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Comer en el 'cole'
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Pilar García de la Granja

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Pilar García de la Granja

Comer en el 'cole'

En los últimos meses estamos conociendo datos alarmantes sobre la situación de precariedad que sufren muchos de los pequeños españoles, los más golpeados por la crisis

En los últimos meses estamos conociendo datos alarmantes sobre la situación de precariedad que sufren muchos de los pequeños españoles, los más golpeados por la crisis y, que, en muchas ocasiones, sólo hacen una comida al día y es en el colegio.

Según el último informe de UNICEF, conocido allá por abril y realizado entre los años 2000-2010, en España el 20% de los menores está en situación de pobreza. Este indicador se mide en base al porcentaje de niños que viven en familias con ingresos inferiores a la media nacional. La media del salario en España en 2012 fue de 1.639 euros/mes, un 15,3% mas bajo que la media de la Unión Europea. Asimismo, el PIB per cápita se situó el año pasado en los 23.000 euros aproximadamente.

En los últimos años, la situación ha empeorado de tal forma que, desde el año 2010, en España los más pequeños son el grupo con mayores niveles de pobreza, superando a las personas de mayor edad que, históricamente, constituían el mayor índice. Entre el 2008 y el 2010 la tasa de pobreza infantil  creció en España un 10%, según Gabriel González Bueno, el responsable de las políticas de infancia de UNICEF España, en declaraciones al Diario la Nueva España.

¿Para qué pagamos impuestos? Pues cuando éramos ricos los pagábamos para construir aceras a ninguna parte (plan E), para construir líneas de AVE que ahora se cierran porque no tienen pasajeros, para construir aeropuertos que no funcionan, para que cada municipio tuviera un pabellón de deportes sin usuarios, para que cada capital de provincia tuviera su Museo de Arte Moderno, o su salón de Congresos.

Ya sabemos a estas alturas que los abuelos, los pensionistas, están manteniendo a miles de sus familias en los últimos años. La Caixa asegura en un informe que cerca de 300.000 familias españolas sobreviven gracias a la pensión de los abuelos. Pero ésta no es la cuestión. Es cierto que el entramado familiar en nuestro país supone un colchón extraordinario en tiempos de crisis, pero hasta este colchón está empezando a deshacerse. El Banco de Alimentos, iniciativas como Mensajeros por la Paz, y tantas otras hacen su parte, aunque no es suficiente.

Hace unos meses comentaba con un ministro del Gobierno la necesidad de un “plan nacional contra la pobreza”. Es decir un verdadero plan que desde los colegios intentara determinar qué niños pasan hambre, y cómo suplir las carencias de sus familias. Es cierto que entonces estaban desbordados con una prima de riesgo desbocada, una reforma financiera que estrangulaba a la economía – aún hoy-, y en suma, con cómo tratar de convencer al mundo de que éramos capaces de salir de ésta. Han pasado ya meses y la situación empeora, pero algunas comunidades autónomas han decidido tomar cartas en el asunto. Por ejemplo la Comunidad de Madrid rebaja el límite de la renta familiar para poder acceder al menú del colegio, y lo hace en cerca de 1.000 euros, por lo que miles de familias podrán beneficiarse del menú escolar reducido.

Esta realidad, la de niños y menores de 16 años que pasan hambre, me lleva a pensar en la tan manida racionalización del gasto. Este mes de junio ha sido el mes estrella del Ministerio de Hacienda: el mes de los impuestos. ¿Para qué pagamos impuestos? Pues cuando éramos ricos los pagábamos para construir aceras a ninguna parte (plan E), para construir líneas de AVE que ahora se cierran porque no tienen pasajeros, para construir aeropuertos que no funcionan, para que cada municipio tuviera un pabellón de deportes sin usuarios, para que cada capital de provincia tuviera su Museo de Arte Moderno, o su salón de Congresos. También pagamos impuestos – cuando éramos ricos- para tener los mejores hospitales, con los últimos aparatos tecnológicos (aunque muchos no se supieran utilizar y otros se enfrenten a investigaciones como el Da Vinci por parte de la FDA en Estados Unidos), para tener universidades en todas las capitales de provincia – aunque nuestros jóvenes sigan sin hablar inglés-. En fin, pagábamos impuestos para vivir como creíamos que éramos, ricos.

Hoy, dos de Julio, vemos por primera vez que la economía española se “estabiliza”, que el desempleo afloja en la destrucción masiva, que hay señales de ligero crecimiento en algunos sectores, y que a las comunidades autónomas se les empieza a cambiar la cara, por ejemplo a la de Castilla la Mancha –en bancarrota hace dos años–.  Y ahora que vemos “señales” que parecen ser ciertas, conviene atajar lo urgente

Hoy, hay miles de niños en España que no van al cole porque es verano, y que ya no pueden comer la única comida caliente que ingerían al día. Hoy, esos niños cuyos padres dejan de comer para que ellos coman, están viviendo la verdadera tragedia de la crisis.

Hoy, hay miles de niños en España que no van al cole porque es verano, y que ya no pueden comer la única comida caliente que ingerían al día. Hoy, esos niños cuyos padres dejan de comer para que ellos coman, están viviendo la verdadera tragedia de la crisis. Sus padres tienen entre 30 y 55 años, tienen hipotecas, deudas, y no tienen trabajo. Y hoy, 2 de julio, resulta que hay miles de jóvenes de menos de 30 años, sin hijos, y sin hipotecas, y sin trabajo o acoplados a una carrera universitaria que ponen el grito en el cielo por su futuro.

En la crisis que vivimos en España, con varias generaciones que no sabían lo que era una crisis, y con otras tantas a las que no se les había contado nunca, el drama son niños sin poder comer. Ahora que somos pobres, mis impuestos quiero que vayan, sobre todo,  para esos niños, para financiar una beca comedor antes que una beca universitaria, para financiar una beca comedor antes que embajadas en el exterior autonómicas, para financiar una beca comedor antes que un kilómetro de AVE más, para financiar una beca comedor antes que una fiesta del pueblo, para financiar una beca comedor antes que nada. Gobernar es decidir y priorizar. La responsabilidad de la sociedad civil está en apoyar también lo urgente antes que lo importante. 

En los últimos meses estamos conociendo datos alarmantes sobre la situación de precariedad que sufren muchos de los pequeños españoles, los más golpeados por la crisis y, que, en muchas ocasiones, sólo hacen una comida al día y es en el colegio.