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EEUU, presa otra vez de la psicosis
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

EEUU, presa otra vez de la psicosis

 Desde las tres menos diez minutos de la tarde del lunes 15 de abril, Estados Unidos vive en un estado de continuos sobresaltos. El atentado de

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Desde las tres menos diez minutos de la tarde del lunes 15 de abril, Estados Unidos vive en un estado de continuos sobresaltos. El atentado de la maratón de Boston activó de forma inmediata la implementación de la 'pre-alerta', como protocolo antiterrorista, en la costa Este del país.  Esto significó que, mientras el FBI se hacía cargo de la investigación del atentado que causó tres muertos y decenas de heridos entre corredores y asistentes a la 117ª edición de la maratón, el espacio aéreo de Boston se restringió, se paralizaron durante unas horas las conexiones de telefonía móvil y el resto de grandes capitales intensificaron la presencia policial.

Tanto Washington DC como Filadelfia y Nueva York se pusieron en alerta. La misma tarde de las explosiones se sucedieron las ruedas de prensa de los alcaldes de dichas ciudades para intentar tranquilizar a la población. El mismo presidente, Barack Obama, hizo lo propio en una comparecencia desde la Casa Blanca. Eran las primeras horas de tensión, confusión y caos, en las que el inquilino del Despacho Oval evitó hablar de atentado terrorista hasta no tener “todos los datos de la investigación”. Ya era martes cuando Obama repitió intervención, hablando, esta vez sí, de atentado terrorista, pero admitiendo que desconocía su autor o autores y los motivos del ataque.

Las cartas ‘venenosas’

Paralelamente al atentado de Boston, en la capital de Estados Unidos el FBI iniciaba otra investigación tras comprobar que el senador republicano Roger Wicker había recibido una carta con “polvo blanco”, identificado como polvo de ricino químicamente tratado. La carta era interceptada el martes en la Oficina de Correos del Capitolio. El polvo de ricino es altamente venenoso y potencialmente mortal si se inhala porque no existe antídoto.

No habían pasado ni 18 horas de este intento de atentado contra el senador republicano cuando se hacía publico que en la oficina de uno de sus colegas, el también republicano Richard Shelby, de Atlanta, se había recibido un paquete “sospechoso” que estaba siendo analizado, y en el que se habían detectado “polvos sospechosos”. Casi 24 horas después, el FBI confirmaba que se había interceptado una tercera carta, dirigida esta vez al propio presidente Obama, con el mismo “polvo blanco” en la Oficina de Correos que se encarga de la Casa Blanca. 

Por el momento, no hay detenidos

Como consecuencia de todo esto, ayer se evacuó parcialmente el Senado durante unas horas. Todos los medios de comunicación informaron sobre el supuesto intento de atentado (vía carta) contra el presidente. A última hora de este miércoles ya son cinco los supuestos paquetes sospechosos recibidos por senadores, junto al de Obama. El FBI asegura que esta investigación es independiente de la de los atentados de Boston, pero la preocupación por la seguridad en la primera potencia del mundo se ha vuelto a disparar. Fueron horas de tensión, de confusión y de caos informativo que provocaron, incluso, que la Policía de Boston tuviera que desmentir a la cadena CNN para asegurar que no había ningún detenido como sospechoso del atentado de Boston.  El FBI tiene ya identificado a un sospechoso que aparecía en imágenes previas a las explosiones del lunes portando una mochila similar a las utilizadas en los atentados.

A la evidente, y en aumento, psicosis que sufre un país como Estados Unidos cuando se produce un atentado terrorista se une la competencia entre los medios de comunicación por ser los primeros en dar todos los detalles referentes a las pesquisas de las fuerzas de seguridad. Esta competencia, legítima, al final incrementa la sensación de descontrol y de caos en la Administración y en las investigaciones -en principio, totalmente secretas-.

Un largo historial de atentados

Estados Unidos tiene un largo historial de ataques terroristas, de atentados que buscan extender el terror entre la población, protagonizados tanto por americanos como por yihadistas. El último, el pasado lunes en Boston. En 2010 fue detenido Faisal Shahzad, que había abandonado un coche lleno de explosivos en la céntrica Times Square de Nueva York, explosivos que fueron desactivados gracias a los comerciantes de la zona, que alertaron a la Policía.

El 25 de diciembre de 2009 fue detenido Umar Farouk por los pasajeros de un vuelo de Paris a Detroit, tras amenazar con explosionar el avión con una bomba que llevaba adosada a su cuerpo. El mismo mes de de 2011, fue arrestado el ciudadano estadounidense Chris Cherry, quien llevaba escondidas bombas en los zapatos con la intención de hacerlas estallar en un vuelo Paris-Colorado. En 1998 fue detenido 'Unabomber', Theodore Kaczynski, culpable de múltiples atentados terroristas entre los años 1978 y 1995 en los que murieron tres personas y 23 resultaron heridas.

Pero, sin duda, fueron los atentados del 11 de septiembre de 2001 los que marcaron un antes y un después en la política de defensa antiterrorista de Estados Unidos. La masacre, el asesinato masivo, con miles de víctimas mortales y heridos y tantas vidas quebradas para siempre en el World Trade Center, en el Pentágono y en el avión caído en Virginia, está siempre presente en la memoria colectiva del país. Por ello, porque Estados Unidos no olvida a sus víctimas, es aún más intensa la sensación de vulnerabilidad que tiene el pueblo americano

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Desde las tres menos diez minutos de la tarde del lunes 15 de abril, Estados Unidos vive en un estado de continuos sobresaltos. El atentado de la maratón de Boston activó de forma inmediata la implementación de la 'pre-alerta', como protocolo antiterrorista, en la costa Este del país.  Esto significó que, mientras el FBI se hacía cargo de la investigación del atentado que causó tres muertos y decenas de heridos entre corredores y asistentes a la 117ª edición de la maratón, el espacio aéreo de Boston se restringió, se paralizaron durante unas horas las conexiones de telefonía móvil y el resto de grandes capitales intensificaron la presencia policial.