Es noticia
Seis millones
  1. España
  2. Facturas Pendientes
Pilar García de la Granja

Facturas Pendientes

Por
Pilar García de la Granja

Seis millones

Seis millones de parados cuando nos adentramos en el sexto año de crisis económica. Terrible. En España, el primer ajuste, el más sangrante, el más dramático,

Seis millones de parados cuando nos adentramos en el sexto año de crisis económica. Terrible. En España, el primer ajuste, el más sangrante, el más dramático, se produce en el mercado laboral. No hay nada más traumático que querer trabajar y no poder. El trabajo, el tener un salario, el poder mantener a nuestras familias, es un derecho fundamental. Muchas han sido históricamente las causas de la destrucción de empleo en España, pero tienen un denominador común: la poca 'flexibilidad' del mercado laboral. En España siempre ha existido el despido 'libre', lo que no existe es el despido 'gratis'.

Intentar abaratar el despido era una de las exigencias de todas las instituciones multilaterales, desde el FMI hasta la OCDE de Gurría pasando por la Unión Europea, para reactivar el mercado laboral. ¿Por qué? Es evidente que en recesión, con una caída en picado del consumo, las ventas y la actividad empresarial, pagar 45 días por año trabajado derivó en la desaparición de decenas de miles de pymes en España durante los años 2008, 2009 y 2010. Esas empresas y esos puestos de trabajo jamás volverán. Esos empleados de aquellas empresas llevan ya más de tres años en paro, y con todas las subvenciones agotadas. Son los cerca del 1,5 millones de desempleados de “larga duración”. Son aquellos cuyos sindicatos prefirieron que su empresa quebrara antes de ajustar salarios internamente. Son millones de empresarios arruinados.

Desde la reforma laboral, la tasa de crecimiento interanual del desempleo se reduce trimestre a trimestre, pasando del 18% al 13%. Los datos de desempleo analizados en perspectiva ponen de relieve que en 2012 se fueron al paro 400 personas menos de media al díaCon las reformas laborales de 2010, del ministro Corbacho, y de 2012, con Báñez al frente del Ministerio de Empleo, se trataba de abaratar para que, en un momento de extraordinaria debilidad económica -doble recesión-, las empresas no desaparecieran y trabajadores y empresarios se pusieran de acuerdo para negociar salarios, condiciones y, así, evitar en la medida de lo posible la quiebra masiva de pymes que ya se ha mencionado.

Con los datos de diciembre de la EPA, que disparan al 26% el desempleo en España, la economía acumula cinco trimestres de crecimiento negativo. Estamos, pues, sumergidos en pleno double deep (doble recesión) tras un periodo de estancamiento durante el año 2011. Fue el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien, en la presentación del Plan de Estabilidad 2012-2014, explicó el pasado mes de mayo que en 2012 el desempleo se iba a disparar en al menos 670.000 parados más. Finalmente han sido 694.000, frente a las previsiones que anunciaban que 672.100 personas perderían su puesto de trabajo.

Cuando las cifras arrojan que millones de personas quieren trabajar y no pueden, 1,8 millones de familias tienen a todos sus miembros en paro, más del 50% de los jóvenes no encuentra empleo y cerca del 45% de los mayores de 55 años no tiene trabajo, es prácticamente imposible encontrar algún dato bueno. Con todo, los hay. Una tendencia de destrucción masiva de empleo no se puede revertir sin crecimiento macroeconómico. De hecho, desde que se aprobó definitivamente la reforma Báñez, y habiendo registrado la actividad económica dos trimestres en negativo desde su aprobación, el paro se ha incrementado en 275.000 personas frente a las casi 440.000 del mismo período de 2011, cuando sólo estuvimos un trimestre en recesión. Por lo que respecta al último trimestre de 2012, con una décima más de caída del PIB (-0,6% vs. -0,5%), el desempleo se ha incrementado, sin embargo, en 108.000 personas menos que el mismo trimestre de 2011.

