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Malas noticias económicas
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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

Por

Malas noticias económicas

Einstein ironizó sobre la ciencia al decir que nadie cree en las teorías salvo el que las formula, pero, en cambio, nadie duda de los experimentos,

Einstein ironizó sobre la ciencia al decir que nadie cree en las teorías salvo el que las formula, pero, en cambio, nadie duda de los experimentos, salvo el que los ha hecho. Esta desconfianza, en el caso de los economistas, supone algo más que un sarcasmo: cuando se leen sus trabajos, no sólo es evidente que no suelen acertar en los pronósticos, sino que tampoco son muy fiables en materia de datos. De esta brecha en el conocimiento se aprovechan abundantemente los políticos, siempre dispuestos a propagar buenas nuevas. Es lo que ha pasado con las alegrías del Gobierno al presumir una fuerte reducción de nuestro déficit estructural durante 2012. Sin embargo, tal como informaba Carlos Sánchez en este periódico, la Comisión Europea ha afirmado que esa reducción de 3,5 puntos habría que dejarla en la mitad. No me voy a ocupar de la economía, sino de lo que significa políticamente esa mala noticia, que lo sería, incluso, aunque lo negasen los economistas: los políticos se han limitado a silenciarla, unos por interés, otros por estar ese día, probablemente, en Ponferrada, o en cualquier otro sitio, tratando de apagar el incendio doméstico de turno.

Para el PP la noticia es pésima, porque derrumba el andamiaje político en que se apoya, ya que decidió tirar por la borda todo su supuesto capital político para enfrascarse exclusivamente en el arreglo de la economía; pues bien, quince meses después de su llegada al poder, siguen sin arreglar la situación, y todo parece indicar que no van por buen camino, pese a los creyentes en que la economía es un estado de ánimo, que persisten en afirmar la inminencia del milagro. Transcurrido ya el primer tercio de una legislatura normal, nada parece indicar que las mismas políticas puedan obtener resultados distintos.

¿Sirve de algo subordinarlo todo a la economía cuando la economía no se arregla? La respuesta no ofrece dudas, de manera que quienes han apostado todo a la vuelta del bienestar económico, suponiendo que muerto Zapatero se acabaría la rabia, bien podrían empezar a pensar que se han equivocado de medio a medio, o, al menos, a tener alguna dudaLa verdadera cuestión es la siguiente. ¿Sirve de algo subordinarlo todo a la economía cuando la economía no se arregla? La respuesta no ofrece dudas, de manera que quienes han apostado todo a la vuelta del bienestar económico, suponiendo que muerto Zapatero se acabaría la rabia, bien podrían empezar a pensar que se han equivocado de medio a medio, o, al menos, a tener alguna duda. No hay nada que parezca anunciar un giro en la ortodoxia Montoro-rajoyana, puesto que el ministro de Hacienda ya ha anunciado que está dispuesto a “mejorar la estimación del IBI” y a poner tasas a los depósitos bancarios con la increíble excusa de que ya lo habían hecho algunas comunidades, en una muestra más de su fecundo ingenio.

Con una pizca de cinismo se podría decir que quienes reprochamos esa dejación política a Rajoy nos quejamos de balde, puesto que el actual líder del PP ya avisó en el congreso de Valencia (2008) que los liberales (y los conservadores) debían abandonar el partido. Aunque nadie se haya tomado en serio un consejo tan purista, y no se haya producido una desbandada, el PP no es liberal, porque ha subido brutalmente los impuestos, ha superado con creces el ridículo incremento propuesto por Cayo Lara, que pensábamos que no sabía economía, y no ha acometido ninguna reforma que implique el adelgazamiento de los aparatos políticos y administrativos. Pero el actual PP tampoco es conservador, a no ser de lo que Zapatero dejó bien atado, porque no ha movido un dedo en ninguna de las cuestiones que más inquietan a los que lo son, de manera que, al menos en este punto, no puede decirse que Rajoy no haya cumplido su palabra.

Recapitulemos. Primero se renuncia al programa, hecho para captar el voto, con la esperanza de que se arregle la economía y los electores perdonen el despiste a la vista de que se han vuelto más ricos y, supuestamente, más felices que antes, pero eso no está pasando. Puede que pase, no seré yo quien lo niegue, pero, a día de hoy, parece bastante menos probable que hace quince meses. En segundo lugar, como las cifras no acaban de encajar se le da la manivela a la maquinita de los afeites, se pierden facturas, se aplazan devoluciones de Hacienda, se entra en el puro y deliberado falseamiento de los datos, es decir, una nueva vuelta de tuerca en el neo-zapaterismo de este PP.

¿Qué se hace cuando se ve que en un edificio supuestamente sólido aparecen unas grietas harto sospechosas? Pues intervienen los bomberos, aparecen los técnicos y, normalmente, se desaloja el edificio. Claro es que las metáforas arquitectónicas no son de inmediata aplicación a la política, pero, ¿qué se hace cuando un partido es infiel a su programa y a sus electores, continúa con precisa fidelidad las políticas de su adversario, es enteramente ineficaz frente a la crisis, y aparenta creer que lo de la corrupción no va con ellos porque no lo han declarado a Hacienda? Si se le pregunta a Rajoy, dirá que no hay que hacer caso de habladurías, y si se pregunta a Montoro... no quiero ni pensarlo. Lo dicho, malas noticias económicas… y pésimas noticias políticas, aunque algunos se consuelen vanamente pensando que Rubalcaba lo tiene mal, que ya es miopía.

*José Luis González Quirós es analista político

Einstein ironizó sobre la ciencia al decir que nadie cree en las teorías salvo el que las formula, pero, en cambio, nadie duda de los experimentos, salvo el que los ha hecho. Esta desconfianza, en el caso de los economistas, supone algo más que un sarcasmo: cuando se leen sus trabajos, no sólo es evidente que no suelen acertar en los pronósticos, sino que tampoco son muy fiables en materia de datos. De esta brecha en el conocimiento se aprovechan abundantemente los políticos, siempre dispuestos a propagar buenas nuevas. Es lo que ha pasado con las alegrías del Gobierno al presumir una fuerte reducción de nuestro déficit estructural durante 2012. Sin embargo, tal como informaba Carlos Sánchez en este periódico, la Comisión Europea ha afirmado que esa reducción de 3,5 puntos habría que dejarla en la mitad. No me voy a ocupar de la economía, sino de lo que significa políticamente esa mala noticia, que lo sería, incluso, aunque lo negasen los economistas: los políticos se han limitado a silenciarla, unos por interés, otros por estar ese día, probablemente, en Ponferrada, o en cualquier otro sitio, tratando de apagar el incendio doméstico de turno.