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La alta velocidad y el trampantojo nacional
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José Luis González Quirós

Dramatis Personae

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La alta velocidad y el trampantojo nacional

El éxito de la farsa exige una lógica complaciente en el engañado, pero en España no escasea el producto: para el español medio es un axioma

El éxito de la farsa exige una lógica complaciente en el engañado, pero en España no escasea el producto: para el español medio es un axioma que si Alonso se sale de pista a 300 por hora la culpa es o de Ferrari o del circuito, pero si un tren de alta velocidad descarrila la culpa es del maquinista. Los que se pregunten por fallos del sistema, del trazado, del diseño del tren o de la política ferroviaria son unos antipatriotas, con Rajoy o con Zapatero, que tanto da.

Contra el exceso de velocidad

Por si faltase algo para cerciorarnos del “crimen del maquinista” se ha revelado que presumía de ir deprisa, sin respetar los radares, cuando todo el mundo sabe que los trenes de alta velocidad han de ir lentamente para enlucir el paisaje. La velocidad es un argumento moral en España, constituye por sí sola un exceso, de manera que no ha resultado difícil diagnosticar a ojo de buen cubero las causas del descarrilamiento. Este modo de enjuiciar es muy típico de nuestra cultura política, siempre hay un culpable al final de la cadena, nunca al principio, como con Bárcenas, por cambiar de tema.

Bárcenas y el sueño eterno

Bárcenas declara hoy ante el juez pablo ruzLas crónicas nos han hablado del preso más famoso de España presentándolo como un tipo campechano, buen compañero, un tío legal, al decir de algunos compañeros que han podido dar testimonio de las primeras jornadas de convivencia en Soto del Real. No me extraña. Según se ha sabido, Bárcenas le contó al juez Ruz que había logrado de Rajoy, a raíz de las maledicencias del caso Gürtel,el ideal de todo buen español: una paga opípara, despacho, secretaria, coche con conductor, contrato sine die y sin misión precisa, sólo con estar calladito y no aparecer mucho por la planta noble, para no tener que pronunciar su nombre. Un tipo que logra este estatus es un héroe nacional, alguien que ha alcanzado el sueño eterno de la pereza hispana, nada que hacer y generosa paga. Bárcenas no ha sido cicatero con Rajoy, ha reconocido que le trató con cariño, porque Bárcenas es hombre agradecido, aunque ande un poco desconcertado en el nuevo despacho y sin chófer ni secretaria.

¡Malditos interventores!

Una de las primeras medidas que tomó el primer Gobierno socialista en 1982 fue suprimir el control previo del gasto por parte de la intervención del Estado. Se trataba de que los interventores no interfiriesen con sus pejigueras la enorme creatividad política que llegaba con el cambio. Unas décadas después, Griñán ha descubierto que a los interventores tampoco hay que hacerles caso a posteriori, cuando se ponen a hablar de lo que no les compete: ¿qué se han creído? La Junta tenía un plan con los ERE y un interventor no es quien para fiscalizar lo que se ha decidido distribuir alegremente entre la muchachada progre, leal y fiable, de manera que no hay razón para elevar al consejero, como lo ha dicho el propio Griñán, consciente de su inmarcesible poder que dura más allá de la huida, unas opiniones exageradas, levantiscas y torpemente minuciosas. Puede que la jueza Alaya, otra que parece creer en lo que hace, no sea de la misma opinión y se decida a tomar medidas que consigan marchitar tanta suficiencia. Veremos qué se dice luego.

Rajoy versionado

Reunión de ministros de exteriores de ueEn Moncloa tiran mucho del corta y pega, han mezclado la condolencia por lo de Santiago con una frase anterior dedicada a un terremoto chino, y no usan mucho el diccionario tal vez por culpa de Montoro que, según dicen, mete la tijera por doquier. El caso es que se ha dicho que Rajoy dará su versión de lo que pasa en la comparecencia, voluntaria, por supuesto, del primero de agosto. Estamos ante el enésimo intento de versionar algo, y no parece funcionar muy allá. Rajoy intentó versionar el PP de 1996 y ganó las elecciones, pero su política está resultando muy otra, una versión demasiado creativa. La ventaja de las versiones reside en la libertad del ejecutante, que te puede contar el cuento de la buena pipa cuando el público espera que se esmere con una Odisea digna antes de llegar a Ítaca y salir para Sanxenxo o sitio aún más recóndito. Peligra ese viaje si los del coro no se limitan al aplauso y cometen la osadía, bastante homérica, de tratar de enterarse de qué va la vaina, porque lo de las cifras de las exportaciones ya lo han descontado estos malandrines.

Orwell, versión hispana

El éxito de la farsa exige una lógica complaciente en el engañado, pero en España no escasea el producto: para el español medio es un axioma que si Alonso se sale de pista a 300 por hora la culpa es o de Ferrari o del circuito, pero si un tren de alta velocidad descarrila la culpa es del maquinista. Los que se pregunten por fallos del sistema, del trazado, del diseño del tren o de la política ferroviaria son unos antipatriotas, con Rajoy o con Zapatero, que tanto da.

Adif Caso Gürtel Renfe Cataluña