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Correos se gasta 120.000 euros en relojes para dar la hora a sus jubilados
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Correos se gasta 120.000 euros en relojes para dar la hora a sus jubilados

Pese a que el negocio de envío de cartas atraviesa sus horas más bajas, Correos no ha dudado en destinar una partida de 120.000 euros en relojes para sus antiguos empleados

Foto: Un funcionario de Correos junto a varias personas. (EFE)
Un funcionario de Correos junto a varias personas. (EFE)

El papel como medio de comunicación tiende a la obsolescencia. Lo saben bien las empresas editoras de periódicos y revistas, inmersos en planes de ajuste perennes desde hace años. El mismo virus sufre el negocio del envío de cartas, un soporte que durante años fue fundamental para poner en contacto a las personas, hoy abatido por las nuevas tecnologías. En España, está tradición de antaño siempre ha sido monopolio de Correos, empresa pública inmersa dentro de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), holding dependiente de los ministerios de Economía y Hacienda.

Correos lleva años en pérdidas operativas, sólo disfrazadas por el canon que le paga el Gobierno –139 millones en 2013, último dato oficial– para compensar los costes que le supone prestar este servicio postal universal, esto es, garantizar a todos los ciudadanos de cualquier rincón de España un servicio postal de calidad, con accesibilidad, regularidad y a precio asequible. Aunque, como ocurre con los trenes comarcales, apenas tengan usuarios.

Sin embargo, su difícil situación económica, que le ha llevado a poner en marcha algún que otro expediente de regulación de empleo (ERE), no le impide tratar a sus exempleados como si la compañía aún viviese en los tiempos de Cuéntame. Hace unos días, Correos ha abierto un concurso para elegir a un proveedor que le suministre relojes para sus jubilados, para los añorados carteros. El presupuesto para tal regalo es de 120.000 euros, importe que será cargado a cargo de la SEPI, es decir, contra el bolsillo de todos los españoles.

Una factura mayor de la que se gastará la empresa pública en comprar bolsas para los carros de reparto de las cartas que aún sellan en las cerca de 2.400 oficinas multiservicio del grupo. La compañía tiene una plantilla de 53.000 personas y sus ingresos caen a un ritmo anual del 7%, hasta los 1.747 millones, el 90% procedente de servicios postales.

Menos mal que ya no quedan serenos ni pregoneros.

El papel como medio de comunicación tiende a la obsolescencia. Lo saben bien las empresas editoras de periódicos y revistas, inmersos en planes de ajuste perennes desde hace años. El mismo virus sufre el negocio del envío de cartas, un soporte que durante años fue fundamental para poner en contacto a las personas, hoy abatido por las nuevas tecnologías. En España, está tradición de antaño siempre ha sido monopolio de Correos, empresa pública inmersa dentro de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), holding dependiente de los ministerios de Economía y Hacienda.

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