Ni Josep Lluís Núñez ni su ‘guiñol’ logran vender un piso en Barcelona

No hay manera de vender un piso. Ni por activa ni por pasiva, así que las inmobiliarias agudizan el ingenio en busca de soluciones. Una de las últimas en conocerse es la adoptada por el grupo inmobiliario Núñez y Navarro, dirigido por el ex presidente del Futbol Club Barcelona Josep Lluís Núñez.

 

La inmobiliaria, aun siendo una de las más solventes de Barcelona, se ha visto obligada a reinventarse. Como nadie compra, han decidido poner en alquiler 100 inmuebles de nueva construcción ubicados en la ciudad de Barcelona y alrededores. Muchas de las viviendas que Núñez y Navarro sacan al mercado de alquiler en Barcelona se encuentran en los barrio altos de la ciudad (Eixample, Gràcia, o Sarrià-Sant Gervasi), zonas muy cotizadas por las inmobiliarias, donde los pisos suelen venderse a precios astronómicos.

 

Esta es la segunda vez que el grupo inmobiliario se ve obligado a alquilar viviendas. Hace tres meses, hizo la misma operación y todos los inmuebles fueron arrendados con cierta prontitud. Por tanto, ya sabe por dónde empezar a capear la crisis de la bajada de ventas. Según la propia empresa, “la gente no quiere comprar y se está decantando más por el alquiler”. De hecho, si la iniciativa vuelve a funcionar, lo más seguro es que hagan lo mismo con un centenar más de pisos en los próximos tres o cuatro meses.

 

El personaje real de Josep Lluís Núñez no se aleja mucho de su guiñol en el programa Kracòvia, que se emite cada lunes en la televisión autonómica de Cataluña (TV3) y que lo firma la misma factoría que Polònia, el programa de sátira política que se ha hecho un hueco en la parrilla catalana.

 

En este programa de humor hay siempre una sección en la que salen los ex presidentes del Barça Josep Lluís Núñez y Joan Gaspart comentando la actualidad futbolística. El personaje de Núñez, interpretado magistralmente por Carlos Latre, siempre acaba sus gags llorando y lamentándose: “Es que no vendemos ni un piso”, dice. Tanto dramatizan la situación que, a menudo, el Núñez guiñol acaba pidiéndole una limosna a Gaspart.