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Juan Abelló luce palmito con el mayor lobista de España en el restaurante de moda
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Juan Abelló luce palmito con el mayor lobista de España en el restaurante de moda

España es tan rica que, en un momento como el actual, con el sentimiento nacionalista a flor de piel, se puede combinar perfectamente un magnífico restaurante

España es tan rica que, en un momento como el actual, con el sentimiento nacionalista a flor de piel, se puede combinar perfectamente un magnífico restaurante vasco en un hotel de cinco estrellas conocido por ser parada y fonda de los toreros más importantes del ruedo ibérico. Esa combinación se conjuga es el Hotel Wellington, en uno de cuyos laterales está instalado Goizeko, uno de lugares de moda para los ejecutivos que mejor lidian a la hora del almuerzo.

Uno de ellos es Juan Abelló, el inversor millonario por excelencia, con una fortuna personal que supera los 2.500 millones de euros. Amante del buen vivir, el farmacéutico, como le llama su mujer -la rica Ana Gamazo- por el origen de la fortuna familiar, multiplicada por muchos ceros al calor de la amistad con Mario Conde, se dejó ver el pasado martes por el restaurante con ese porte que mantiene intacto.

Con traje gris azulado, camisa azul clara y corbata de tono rojo pálido, Abelló entró en el local situado en pleno barrio de Salamanca con una alegría desbordante y algo de prisa. Tras saludar rápidamente al comensal que le esperaba en una discreta mesita al fondo, tomó raudo el camino de los servicios para evacuar. Ya más relajado, Abelló se dio una vuelta por el salón decorado con aire minimalista para repartir besos y abrazos por doquier.

Su aspecto, adornado con un moreno cuasi caribeño de piel, era tan llamativo que uno de sus colegas le calificó como “sedoso”. Ni rastro de la cornada que se llevó hace unos meses de Sacyr Vallehermoso, de donde salió magullado, con muchas pérdidas y con la puerta cerrada para torear en la plaza de primera que es el consejo de administración de Repsol.

Uno de los saludos más efusivos se lo dio con Ladislao Azcona, probablemente el lobista con más influencia en Madrid. Dueño de la agencia Estudio de Comunicación, que emplea a más de cien periodistas especializados en asuntos financieros, incluido el padre de la princesa Letizia, Lalo comparte con Abelló su arraigo a la discreción, al secreto, su temor a ser fotografiado, a ser retratado, más allá de sus inversiones públicas, como la que tiene en Tecnocom y en Tressis, el bróker donde se juntan varias de las primeras fortunas de España.

El cariño mostrado entre Abelló y Azcona fue compartido después con José Manuel Urgoiti, exconsejero delegado de BBVA, expresidente de Acciona y consejero desde la antigüedad -ya más de 20 años- de Inditex. Urgoiti, con ese optimismo y elegancia que le caracteriza, departió sobre vinos, fincas y Amancio Ortega, del que habla maravillas. Temas más amenos en comparación con el follón del Banco Gallego, del que era presidente hasta hace unos días antes de la venta a Banco Sabadell. 

España es tan rica que, en un momento como el actual, con el sentimiento nacionalista a flor de piel, se puede combinar perfectamente un magnífico restaurante vasco en un hotel de cinco estrellas conocido por ser parada y fonda de los toreros más importantes del ruedo ibérico. Esa combinación se conjuga es el Hotel Wellington, en uno de cuyos laterales está instalado Goizeko, uno de lugares de moda para los ejecutivos que mejor lidian a la hora del almuerzo.

Juan Abelló