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El tesoro que Bankia esconde bajo llave en lo más alto de la torre
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El tesoro que Bankia esconde bajo llave en lo más alto de la torre

Hace tiempo que la planta noble de Bankia, sita en lo más alto de las torres Kio, no sufre el ajetreo de antaño con idas y

Hace tiempo que la planta noble de Bankia, sita en lo más alto de las torres Kio, no sufre el ajetreo de antaño con idas y venidas de gerifaltes de la más diversa índole. Todo el que ha sido alguien en este país ha pisado en alguna ocasión su moqueta. Nos referimos a presidentes del Gobierno y habituales de las páginas de Forbes.

Pero los nuevos capos de Bankia parecen haberse olvidado de tan fastuosa sala. Los comités de dirección de las ocho de la mañana ya no se celebran allí sino unas plantas más abajo, en la trece, de una sobriedad casi espartana.

Esas dependencias son las elegidas también por Goirigolzarri para despachar con la troika. De hecho, el ascensor que conduce a los hombres de negro a sus reuniones con la guardia de corps de Bankia se frena en la planta trece y no alcanza cumbre. Da la impresión de que alguien hubiera puesto un tope para que no pueda ir más allá.

Los chicos de Rehn (Comisión), Draghi (BCE) y Lagarde (FMI), merodeadores habituales de las torres de Plaza Castilla desde que el banco español fuera nacionalizado, se desayunan con los research de Bankia con la germana intención de exprimir hasta el último euro. No en vano, les van a prestar (en un futuro) 24.000 millones de euros, o lo que es lo mismo, un riñón y parte del otro de las arcas comunitarias. La consigna de la troika es clara: la entidad española debe vender todo lo vendible para hacer cash.

Es entonces cuando los españoles miran de reojo al último piso y sueltan un suspiro. ¿Qué hay en lo alto de las Torres Kio? ¿Qué secretos esconde Bankia en la planta noble para tener que cerrarla con candado a los hombres de negro?

A saber: un puñado de cuadros que vale un potosí. Ahí cuelgan un Rafael Canogar, y un Juan Genovés, y un José Guerrero, y otras tantas obras de arte contemporáneo. El valor de las mismas es incalculable. De enterarse las hordas europeas de que la planta noble alberga tan valioso tesoro, a buen seguro que acudirían con una saca prestada por Merkel y arramplaría con él en un suspiro.

Ahora bien,  el dueño real de tan suntuosa pinacoteca no es Goirigolzarri sino Rodrigo Rato, pues las obras son propiedad de la Fundación Caja Madrid que todavía preside el exdirector gerente del FMI. Y ahí, señores de negro, pinchan en hueso.  

Hace tiempo que la planta noble de Bankia, sita en lo más alto de las torres Kio, no sufre el ajetreo de antaño con idas y venidas de gerifaltes de la más diversa índole. Todo el que ha sido alguien en este país ha pisado en alguna ocasión su moqueta. Nos referimos a presidentes del Gobierno y habituales de las páginas de Forbes.