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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Maleta y puerta

Está bien que la rabiosa actualidad se imponga sobre lo que verdaderamente debería inquietarnos como ciudadanos de un Estado y de la Unión Europea

Foto: Juncker comparece ante la Eurocámara para hablar del Luxleaks. (Efe)
Juncker comparece ante la Eurocámara para hablar del Luxleaks. (Efe)

Está bien que la rabiosa actualidad se imponga sobre lo que verdaderamente debería inquietarnos como ciudadanos de un Estado y de la Unión Europea. Está bien que lo del presidente de la Junta de Extremadura acapare nuestra atención. Está bien que la astucia tramposa del presidente de la Generalidad de Cataluña se lleve todos los minutos y todas las páginas de la prensa diaria. Pero también estaría bien que noticias como las que nos servía hace unos días El Confidencial no cayeran en saco roto, porque son millones de euros los que nos han birlado mientras nos obligaban a sacrificar nuestro bienestar.

Esta era la noticia: “Pepsi, Ikea, FedEx y otras 340 empresas multinacionales han firmado acuerdos secretos con Luxemburgo que les permiten reducir drásticamente sus facturas fiscales globales pese a que su presencia en el Gran Ducado es testimonial. Estas compañías han desviado cientos de miles de millones de beneficios hacia el pequeño país centroeuropeo, una operación que les ha ahorrado miles de millones en impuestos, según la revisión de 28.000 páginas de documentos confidenciales realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y un equipo de más de 80 periodistas de 26 países”.

Mientras presidía el Eurogrupo, donde se diseñaban y supervisaban las políticas de austeridad que nos obligaban a recortar nuestros gastos sociales y derechos, porque no teníamos dinero para pagarlos, presidía también el país que robaba al resto de sus socios de la Unión millones y millones de euros

Ya se sabe quien estaba en ese tiempo al frente del gobierno luxemburgués como presidente y como ministro de Finanzas. Juncker era el líder del Gobierno de Luxemburgo cuando se aprobaron muchas de las ventajas fiscales del país. El mismo que, desde su nuevo cargo como presidente de la Comisión Europea, ha prometido mano dura con estas artimañas.

Pero Juncker no solo fue presidente y ministro de Finanzas luxemburgués. Es que como presidente del Eurogrupo, de 2005 a 2013, fue uno de los rostros visibles de las políticas de rescates y recortes que tanto daño han hecho y siguen haciendo en los países del Sur de Europa y en España. A este individuo hay que pedirle y exigirle la dimisión inmediata. Mientras presidía el Eurogrupo, donde se diseñaban y supervisaban las políticas de austeridad que nos obligaban a recortar nuestros gastos sociales y derechos, porque no teníamos dinero para pagarlos, presidía también el país que robaba al resto de sus socios de la Unión millones y millones de euros.

Si en lugar de confabularse con esas grandes multinacionales para obtener mínimas recaudaciones tributarias para su país a costa de los otros, el Sr. Juncker hubiera obligado a que esas multinacionales cotizaran en los países donde obtenían los beneficios, esos millones de euros que se llevó Luxemburgo y que no cotizaron en España, por ejemplo, hubieran evitado una parte del sufrimiento de los ciudadanos españoles, griegos, portugueses, irlandeses

No es que Juncker fuera un político más o menos destacado de Luxemburgo, es que era su primer ministro, el máximo responsable de la estrategia que nos ha sangrado durante años

Mientras aquí se prescindía de una parte del Estado del bienestar tan trabajosa y largamente conseguido, Luxemburgo presumía de ser el primer país del mundo en renta per cápita según el Banco Mundial, y el segundo según el FMI. Lo que no se entiende es que, encima, le dieran a Juncker el Premio Carlo Magno a la unidad europea por su contribución al proceso de integración europea, con los enormes problemas que ha coadyuvado activamente a crear a muchos países de la UE. Políticas como las llevadas a cabo por Juncker han sido las que más han servido para crear euroescépticos que propugnan por la ruptura de la Unión Europea.

Lo peor es que nada de esto coge a nadie de sorpresa. No se puede ser más tramposo. En esta ocasión, el PSOE acertó no apoyando su nombramiento como presidente de la Comisión. No es que Juncker fuera un político más o menos destacado de Luxemburgo, no, es que era su primer ministro, el máximo responsable de la estrategia que nos ha sangrado durante años.

No estaría mal que si se ha producido un fraude contra las haciendas estatales por parte de un país miembro, éste último fuera demandado ante el Tribunal de Justicia Europeo y se iniciara una investigación seria que pudiera tener consecuencias. No parece tan descabellado que si un Estado ha sido robado exija que le devuelvan su dinero, mucho dinero.

A ver si de una vez nos toman en serio. Pero de momento, maleta y puerta. 

Está bien que la rabiosa actualidad se imponga sobre lo que verdaderamente debería inquietarnos como ciudadanos de un Estado y de la Unión Europea. Está bien que lo del presidente de la Junta de Extremadura acapare nuestra atención. Está bien que la astucia tramposa del presidente de la Generalidad de Cataluña se lleve todos los minutos y todas las páginas de la prensa diaria. Pero también estaría bien que noticias como las que nos servía hace unos días El Confidencial no cayeran en saco roto, porque son millones de euros los que nos han birlado mientras nos obligaban a sacrificar nuestro bienestar.

Jean-Claude Juncker Unión Europea