Según los datos del Gobierno, por tercer trimestre consecutivo el crecimiento del paro se modera. Desde la reforma laboral, la tasa de crecimiento interanual del desempleo se reduce trimestre a trimestre, pasando del 18% al 13%. Los datos de desempleo analizados en perspectiva ponen de relieve que en 2012 se fueron al paro 400 personas menos de media al día que durante los cuatro años de crisis anteriores, a pesar de que en el pasado no se estaba produciendo el ajuste de las cuentas públicas que ahora tiene lugar y tampoco se había abordado aún el ajuste en el empleo público (que no funcionarios) de las Administraciones Públicas.

Por primera vez desde el inicio de la crisis económica, el número de trabajadores autónomos ha aumentado en 2012, y lo ha hecho en 53.300. Nunca durante la crisis se había creado en un año empleo autónomo. De hecho, entre 2008 y 2011 se destruyeron 625.000 empleos por cuenta propia.

Ganar menos manteniendo el puesto

Ahora más que nunca, unido a un plan contra la pobreza (que la hay, y mucha), es fundamental mantener el poco trabajo que existe. De 46 millones de habitantes que tiene España, sólo 17 millones cotizamos a la Seguridad SocialLas empresas españolas que se enfrentan a situaciones de fuerte contracción de la demanda deben llevar a cabo ajustes para sobrevivir. Si no lo hacen, quiebran, sin posibilidad de reaparecer en la vida. En el ámbito del empleo, estos ajustes pueden realizarse vía precios (salarios) o vía cantidades (horas trabajadas y empleo). Cuanto mayor es la moderación salarial, menor es el ajuste necesario del empleo. La moderación salarial en 2012 estaría evitando parte de los ajustes vía destrucción de empleo. Otras vías de flexibilidad interna que facilita la reforma estarían contribuyendo a que la adaptación se produzca limitando los despidos: según los datos oficiales, hasta 30.000 trabajadores se habrían sumado a esta posibilidad manteniendo el puesto de trabajo. Ello está contribuyendo al incremento de la competitividad de nuestras empresas. Ganando menos, es cierto, pero teniendo un salario. La otra opción es el despido.

Estos datos son positivos, pero muy lejos de ser suficientes. En este primer trimestre de 2013 veremos aún los efectos del tsunami de la crisis global, y española en particular, que tienen que ver con la falta de crédito, el hundimiento del tejido productivo, el despropósito en el gasto público llevado a cabo en años anteriores, que ha estrangulado el mercado del préstamo para España, y la inflación en muchos salarios comparados con la competividad de sus receptores. A ello hay que sumar una economía sumergida de cerca del 30%, lo que explicaría que no se produzca un estallido social con mayor virulencia. Hablando de economía sumergida, no parece razonable perseguir a los pequeños empleados, autónomos, y pymes mientras se permite una desgraciada amnistía fiscal para los millonarios.

El líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha propuesto un gran pacto por el empleo en España. Cualquier iniciativa encaminada a crear empleo está bien, pero a estas alturas de la película todos sabemos que España está en suspensión de pagos, estamos sumergidos en el Plan de Estabilización para intentar salvar los muebles, es decir, una empresa llamada España. Todos sabemos que no hay dinero, que no hay posibilidad de encontrar trabajo y que perderlo implica de todo, menos cosas buenas. Por lo tanto, ahora más que nunca, unido a un plan contra la pobreza (que la hay, y mucha), es fundamental mantener el poco trabajo que existe. De 46 millones de habitantes que tiene España, sólo 17 millones cotizamos a la Seguridad Social. Hagan las cuentas: o rebajamos las cuotas a la Seguridad Social y bajamos algunos impuestos o el tsunami se alargará. 

Seis millones de parados cuando nos adentramos en el sexto año de crisis económica. Terrible. En España, el primer ajuste, el más sangrante, el más dramático, se produce en el mercado laboral. No hay nada más traumático que querer trabajar y no poder. El trabajo, el tener un salario, el poder mantener a nuestras familias, es un derecho fundamental. Muchas han sido históricamente las causas de la destrucción de empleo en España, pero tienen un denominador común: la poca 'flexibilidad' del mercado laboral. En España siempre ha existido el despido 'libre', lo que no existe es el despido 'gratis'.