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Carlos Ocaña se hace marxista: si no le gustan mis principios, tengo otros
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Carlos Ocaña se hace marxista: si no le gustan mis principios, tengo otros

Decía Marx (Groucho) aquello de “no se preocupe, caballero, si no le gustan mis principios, tengo otros”. Y otro Carlos (Ocaña) parece haber hecho suya la

Decía Marx (Groucho) aquello de “no se preocupe, caballero, si no le gustan mis principios, tengo otros”. Y otro Carlos (Ocaña) parece haber hecho suya la proclama. El anterior secretario de Hacienda no se ha cansado de repetir hasta poco antes del verano que ‘sí o sí’ el Gobierno cumpliría este año el objetivo de déficit, que, como se sabe, se ha situado en el 6% para el conjunto de las administraciones públicas. ‘Se trata de un objetivo irrenunciable”, solía decir, ufano y seguro de sí mismo, tras presentar la ejecución del presupuesto.

Han pasado unos meses desde que Ocaña salió de Ministerio y todo ha cambiado. El ex secretario de Estado de Hacienda reconoce, ahora en privado, que el desequilibrio fiscal se situará este año en el entorno del  8%. ¿Qué ha pasado para tal giro de 180 grados? Pues ni más ni menos que el aragonés tiene nuevo trabajo. Ocaña es ahora director general de Funcas (la fundación de las cajas ahorros -si es que queda alguna-) y su servicio de estudios le ha obligado a cambiar el discurso.

Ocaña tenía dos opciones: seguir creyendo a los técnicos de Hacienda o a sus propios economistas, y al final ha optado por lo segundo. El problema no es sólo que su credibilidad haya quedado tocada, sino, sobre todo, la del Ministerio de Economía en unos momentos especialmente crudos para España. Si el número dos del Ministerio nada más salir de la calle Alcalá dice que las previsiones oficiales son falsas, es que este país tiene un problema serio.

Ocaña, como otros ex altos cargos, fue de los primeros en abandonar el barco socialista antes del naufragio. Y qué mejor sitio para guarecerse durante algún tiempo que Funcas: buen sueldo y poco desgaste. Otros compañeros suyos del PSOE (Jordi Sevilla) lo intentaron, pero él lo ha logrado, pese a tener el dudoso éxito de ser el responsable de Hacienda que dejó al país con mayor déficit de su historia. Todo un ejercicio de rigor fiscal, que es lo que reclama Funcas con buen criterio desde hace años. Pero ya se sabe cómo es la política y el de los favores políticos.

Decía Marx (Groucho) aquello de “no se preocupe, caballero, si no le gustan mis principios, tengo otros”. Y otro Carlos (Ocaña) parece haber hecho suya la proclama. El anterior secretario de Hacienda no se ha cansado de repetir hasta poco antes del verano que ‘sí o sí’ el Gobierno cumpliría este año el objetivo de déficit, que, como se sabe, se ha situado en el 6% para el conjunto de las administraciones públicas. ‘Se trata de un objetivo irrenunciable”, solía decir, ufano y seguro de sí mismo, tras presentar la ejecución del presupuesto.