Es noticia
Priorizar
  1. España
  2. Facturas Pendientes
Pilar García de la Granja

Facturas Pendientes

Por
Pilar García de la Granja

Priorizar

Durante el primer trimestre de este 2013 hemos vivido bajo una sensación de alivio económico. La cascada de reformas llevadas a cabo por el Gobierno del

Durante el primer trimestre de este 2013 hemos vivido bajo una sensación de alivio económico. La cascada de reformas llevadas a cabo por el Gobierno del PP durante la primera parte del pasado año, fundamentalmente el rescate bancario, nos dio el oxígeno necesario para terminar el denominado “año 0” de la legislatura. Sin embargo, la sensación de habernos salvado nunca llegó. Más bien, económicamente hablando, tenemos la imagen de seguir con el agua al cuello, eso sí, con la prima de riesgo por debajo de los 400 puntos básicos. Esto último no es baladí: implica cierto colchón, endeble, pero colchón al fin y al cabo.

Al tiempo que nos preocupa de forma importante el desastre de Chipre -no porque Chipre no sea un desastre, que lo es, sino por la decisión de los burócratas de Bruselas de confiscar los ahorros al más puro estilo argentino-, en España vuelven a encenderse todas las alarmas. En primer lugar, está el caos institucional, algo que resulta obvio con sólo echar una mirada a todas y cada una de las instituciones, que piden a gritos un cambio de modelo. Un cambio institucional que exige transparencia y dignidad. Las instituciones son las personas que las conforman y pueden morir en manos de cafres. De hecho, las instituciones del Estado comunista murieron con la caída del muro de Berlín. Y, antes que el muro, cayeron las personas que lo alimentaban bajo el paraguas de las instituciones.

El hecho de saber que el socio de Urdangarin se acogió a la amnistía fiscal de Montoro, como Bárcenas o los Pujol, dice mucho de algunas personas parapetadas en instituciones. Seguro que hay gente que quiere acabar con la Monarquía, con el Parlamento, que pone en duda la Justicia, la política, los sindicatos... Pero el problema no es quién duda o quién tiene intereses en desestabilizar (esto no es ajeno a la Democracia), el verdadero problema es que pueda lograrlo por la putrefacción infinita que muchas de estas instituciones emanan.

Al tiempo que los jóvenes con buenas expectativas profesionales se van, la famosa inversión extranjera huye de España por la inestabilidad institucional, el miedo a las modificaciones del marco regulatorio, la burocracia y los costes de producciónA la necesaria reinvención de las instituciones se une la endeble situación económica. Desde el IIF (Instituto de Finanzas Internacionales) se ha puesto seriamente en duda el cuadro macro de España. Se asegura que el crecimiento negativo este año puede ser del 2%, y, consiguientemente, el déficit público se disparará. Hasta ahora el gran esfuerzo de contención del gasto en España lo hemos hecho las familias y las empresas. La sangría del paro es consecuencia de la asfixia económica, que es consecuencia, a su vez, de la falta de crédito, de la espectacular subida de impuestos, la increíble presión fiscal unitaria que sufrimos y de la falta de recortes en el sector público.

Y este es el gran problema. El Gobierno no quiere explicar, porque no es tremendamente impopular, que no hay dinero para la sanidad tal y como la hemos concebido, o para la educación, o para las carreteras, o para el sistema de bienestar. Como no quiere enfrentarse a ello, hace recortes estéticos -cuyas consecuencias en malestar social son las mismas que si fueran quirúrgicos-, al tiempo que sube impuestos, aprueba la amnistía fiscal y sanea a la banca quebrada sin siquiera dar la oportunidad a los inversores extranjeros de apostar por las entidades financieras que deberían estar literalmente quebradas; en subasta pública.

Esta cerrazón por mantener un sistema del bienestar imposible provocará, una de dos, o más subida de impuestos o una verdadera segunda recesión en España de consecuencias imprevisibles en estos momentos. Alemania ofrece trabajo a 200.000 jóvenes españoles cualificados; y está muy bien que los jóvenes vayan a trabajar al extranjero con buenos salarios, forma parte de la formación de los profesionales del futuro. El problema es el siguiente: ¿quién pagará los impuestos en España para mantener el actual gasto social?

Al tiempo que los jóvenes con buenas expectativas profesionales se van, el dinero extraño, ese que es fundamental para mantenernos, la famosa inversión extranjera, huye de España por la inestabilidad institucional, el miedo a las modificaciones del marco regulatorio, la burocracia, los costes de producción.... Paul Sheard, economista jefe global de S&P, resaltaba en una entrevista publicada ayer en El Mundo que de la crisis no se sale sólo con las exportaciones. Lo lleva diciendo siete años. Y tiene razón, porque las exportaciones eran la llave de la recuperación cuando las devaluaciones monetarias eran del 20% o del 30%. El euro no permite una devaluación monetaria que pueda acompañar a una recuperación de la productividad y competitividad vía rebaja de los costes salariales. Por esto, y sólo por esto, en España estamos ante un escenario complicado.

Es posible que veamos más destrucción de empleo si no se recorta de una vez el gasto público. Y el Gobierno tendrá que ser fuerte para aguantar el descontento social que está por venir. Ahora mismo, a cierre del primer trimestre de 2013, el Ejecutivo ya sabe que las cuentas no cuadran. Mejor una vez colorado que veinte amarillos. No vendrá más dinero de Europa; desde Bruselas ya han explicado, con el caso práctico de Chipre, que si España o Italia se mantienen en sus trece los depósitos serán los siguientes damnificados. Hay que priorizar gastos y explicarlo. No queda otra. 

Durante el primer trimestre de este 2013 hemos vivido bajo una sensación de alivio económico. La cascada de reformas llevadas a cabo por el Gobierno del PP durante la primera parte del pasado año, fundamentalmente el rescate bancario, nos dio el oxígeno necesario para terminar el denominado “año 0” de la legislatura. Sin embargo, la sensación de habernos salvado nunca llegó. Más bien, económicamente hablando, tenemos la imagen de seguir con el agua al cuello, eso sí, con la prima de riesgo por debajo de los 400 puntos básicos. Esto último no es baladí: implica cierto colchón, endeble, pero colchón al fin y al cabo.