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Luces de boda
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Luces de boda

 Siempre se dijo que era más difícil saber ganar que saber perder; y siguiendo con el esquema, parece mas difícil saber irse que saber quedarse. Las

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Siempre se dijo que era más difícil saber ganar que saber perder; y siguiendo con el esquema, parece mas difícil saber irse que saber quedarse. Las declaraciones de José María Aznar del pasado martes en Antena 3 TV demuestran que la afirmación anterior es cierta.

Ya se ha convertido en un tópico lo que dijo Felipe González, en relación con los expresidentes: “No sabemos qué hacer con ellos porque son como jarrones chinos; son valiosos pero no se sabe donde ponerlos”. 

La soberbia no está reñida con la capacidad para despistar al contrario. Aznar es soberbio, pero no tontoAznar ha sido el último ejemplo paradigmático de enfrentamiento entre el que se fue y el sustituto. La entrevista televisiva ha evidenciado un Aznar lleno de desconfianza hacia un Rajoy cuyo único delito consiste en querer volar por sus propios medios. Rajoy tuvo el valor que le faltó a Aznar cuando este último debería haber apechugado con las consecuencias de sus decisiones personales y haber asumido el riesgo de haber conducido al PP a la victoria o a la derrota electoral en las elecciones que ganó José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no, Aznar dio un paso atrás y dejó que fuera a otro, a Rajoy, al que le dieran la bofetada que muchos electores hubieran deseado haberle dado a él. Ese, y no éste, hubiera sido el momento para aparecer públicamente asumiendo protagonismo y responsabilidades y no en una entrevista televisiva, años después, intentando humillar a quien en su día hizo lo que Aznar no se atrevió.

Lo que Aznar ha hecho es exactamente lo que no hay que hacer cuando se abandona la responsabilidad política. Hay que saber aceptar que el autobús sólo se puede conducir desde el asiento del conductor; pretender conducir desde otra posición es arriesgarse a que el vehículo no llegue a ningún destino y lo más seguro es que el accidente se produzca a la salida de cualquier curva. Sólo desde el asiento del conductor se puede manejar el volante, el acelerador y el freno, además de poder ver las revoluciones del coche y mirar por el parabrisas y por los retrovisores para tener una idea completa del estado de la ruta por delante, por detrás y por los laterales. Nunca, por muchas veces que se haya hecho la misma ruta, son iguales las condiciones de circulación, por lo que pretender que se conduzca y se circule como se hacía cuando el que se marchó ocupaba esa responsabilidad es un ejercicio mezquino de soberbia, prepotencia y desconfianza en los demás.

Aznar dio un paso atrás y dejó que fuera a otro, a Rajoy, al que le dieran la bofetada que muchos electores hubieran deseado haberle dado a élSentarse en el último asiento del autobús, en silencio, y con el convencimiento de que el nuevo conductor recurrirá al veterano cuando tenga algo que preguntar, es la mejor forma de que la transición de un líder a otro se haga con toda normalidad, ahorrando el penoso espectáculo que produce la disputa y el enfrentamiento entre el que se ha ido y el que acaba de llegar; de ese modo se evitará la nostalgia por lo que se fue -porque seguirá ahí, en el fondo del autobús dispuesto a opinar cuando el conductor le pregunte-, se tendrá la sensación de que el nuevo líder goza del respaldo y la confianza del que se fue, y se sabrá que el nuevo líder no tendrá la tentación de matar al padre, porque el padre lejos de molestar, acompaña y da seguridad a quien se encontrará con cien dudas en su tremenda tarea de articular un proyecto colectivo.

¿Por qué Aznar no lo hace e incluso amenaza con la vuelta? La soberbia no está reñida con la capacidad para despistar al contrario. Aznar es soberbio, pero no tonto. Sabía que si no distraía con lo de su conciencia, su partido y su país, corría el riesgo de que las tertulias y los periódicos, en lugar de hablar de su posible retorno, hablaran de la noticia de ese día. Ya saben, lo de las luces de boda.

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Siempre se dijo que era más difícil saber ganar que saber perder; y siguiendo con el esquema, parece mas difícil saber irse que saber quedarse. Las declaraciones de José María Aznar del pasado martes en Antena 3 TV demuestran que la afirmación anterior es cierta.