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El juez Garzón, invitado estrella en toda boda de tronío que se precie
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El juez Garzón, invitado estrella en toda boda de tronío que se precie

Fue un papel que desempeñó con ejemplar dedicación y empeño la esposa de José María Aznar, la señora Botella, cuando corrían los días en que su

Fue un papel que desempeñó con ejemplar dedicación y empeño la esposa de José María Aznar, la señora Botella, cuando corrían los días en que su enérgico marido se ocupaba de la presidencia del Gobierno de España. Raro era el sábado, sobre todo en primavera y verano, en que la dama no oficiaba de ‘estrella invitada’ en alguna boda de alto copete desperdigada por cualquiera de los puntos cardinales del país. 

La gente se preguntaba, con la natural sorpresa, ¿y qué diantre pinta Ana Botella en esta boda, si los Aznar nunca han sido amigos de los contrayentes ni de sus familias? Misterio. Se supone que la señora acudía gratia et amore, es decir, que no recibía indemnización alguna, a la manera de ciertas estrellas de Hollywood que alquilan su presencia en toda clase de actos, por lo que el personal avisado pronto daba en maliciarse que se trataba de un ejemplo más de país con una democracia de medio pelo y sin división efectiva de poderes, donde estar ‘amigado’ con el Poder político equivale a estar protegido de no pocas contingencias. ¿Corrupción encubierta?  

Ahora, ese papel que con tanta galanura desempeñaba la señora Botella lo realiza -con menos elegancia, cierto, pero con la misma profesionalidad- nuestro famoso juez campeador Garzón, que no se pierde enlace matrimonial con pretensiones que ocurra sobre la piel de toro. Así sucedió el viernes 24, con motivo de la boda entre Antonio Asensio Mosbah, dueño del Grupo Zeta, e Irene Salazar Grau, una rica mexicana que arrastró consigo a cerca de 200 invitados aztecas, ninguno de los cuales lució mascarilla durante el festejo.

Boda propiamente dicha en San Francisco El Grande de Madrid y cena posterior en la Quinta La Finca del Jarama. Entre los invitados, Francisco González (BBVA), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés, otro fijo, se supone que por aquello de la lista de boda), José Montilla, Ruiz-Gallardón, Joan Laporta, y casi 700 más, entre ellos los Príncipes Felipe y Letizia (ver noticia de Vanitatis), dos astros de menor brillo ante el incomparable fulgor del justiciero Garzón.

Aparte del juez con Letizia

Y una imagen fija en la retina de no pocos invitados: el largo aparte que, a la salida del baño de señoras, casi al pie de la pista de baile, realizó la princesa Letizia –rodeada de guardaespaldas- con nuestro famoso juez Garzón, quien a su vez volvía de aliviarse del servicio de caballeros. El ‘solo’ fue tan evidente, tan notorio, que no hubo hijo de vecino que no tomara nota del largo monólogo del juez y de los gestos de asentimiento de la Princesa. ¿A propósito de qué?

El juez y su esposa se retiraron a las 3.30 de la madrugada del sábado, casi dos horas antes que los Príncipes, que se hartaron de bailar. Don Baltasar necesitaba descansar. Su vida social es tan intensa, que nuestro hombre vive en un sin vivir, agobiado por los compromisos del más diverso tipo. El próximo sábado le espera una nueva boda de tronío.

Todavía no se conoce el nombre de los afortunados contrayentes que este 2 de mayo gozaran de su presencia, pero algunos especulan ya con que se trata del enlace que, en Oviedo, unirá a Xavi Fainé –el hijo del presidente de La Caixa, Isidro Fainé- con la asturiana Carmen Paz, ambos fermosos y rubios como la cerveza. Un bodorrio de altos vuelos que en la gótica catedral ovetense (cinco de la tarde), con posterior convite en el Hotel Reconquista, reunirá a lo más granado del mundo financiero español.  

Y a todo esto, ¿qué pinta un juez de la Audiencia Nacional en este tipo de actos, llamémosles sociales? ¿Por qué razón es invitado el temible Garzón? ¿No hay nadie en este país capaz de rescatar a la Justicia del barro? Oigo, patria, tu aflicción y escucho el triste concierto… (de la celebérrima oda patriótica El dos de mayo, obra de un tal Bernardo López García).

Fue un papel que desempeñó con ejemplar dedicación y empeño la esposa de José María Aznar, la señora Botella, cuando corrían los días en que su enérgico marido se ocupaba de la presidencia del Gobierno de España. Raro era el sábado, sobre todo en primavera y verano, en que la dama no oficiaba de ‘estrella invitada’ en alguna boda de alto copete desperdigada por cualquiera de los puntos cardinales del país. 

Baltasar Garzón Antonio Asensio Mosbah