Juntos, pero no revueltos: Díez y Ciutadans siguen sin tener 'feeling'

Aunque coinciden en el fondo, las diferencias que los separan siguen siendo abismales. Por más que haya habido celestinas de diferente pelaje y condición con bienintencionados intentos de juntar a la lideresa de UPyD, Rosa Díez, con el barón de Ciutadans, Albert Rivera. Entre otros, el dramaturgo Albert Boadella, que el pasado mes de noviembre, en una mesa redonda organizada por este diario, le sugirió a la bilbaína que, lisa y llanamente, “follase” con Ciutadans porque ambos son “carne de la misma carne”.

Pero el feeling entre ambos líderes y entre las formaciones que ambos representan no acaba de llegar. No hay intimidad para consumar lo que muchos votantes piden en la calle. Y esa falta de sintonía se deja ver en las raras ocasiones en las que ambos políticos coinciden en un mismo espacio. La última, por cierto, el pasado martes, en el Congreso de los Diputados, con motivo del debate sobre la cesión a Cataluña de la competencia para organizar un referéndum.

Rivera formaba parte de la amplísima delegación de políticos catalanes que se desplazó a Madrid para seguir, desde las abarrotadas tribunas, el cara a cara entre la delegación catalana y Rajoy y Rubalcaba. También intervino Rosa Díez, que aprovechó su participación en la tribuna para publicitar el libro impulsado por la fundación de UPyD, A favor de España, el coste de la ruptura.

Que las relaciones entre ambas fuerzas no son buenas quedó patente cuando Rivera, en el patio del Congreso, reunió a los medios de comunicación para hacer unas declaraciones y para criticar la cobardía de Artur Mas al no viajar hasta Madrid para defender, personalmente, la proposición. A unos metros de distancia seguía el revuelo organizado por Rivera uno de los cinco diputados magentas de UPyD. Lo seguía de cerca pero sin querer pegar la oreja sobre lo que decía. Pero su interés era mayor de lo que, despreocupadamente, quería aparentar, así que, en cuanto pudo, se acercó a un periodista para inquirir sobre lo que había dicho el sujeto en cuestión. Hasta ahí, nada anormal, si no fuera porque, a la hora de referirse a Rivera, soltase algún que otro improperio de esos que quedan un poco malsonantes reproducir aquí y que vienen a demostrar, de momento, que el clima no está como para muchos 'folleteos'. Boadella, por tanto, tendrá que seguir esperando o, si no, esforzarse más en sus labores como celestino.