Pablo Iglesias, los dragones y 'Juego de tronos'

Comentarios irónicos, ocurrentes o despectivos corrieron por las redes tras conocerse que Pablo Iglesias acudiría a Canal Plus Series a comentar el capítulo final de la cuarta temporada de la popular serie Juego de tronos. Esas críticas, a menudo formuladas como burla a su afán de salir en los medios, pasaron por alto dos hechos: que Iglesias publicará en breve en la editorial Akal el ensayo Ganar o morir. Lecciones políticas en 'Juego de tronos', por lo que su participación televisiva en un programa especializado le sirve como plataforma publicitaria, y, en segundo lugar, que no hay nada de ego en esto. Iglesias continúa haciendo política por otros medios.

Una de las lecciones más evidentes que el dirigente de Podemos extrajo de su completo aprendizaje político fue que simplificar los mensajes de forma que resultasen accesibles para el votante (esto es, dirigirse a la gente en su idioma) era clave para llegar al poder. Iglesias forma parte de una generación cuyo paisaje vital ha estado dibujado por el audiovisual y las personas de su edad han aprehendido la realidad a través de las pantallas y de las canciones tanto o más que la de la experiencia directa de la calle. El promotor de Podemos se dio cuenta rápidamente del potencial político y comunicativo que residía en la cultura, y más después de observar cómo algunos dirigentes sudamericanos fueron capaces de llegar al poder apoyándose en lo popular.

De ahí su CV: Iglesias es máster en humanidades (2010) en la especialidad de Estudios Culturales por la Universidad Carlos III de Madrid con una tesis sobre análisis político del cine y es también Master of Arts in Communication (2011) por el European Graduate School (Suiza), donde fue alumno de los más influyentes intelectuales de la izquierda posmaterial, como Slavoj Zizek, Giorgio Agamben, Michael Shapiro, Judith Butler, Jacques Rancière o Michael Hardt. Además, ha coordinado dos libros, Cuando las películas votan. Lecciones de ciencias sociales a través del cine (Catarata) y Maquiavelo frente a la gran pantalla. Cine y política (Ed. Akal), donde deja claro su conocimiento de la cultura como plataforma de difusión de ideas: las narraciones culturales poseen una carga emocional que las hace especialmente útiles para ese objetivo.

Pablo Iglesias y La Khaleesi

Desde este punto de vista, el texto de adelanto sobre Juego de tronos resulta revelador respecto de sus intenciones. Por una parte, porque advierte de que no habla de una serie de ficción, sino del presente (“Como en Juego de tronos, nosotros mismos nos enfrentamos a una situación de una complejidad política incomparable, y especialmente sentimos la imperiosa urgencia de tener que hacer algo para cambiar este desastre y empezar a hacerlo ya”), pero también porque el texto describe a la perfección cuáles son sus planteamientos políticos.

Iglesias simpatiza con el personaje de Khaleesi, que cree “que en un mundo terrible es preciso tener el mayor ejército, las mejores armas (los dragones) y saber mandarlos sin que tiemble el pulso”. Como el poder está ahí, y siempre va a estarlo, sólo puede hacerse una diferencia real en torno a él, que “lo detenten quienes ponen cadenas o quienes quieren acabar con las cadenas”.

Iglesias siempre ha aspirado al poder, y por eso ha emprendido la aventura de Podemos. Su apuesta pretende convertirse en hegemónica desde su fundación. No quiere ser una fuerza más, sino la fuerza dominante. En sus palabras: “No es posible acabar con la violencia y el poder en sí mismos, tan sólo cabe apropiarse de ellos y, neutralizando al resto de fuerzas y poderes, ponerlos al servicio de un determinado principio de legitimidad”. Quizá porque como dice de La Khaleesi, “del mismo modo que la legitimidad le ha dado poder, el poder mismo, los dragones, los ejércitos, le dan una nueva legitimidad”.