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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

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En Estados Unidos, gracias a Jimmy Carter en 1970, se crearon las mayores empresas de concesión y aval de créditos hipotecarios para los más desfavorecidos, aquellos

En Estados Unidos, gracias a Jimmy Carter en 1970, se crearon las mayores empresas de concesión y aval de créditos hipotecarios para los más desfavorecidos, aquellos que no podían tener acceso a los créditos. Estas empresas se llamaron Fannie Mae y Freddie Mac. A lo largo de los años, y ante la incapacidad de generar más recursos propios, las empresas decidieron 'vender' sus activos hipotecarios de alto riesgo a bancos de inversión, que a su vez comercializaron estos paquetes entre los bancos comerciales del mundo, que a su vez se los vendieron a los ahorradores de sus bancos, dando lugar a la conocida crisis de las subprime. Aquella crisis que se destapó con la caída de Lehman Brothers y que descolocó al mundo financiero, según las autoridades españolas, no había tenido más efecto en España que la restricción del crédito global a la banca. De hecho, las entidades financieras en principio no tenían exposición a los activos tóxicos subprime gracias a una labor encomiable y ejemplar del Banco de España, que nos hacía ser “el sector financiero más solvente del mundo”.

Algunos explicamos entonces que, en España, pese a la doble garantía existente en el mercado hipotecario español (la del activo en sí mismo, y el aval de la persona compradora), el rápido deterioro de la economía, unido al colapso crediticio global, haría estallar las 'surprise' ( nuestras subprime). Por supuesto, éramos los antipatriotas. Cuando el crédito interbancario se cerró y los bancos centrales actuaron en masa para evitar males mayores, todos los bancos internacionales que tenían riesgos fuera de sus fronteras tomaron la decisión de 'ejecutar' sus créditos. La banca española era de las que más dinero había pedido a su sector en préstamos para financiar, entre otras cosas, el crecimiento del boom inmobiliario y de las infraestructuras españolas.

Cuando los bancos acreedores de los españoles empezaron a apretar las tuercas, los nuestros, en vez de pedir ayudas públicas ante la que se venía encima y asumir que tenían activos tóxicos (hipotecas y créditos sobre suelo, empresas, negocios, etc) de complicado cobro en recesión, adoptaron la famosa 'bicicleta': guerra de depósitos para captar ahorro con el que devolver las deudas y refinanciación de créditos a dos años, pensando que la crisis, o no era crisis o era desaceleración, o que la recesión iba a durar poco.

Desde 2008 se contabilizan 350.000 desahucios y hasta cinco reformas financieras. Cinco años después sigue sin haber créditos, la reforma financiera no está completa, y centenares de familias desahuciadas de sus viviendas al perder sus puestos de trabajo. En realidad, todo se sabía, porque los bancos y las cajas tienen servicios de estudios, el Banco de España también, y el Gobierno es evidente que también

Nada más lejos de la realidad. Muchos de los activos del sistema financiero español se iban devaluando mes a mes frente a la inacción del Banco de España y de los Gobiernos que decidieron, coordinados con la banca, que en España no pasaba nada, que el “desapalancamiento” se haría explicando que había crédito para los 'buenos', e inventándose una reestructuración en el 50% del sistema – el que afecta a las cajas-, para sumar insolventes con insolventes y dar como resultado grandes bancos “¿insolventes?”. Cuando las famosas SIP's no funcionaron (porque había cajas más saneadas que otras), todo se dilató en el tiempo. Se seguía negando la mayor, y asegurando que el “crédito existía”. Cada mes los activos inmobiliarios, los terrenos, los créditos a empresas se iban deteriorando en precio, el paro se incrementaba, el consumo se estancaba, la deuda pública se disparaba para soportar los “costes estructurales” asumidos de la época de grandes ingresos fiscales, cuando estos se desplomaban.

Y así pasaban los años. Desde 2008 se contabilizan 350.000 desahucios y hasta cinco reformas financieras. Cinco años después sigue sin haber créditos, la reforma financiera no está completa, y centenares de familias han sido desahuciadas de sus viviendas al perder sus puestos de trabajo. En realidad, todo se sabía, porque los bancos y las cajas tienen servicios de estudios, el Banco de España también, y el Gobierno es evidente que también. Pero en caso de que no existieran las previsiones, están Bruselas, el FMI, la OCDE… En fin, no se quiso ver la realidad, o se decidió que había otras prioridades.

El presidente Rajoy ha repetido en varias ocasiones que él no tiene amigos. Desde ayer lunes, tiene además, más enemigos. El Gobierno de Rajoy ha decidido que el bien común está por encima de los intereses sectoriales. Es verdad que gracias a la presión social, a las injusticias, y al deterioro evidente de la situación. Pero no es menos cierto que, de repente, los bancos tienen “reputación social”, y que los bancos adoptan medidas en nombre de “una razón humanitaria”. En los comunicados de ayer de la AEB y de la CECA no se hablaba de “problema sistémico”, ni de “colapso del sector financiero” por adoptar las medidas del sentido común. Es evidente que la actual ley hipotecaria es muy injusta para muchos. Igual de evidente es que, cuando esta crisis termine, el acceso al crédito en España será mucho más caro. Pero lo importante, ahora mismo, es solucionar lo urgente.

España vive una situación económica de extraordinaria gravedad, y las medidas que se adopten deben responder a la nueva realidad. Al igual que no hay ambiente ni ganas de una huelga general que provoque más pérdidas, más paro, más familias en la ruina… No hay ni ambiente ni ganas de perdonar una injusticia más a la banca financiada con dinero público. Lo increíble es que el sector con más medios, más gabinetes y mejor pagado, no se diera cuenta del tsunami que se le venía encima. No hay peor enemigo que un padre de familia honrado, que ha pagado siempre sus cuentas y que se ve sin trabajo, sin poder alimentar a sus hijos y con la soga al cuello de la hipoteca. Negociar la moratoria era la más común y básica de las medidas a adoptar.  

En Estados Unidos, gracias a Jimmy Carter en 1970, se crearon las mayores empresas de concesión y aval de créditos hipotecarios para los más desfavorecidos, aquellos que no podían tener acceso a los créditos. Estas empresas se llamaron Fannie Mae y Freddie Mac. A lo largo de los años, y ante la incapacidad de generar más recursos propios, las empresas decidieron 'vender' sus activos hipotecarios de alto riesgo a bancos de inversión, que a su vez comercializaron estos paquetes entre los bancos comerciales del mundo, que a su vez se los vendieron a los ahorradores de sus bancos, dando lugar a la conocida crisis de las subprime. Aquella crisis que se destapó con la caída de Lehman Brothers y que descolocó al mundo financiero, según las autoridades españolas, no había tenido más efecto en España que la restricción del crédito global a la banca. De hecho, las entidades financieras en principio no tenían exposición a los activos tóxicos subprime gracias a una labor encomiable y ejemplar del Banco de España, que nos hacía ser “el sector financiero más solvente del mundo”.