¿Está bien encaminado el ministro Wert o debería dedicarse a otra cosa?

Hablando de becas, según declaró el lunes pasado el ministro Wert, "la pregunta que hay que hacerse es si un estudiante universitario que no puede conseguir un 6,5 está bien encaminado o debería estar estudiando otra cosa". La pregunta que yo le hago a él es si se refiere a cualquier alumno o sólo a aquellos que no tienen recursos económicos suficientes para afrontar el coste no subvencionado de la educación universitaria en España. Porque él debe saber perfectamente que la totalidad de los alumnos que acceden a una universidad pública en nuestro país, incluso aquellos cuyas familias dispongan de elevados niveles de renta y riqueza, reciben una importante ayuda como consecuencia de una financiación pública que alcanza entre el 70 y el 80% del verdadero coste de la plaza que ocupan. 

Por lo tanto, si podemos establecer unas exigencias académicas superiores a quien recibe el 100%, ¿no deberíamos establecer el mismo nivel de exigencia para quienes reciben el 70 o el 80%, partiendo de unas condiciones más favorables en medios y entorno familiar?  ¿El hijo o hija de una familia acomodada que difícilmente consigue una media de 5, a pesar de contar con todas las facilidades, no debería hacerse, según su lógica, la preguntita de “si está bien encaminado o debería estar estudiando otra cosa”? ¿O es que la formación profesional sólo es buena opción para los demás pero no para ellos? Ya lo dijo Wert: “El número de alumnos que elige Formación Profesional nos coloca a la cola de Europa”, por lo que, en su opinión, “todo el abandono escolar temprano tendría que recanalizarse a la FP". Ahí es donde el insigne ministro quiere enviar a los que tienen pocos recursos; seguro que el ministro peor valorado del gabinete Rajoy piensa aquello de que “hoy, estudia cualquiera”.

La cuestión no es si exigimos un 6,5 o un 5,5 de nota media. La cuestión vuelve a ser si discriminamos o no, si establecemos barreras o no, para una parte de la población en función de su nivel económico. Por eso la educación vuelve a ponerse sobre la mesa como el ámbito donde más claramente se pone de manifiesto la radical diferencia entre izquierda y derecha a la hora de entender el mundo, el que tenemos y el que queremos tener. Porque lo que está en juego, en realidad, es la aplicación real del principio de igualdad de oportunidades, y por extensión el propio principio de igualdad. ¿Qué sentido tiene que alguien que cuente con recursos económicos pueda ser abogado, economista, médico, o lo que quiera que sea, con una nota media de 5 en la carrera y, sin embargo, necesite para la misma titulación un 6,5 si no los tiene?

La cuestión vuelve a ser si discriminamos o no, si establecemos barreras o no, para una parte de la población en función de su nivel económicoDicho de otra forma, si eres rico, parte del título lo pagarás echando codos y otra parte con dinero, pero si eres pobre… Ay, amigo, lo siento, tendrás que estudiar más. ¿Y por qué no, ya puestos, para pagar su 20% se quedan después de la clase limpiando y ordenando el aula, o arreglan los baños mientras sus compañeros se van a la cafetería a jugar a las cartas? Total, a ellos, les vale con un 5. O que los de la beca les sirvan los desayunos a éstos. Tampoco se van a traumatizar por marcarse estas diferencias, teniendo en cuenta que ya en primaria se acostumbraron a abrir la tartera en el comedor de la escuela mientras sus compañeros del 5 esperaban a que les pusieran la comida calentita los monitores.

¡Es simplemente deleznable! Lo que pretenden el señor Wert y el PP es absolutamente inadmisible y sólo se puede concebir desde la óptica de quienes añoran todavía una sociedad de señoritos y sirvientes que mucho creíamos superada ya para siempre.

Muy sencillo señor Wert: o todos 6,5, o todos 5,5, o todos 5.

No se sabe la nota media anual que sacaba el Ministro de Educación;  si sacó 6,5 o más, esa nota nos demostraría que un aprobado alto no indica nada.