cosas no están dispuestos, en modo alguno, a que otros puedan hacer lo que los suyos no supieron o no quisieron hacer. Se trata, en el fondo, de una versión de aquello que decía Jean François Revel: si las cosas en el capitalismo van mal, la culpa es del capitalismo, si las cosas en el socialismo van mal, la culpa es también del capitalismo.

Es posible que el nuevo gobierno consiga que podamos llegar a una situación menos desastrosa que la que amenaza a griegos y portugueses, y que nos libremos de tener que poner en la calle a unos centenares de miles de trabajadores públicos con escasos títulos para su función, pero, para empezar, los sindicatos no están dispuestos a admitir que se prescinda de unos trabajadores interinos que nunca debieran, con una buena gestión, haberse contratado.

Para ello habría bastado con seguir el ejemplo mallorquín, cortar el crédito a los liberados sindicales, de modo que un número escandalosamente alto de profesores volverían a la docencia haciendo completamente innecesaria la contratación de interinos o el aumento del número de horas lectivas. Claro es que, con esa medida, seguramente muy antisocial, se impediría que centenares, sino miles, de liberados sindicales puedan seguir cultivando esas inconcretas y muy llevaderas funciones sindicales que les evitan tener que madrugar para empezar las clases a las ocho y media de la mañana.

No deja de ser escandaloso que los sindicatos, que no abrieron la boca cuando hubo una sustancial bajada de sueldos de los funcionarios, pongan el grito en el cielo cuando las administraciones tratan de apretarse el cinturón porque escasean los ingresos fiscales a consecuencia de la atonía económica, de esta crisis terrible y larga, que nunca preocupó gran cosa a unos líderes bien subvencionados, con un trabajo cómodo, y sin riesgo alguno.

Lo que le espera a Rajoy

Son muchos los que temen que este tipo de movimientos constituya una preparación para recibir a un gobierno que se verá obligado a aplicar medidas seguramente más severas. Aciertan, pero cabe dudar de que, más allá de la movilización de los sindicalistas, el funcionario de a píe, los profesores, los millones de personas que desean trabajar y prosperar, vayan a secundar seriamente esta estrategia de oposición.

Resulta escandalosa la actitud de los todavía ministros de Zapatero, que han actuado como pirómanos tratando de impedir el trabajo de los bomberos, como el Ministro de Educación que ha tenido las palabras más lisonjeras con las supuestas razones de la huelga. Claro es que el socialismo no puede practicarse sin jugar con habilidad este doble juego, hasta el punto que el actual Ministro de Trabajo participó activamente en las algaradas contra las tímidas y contradictorias reformas laborales que proponía el gobierno al que se ha incorporado.

Es esta hipocresía ocultada con demagogia barata la que impide a la izquierda ser una alternativa seria de poder en situaciones difíciles, por más que continué habiendo electores que  pierdan la cabeza y les voten para que arruinen el bienestar económico que otros han forjado con esfuerzos, sacrificio, e incomprensión. Hasta ahora ha sido así, pero no hay que desesperar de que algunos aprendan. 

* José Luis González Quirós es analista político.

Que el PSOE perderá las elecciones se da por descontado, pero todavía hay mucha resistencia a reconocer las razones de su fracaso político. La explicación, digamos, oficial se remite a la existencia de una crisis internacional, nada que ver con errores propios que, y esto es cuanto se concede, no se abordó de manera adecuada, como si existiese una salida de izquierda de las crisis que, desafortunadamente, no se hubiese acertado a poner en práctica. Esta retórica, que se emplea a efectos electorales, oculta dos verdades básicas para tener una idea coherente de lo pasado, y de lo que nos espera si no se llevan a cabo cambios de fondo. La primera, es que no existe esa supuesta solución de izquierda, que ni siquiera como broma cabe admitir esa ocurrencia de Rubalcaba afirmando tener la clave del empleo, aunque reservada para su presidencia.