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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Parejas de baile

En la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno de España, el culpable de todos los males que aquejaron a la patria

Foto: El presidente Mariano Rajoy saluda al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)
El presidente Mariano Rajoy saluda al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)

En la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno de España, el culpable de todos los males que aquejaron a la patria se llamaba PSOE. Para los ciudadanos, los socialistas y sólo ellos, fueron los únicos y exclusivos responsables de la deriva que tomó nuestro país a partir de 2008. El otro gran partido, el PP, no sólo quedó exento de cualquier responsabilidad, a pesar de su cuota de poder en los gobierno de varias Comunidades Autónomas y de bastantes Ayuntamientos y Diputaciones provinciales, sino que acabó siendo percibido por los ciudadanos como la solución alternativa a los males socialistas, como se puso de manifiesto en el abultado resultado electoral obtenido por ese partido en las elecciones municipales, autonómicas y generales del año 2011.

Ahora, después de tres años de gobierno del PP en casi todas las Comunidades Autónomas, en muchísimos Ayuntamientos y en el gobierno de España gracias a su amplia mayoría parlamentaria, los ciudadanos concluyen que se equivocaron cuando percibieron a los populares como la gran esperanza blanca que haría salir a España del agujero en donde la metieron los perversos socialistas. España no sólo no ha salido de la crisis, sino que si alguna vez saliera, aparecería como un Estado más mutilado como consecuencia de la amputación que los populares han hecho sobre el cuerpo social, cultural y económico del país.

Ahora ya no es Zapatero quien gobierna sino un señor llamado Rajoy. ¿Cuál es la diferencia con la etapa anterior? Fundamentalmente, la que no atribuye exclusivamente a los populares y a su presidente: el deterioro en todos los sentidos de la imagen y de la realidad española. Los ciudadanos piensan que el PP no cumplió con sus compromisos electorales y por eso están dispuestos a castigarles en las urnas en las próximas elecciones, y no sólo a ellos, también a quienes ya lo fueron por su gestión anterior, es decir, al PSOE. Parece deducirse de esta situación que al PSOE se le castiga electoralmente cuando no gobierna bien y, también, cuando está en la oposición, como ocurre en la actualidad.

Como resultado de todo eso, los sondeos de opinión reflejan una situación electoral que complica no sólo el panorama de esos dos grandes partidos, sino que adelanta un escenario que hará muy complicada, por no decir imposible, la gobernabilidad de España.

Aunque sociólogos y politólogos anden buscando remedios para limpiar y mejorar el funcionamiento de los partidos, los ciudadanos buscan que sea la política la que remedie un presente y un futuro que, cada día más, se parece menos a lo que todos desean. Y no parece que de aquí a noviembre vaya a ocurrir nada que contribuya a mejorar las expectativas electorales de los dos grandes partidos nacionales, ni nada que haga desmoronarse el posicionamiento electoral de Podemos. De mantenerse los resultados que estos días hemos visto publicados en los sondeos de opinión, el parlamento español se encontraría con tres parejas de baile: las formadas por PP-PSOE, PP-Podemos o PSOE-Podemos, sin que el orden de las siglas prejuzgue quien aportaría más votos y escaño en cada enlace. Y habrá que elegir. En los últimos días, el PP parece que apuesta por elegir de partenaire al PSOE que, a su vez, rechaza la petición. No pactará con Podemos, pero ya veremos qué pasa si en en Madrid y Valencia los votos socialista decidieran si gobernaba Podemos a cambio de obtener los apoyos de los de Pablo Iglesias, el Joven, en Extremadura y Asturias.

La Presidenta de la Junta de Andalucía ha dicho que el PSOE no pactará con el PP salvo para reformar la Constitución. Si yo fuera joven en paro o parado de larga duración, estaría mucho más reconciliado con el PSOE si este partido considerara prioritario pactar con el PP un plan de empleo que me proporcionara trabajo y estabilidad. Antes que reformar la Constitución, reformar el mercado laboral. Y antes, también, apuntalar el Estado de Bienestar para que siga tendiendo una red de seguridad para que todos los españoles, cualquiera que sea nuestra situación o suerte en la vida, podamos gozar de una buena y gratuita educación pública, de una sanidad universal y de calidad, y de una pensión acorde con las necesidades que se tienen a lo largo de una larga vida pasiva. Si sólo se recurre al PP tratando de pactar la reforma constitucional, se deja todo el espacio social a Podemos, que aparece ante los ciudadanos como el único capaz de evitar desahucios, jornadas laborales esclavistas, el hambre de los niños que sólo comen en la escuela, la muerte o el sufrimiento de quienes no pueden pagar determinados medicamentos, o la cárcel de una joven que no pagó algo más de 1000 euros.

En la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno de España, el culpable de todos los males que aquejaron a la patria se llamaba PSOE. Para los ciudadanos, los socialistas y sólo ellos, fueron los únicos y exclusivos responsables de la deriva que tomó nuestro país a partir de 2008. El otro gran partido, el PP, no sólo quedó exento de cualquier responsabilidad, a pesar de su cuota de poder en los gobierno de varias Comunidades Autónomas y de bastantes Ayuntamientos y Diputaciones provinciales, sino que acabó siendo percibido por los ciudadanos como la solución alternativa a los males socialistas, como se puso de manifiesto en el abultado resultado electoral obtenido por ese partido en las elecciones municipales, autonómicas y generales del año 2011.

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