Los ingenieros de Caminos 'revientan' el foro de los jefes de las autopistas

Los responsables del Gobierno no ganan para sustos. Cada vez es más común que cualquier acto público sea reventado por protestas de colectivos afectados por la crisis. La Universidad, repleta de jóvenes con un futuro bastante incierto, se ha convertido en el escenario perfecto para este tipo de reivindicaciones. Ayer le tocó el turno a Rafael Catalá, secretario de Estado de Infraestructuras, que sufrió en sus carnes el malestar por el despido de unos 300 empleados de la Universidad Politécnica de Madrid.

Catalá asistió a la Escuela superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos a clausurar el Foro de Desarrollo Empresarial de Infraestructuras organizado por AT Kearney cuando se encontró con una pitada de altos decibelios. El secretario intentó hacerse oír en una sala repleta de empresarios de primera fila, como Juan Ignacio Entrecanales, vicepresidente de Acciona, Gonzalo Ferré, presidente de Adif, y Manuel Manrique, primer ejecutivo de Sacyr, entre otros.

Pero le fue difícil. Su voz apenas llegaba al auditorio con una claridad suficiente debido a la intensidad de la cacerolada, con altavoces que hicieron pasar un mal rato a los asistentes. Tal fue el trago que Catalá tuvo que decir que las protestas eras “legítimas”, si bien matizó que España se enfrentaba a  "objetivos superiores" como el equilibrio de las cuentas públicas.

Entre pitada y pitada, el secretario de Estado consiguió ensalzar que las constructoras españolas lograron el año pasado contratos en el extranjero por valor de algo más de 23.000 millones de euros, de los que el 40% fueron concesionales, Un dato que uso para ensalzar que la internacionalización de las empresas es uno de los pilares de la política de infraestructura de futuro del Ministerio de Fomento.

El número dos del departamento de Ana Pastor aportó ese dato como ejemplo de la "fortaleza del sector empresarial español" y destacó la oportunidad de desarrollo y empleo que ofrece la expansión exterior y que está haciendo que la ingeniería española sea vista en el mundo como "garantía de calidad". 

Acabada la conferencia, en la que Catalá insistió en la colaboración pública-privada como solución a la falta de financiación bancaria, los ponentes optaron por dejar el centro con celeridad y olvidarse de la comida que se iba a celebrar en la Universidad Politécnica para cerrar el evento. Ya les habían dado el aperitivo.