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Los pactos y la nueva sociedad
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Los pactos y la nueva sociedad

¿Cómo van a encarar los nuevos políticos los cambios que se presentarán en un futuro próximo en los empleos, las relaciones laborales, las ciudades, el modelo educativo...?

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La revolución que supuso la aparición de Internet y su puesta a disposición para el gran público ha provocado, entre otras muchas alteraciones, el hecho de que cada día son más los trabajos que no requieren la presencia del trabajador en la oficina o en el centro de producción. Si esa tendencia sigue, y no parece que vaya a retroceder, parece un dislate el seguir planteando el sistema de relaciones laborales como si la sociedad industrial y la agraria fueran a seguir con el protagonismo que tuvieron a lo largo de los siglos pasados.

Trabajar en un sitio y vivir en otro no deja de ser una anomalía en la historia de la humanidad; el trabajador, agrícola o artesanal, vivió siempre donde tenía su trabajo o viceversa; fue la revolución industrial la que alteró la norma obligando a trabajar en un sitio, la fábrica, y vivir en otro, la gran ciudad. Fue esa revolución la que demandó el trabajo en cadena, lo que conllevó las vacaciones para todos en las mismas fechas, el horario igual para todos y la interdependencia en la forma de producir. Si ese modelo se está agotando, ¿se está pensando en un sistema de relaciones laborales que contemple un sistema de trabajo donde el trabajo en cadena está en retirada? ¿Serán necesarios convenios colectivos o convenios para cada trabajador individualmente considerados? ¿En qué horarios de trabajo habrá que pensar? ¿Parecería un desatino imaginar que cada trabajador realizará el trabajo encomendado en función de su propio horario y teniendo en cuenta la productividad exigida?

Si más de la mitad de la población podrá trabajar desde su casa, ¿cómo serán las ciudades del futuro? ¿Se está pensando en su nuevo diseño?

Si más de la mitad de la población podrá trabajar desde su casa, ¿cómo serán las ciudades del futuro? ¿Se está pensando en su nuevo diseño o se sigue creyendo que millones de personas seguirán entrando a primera hora y saliendo a última hora del día gastando ingentes cantidad de combustible?

Según un informe de la Unión Europea, un tercio de los empleos que se ofrecieron en los últimos cinco años no existían con anterioridad a esa fecha y es previsible que el cincuenta por ciento de los que se ofrezcan en el próximo quinquenio no existan en la actualidad. Si esos empleos van a estar relacionados con los servicios y las tecnologías de la información y el conocimiento, ¿seguirán siendo necesario los polígonos industriales o habrá que acercar esas fuentes de empleo al interior de las ciudades? Y si esas nuevas formas de trabajo exigen inteligencia y pocos desplazamientos, ¿qué tipo de infraestructuras serán necesarias para esa nueva forma de producción? ¿Más autovías y autopistas y trenes de alta velocidad o redes tecnológicas capaces de llegar a todas partes con la velocidad necesaria y la capacidad exigible para ese tipo de trabajos?

La democracia parece estar entrando en crisis en las sociedades occidentales, como consecuencia de que las generaciones digitales entienden esa forma de organización política de manera diferente a como se ha venido abordando hasta ahora, donde la relación piramidal entre los electos y los electores ha dejado de ser inteligible para una generación que la percibe como una relación en red entre iguales; un joven digital no comprende que pueda hablar con sus ídolos o héroes a través de las redes sociales y que no pueda tener la misma relación con el diputado de su provincia o con el gobierno de su pueblo, ciudad, región o país. ¿Para cuándo un cambio radical en la práctica democrática?

Ahora que los perfectos demócratas celebran la política de pactos, ¿habrán hablado de esta nueva sociedad y de la forma de encarar sus desafíos?

Si la sociedad de 2033 -año en el que saldrán los estudiantes que ahora inician su permanencia en el sistema educativo- no se va a parecer casi en nada a la actual, ¿está pensando ese sistema en cambiar sus métodos y su forma de organizar la transmisión de información y la adquisición de conocimientos? Cada generación tiene derecho a que se les eduque con la tecnología que exista en cada momento. Internet es la gran tecnología de hoy, que nuestros jóvenes dominan y entienden pero que se ven obligados a abandonar cuando se adentran en las aulas escolares españolas; quienes se informan, hacen amistades, intercambian experiencias y conocimientos, se enamoran, se pelean, se comunican, estudian, trabajan en la red no pueden entender que el sistema educativo les prive de esa herramienta que les acompaña durante toda la jornada no escolar y que les ayuda a descubrir nuevas posibilidades en su futuro.

Ahora que los perfectos demócratas suspiran y celebran la política de pactos, ¿se habrá hablado en los reservados de esta nueva sociedad y de la forma de encarar sus desafíos y oportunidades?

La revolución que supuso la aparición de Internet y su puesta a disposición para el gran público ha provocado, entre otras muchas alteraciones, el hecho de que cada día son más los trabajos que no requieren la presencia del trabajador en la oficina o en el centro de producción. Si esa tendencia sigue, y no parece que vaya a retroceder, parece un dislate el seguir planteando el sistema de relaciones laborales como si la sociedad industrial y la agraria fueran a seguir con el protagonismo que tuvieron a lo largo de los siglos pasados.

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