Los votos nazis no huelen

En la Europa-club (UE) la democracia noes un patrimonio común. Por razones que tienen más que ver más con la psiquiatría que con la política y la ideología, más con las frustraciones que con la racionalidad, el Mein Kampf de Adolf Hitler se ha convertido en un best-sellerdigital, y algunos ejemplares firmados por el genocida se han vendido en subasta alcanzando la extraordinaria cifra de casi 50.000 euros. ¿Quién paga esa cantidad para colocar en la estantería el libro que ha provocado más desgraciaa la Humanidad en los siglos de los siglos? A saber.

Lo importante es que seamos conscientes de que el nazismo, bajo formas eufemísticas y/o edulcoradas, ha regresado. Los nazis reviven. El cómico francés Dieudonné ha puesto de moda entre grupos de energúmenos un revival del saludo nazi que se denomina quenelle, palabra gala que remite a un significado escatológico. Consiste en estirar un brazo en diagonal y hacia abajo con la palma de la mano boca abajo mientras se toca el hombro con la mano contraria.

Estos fenómenos se están produciendo especialmente en Alemania y en Francia. Se les pone sordina y se empaquetan en formas de antisionismo cuando en realidad es antisemitismo puro y duro, racismo, xenofobia y judeofobia. Los adheridos a estos movimientos –muy callejeros pero controlados a distancia– no forman partido, pero hacen coro a determinadas formaciones que reciben sus votos como el emperador Vespasiano recibía los denarios por la utilización de la orina por los curtidores que la recogían de los mingitorios públicos de Roma. Pecunia non olet (“el dinero no huele”) decía el emperador.

Pues con los sufragios de los nuevos nazis que van a donde efectivamente pensamos que van, los dirigentes políticos beneficiados por ellos, una vez los reciben, los digieren sin necesidad de una camomille. No les huelen a mierda. También esta basura es Europa. Y no hay, por el momento, escombrera en la que arrojar el cascote totalitario.