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¿Quién cautivará a la ‘mayoría silenciosa’ que describió Kennedy, Sánchez o Madina?
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Enrique Cocero | José Barros

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¿Quién cautivará a la ‘mayoría silenciosa’ que describió Kennedy, Sánchez o Madina?

Ahora mismo, dentro del PSOE se está dirimiendo una muy saludable pugna por saber quién será el próximo secretario general del partido. De los tres contrincantes

Foto: Fotografías de los candidatos oficiales a secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), Eduardo Madina (c) y José Antonio Pérez Tapias. (EFE)
Fotografías de los candidatos oficiales a secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), Eduardo Madina (c) y José Antonio Pérez Tapias. (EFE)

Ahora mismo, dentro del PSOE se está dirimiendo una muy saludable pugna por saber quién será el próximo secretario general del partido. De los tres contrincantes en liza, dos, Eduardo Madina y Pedro Sánchez, son actualmente diputados en el Congreso. El tercero, José Antonio Pérez Tapias, también fue parlamentario en la pasada legislatura. Así pues, tenemos a tres hombres –Madina, Sánchez y Pérez– con un mismo objetivo: renovar un partido que ha dado dos presidentes del Gobierno y que ha gobernado España durante 22 años, pero que ahora está atravesando un serio momento de desgaste.

El actual deterioro del PSOE no surge de la nada. Tiene, por el contrario, una larga cadena de explicaciones. Basta recordar la negación de la crisis económica, la renuncia de Zapatero para buscar su segunda reelección –con el consiguiente mensaje implícito de fracaso–, la derrota más que previsible en las elecciones generales de noviembre de 2011 y la posterior estrategia socialista desde la oposición –más enfocada en ir a toda costa contra el Gobierno del PP, aprovechando la ola de recortes, que en afrontar una seria renovación del partido y/o programa–; todas estas causas son las que han hecho que el PSOE, desde hace dos años, viva sumido en su particular viaje a ninguna parte. La puntilla a esta situación han sido los malos resultados obtenidos en las pasadas elecciones europeas.

La irrupción de Podemos y el aparente crecimiento de Izquierda Unida –decimos “aparente” porque IU perdió casi 120.000 votos netos con respecto a las generales de 2011– han supuesto la última vuelta de tuerca para los socialistas. El PSOE, por fin, parece dispuesto a asumir, ahora ya como inevitable, un serio cambio en la orientación en el partido. Ahora bien, ¿hacia dónde? ¿En qué dirección? ¿Conocen los tres principales candidatos a la Secretaría General del PSOE quiénes son sus votantes reales y qué es lo que esperan escuchar de ellos? ¿O acaso el Partido Socialista ha perdido para siempre el contacto con esa mayoría social que lo llevó hasta el Palacio de la Moncloa en seis ocasiones desde 1978?

En Intención de Voto creemos que esa imponente maquinaria electoral llamada PSOE –un partido que destaca por su sobresaliente dominio de la comunicación política– no ha perdido su hueco dentro de la sociedad española. Lo que le está pasando al PSOE, sencillamente, es que se está encontrando con el efecto “mayoría silenciosa”.

La mayoría silenciosa fue un término acuñado por John F. Kennedy en 1955 y que luego, en 1969, lo popularizó Nixon. Durante el agitado final de los años 60, Nixon se adueñó del término para referirse a aquellos votantes americanos que ni pertenecían a la llamada “contracultura” ni salían a protestar contra la guerra de Vietnam.

En España, ¿cuál es esa mayoría silenciosa con la que parece que el PSOE se está topando? Aquella que se preocupa por la deriva social y económica del país, pero que no está de manera permanente en la Puerta del Sol ni tampoco anda sumándose con fervor a alguna de las múltiples mareas.

Acudamos ahora al CIS para ver si en sus barómetros aparece algún eco de esta mayoría silenciosa. Primero descubriremos un dato curioso: durante el último año y medio, dentro de la sociedad española, el espectro ideológico ha mantenido su reparto de manera constante:

Este primer gráfico muestra los resultados de los barómetros del CIS desde enero de 2012 hasta el último publicado. En todos ellos se ha pedido al encuestado que se ubique ideológicamente del uno al diez, donde uno implica la mayor afinidad con la izquierda política y diez, con la derecha política. El CIS lanza cada tres meses esta pregunta sobre ideología, que coincide con su pregunta sobre intención de voto. Otra nota: los huecos que quedan a la derecha de la derecha del gráfico representarían a las personas que no han querido manifestar su opinión, completando así el 100 % de respuestas en cada una de las encuestas.

El mismo CIS advierte de que la pregunta tiene trampa ya que, en una escala del uno al diez, diez suena mucho más radical que uno. Hagamos el ejercicio de ponernos en el lugar de un encuestado; el posicionamiento de “uno” para alguien muy de izquierdas es más fácil que el de “diez” para alguien muy de derechas porque, en una escala de uno a diez, "uno", sin duda, suena menos radical que "diez". Sin embargo, dentro de este espectro de medición ambas radicalizaciones son igual de intensas. Habría sido más justo que la escala fuera del uno al nueve o del cero al diez, pero el CIS –y los que suscribimos el artículo lo creemos acertado– ve más práctico una escala de diez grados. Sea como sea, así ha quedado recogido, junto con la advertencia de la “trampa”.

Hechos los avisos previos, fijémonos ahora más detenidamente en los resultados. A lo largo de todo el periodo de estudio, la media de los que se posicionan ideológicamente en el uno y el dos (recordemos: la izquierda más extrema) corresponde al 8,3 % del total de la población. Este posicionamiento logra su máxima cota en el barómetro de abril de 2014. En él, el centro-izquierda llega al 30,9 %, alcanzando su posicionamiento más alto de toda la serie. En esta misma fecha, la identificación con el centro ‘puro’ topa con el coeficiente más bajo de todo el muestreo.

Este resultado se podría interpretar como un aviso de lo que iba a pasar poco más tarde en las elecciones europeas. Pero basta ir al barómetro siguiente, justo antes de las referidas elecciones, para ver que el espectro de las dos izquierdas–la más centrista y la más radical– queda reducido para ambas, mientras que el centro es el que crece. En cuanto a la población que no quiere posicionarse ideológicamente, este espacio crece como nunca. Son unos movimientos demoscópicos tan significativos que casi parecería como si el electorado estuviera agazapándose.

En cualquier caso, los posicionamientos de los españoles que se declaran de izquierdas o de centro-izquierda son los que más espacio ocupan en las escalas de cada una de las series del CIS. Incluso si consideramos el margen de error, centro-izquierda y centro se mantienen prácticamente iguales y siempre son mayores al centro-derecha. Añadamos que las variaciones del centro-izquierda no coinciden necesariamente con los movimientos de la izquierda más radical. Es decir, que centro-izquierda e izquierda-izquierda no se pisan, sino que cada uno ocupa su espacio y, vista la sucesión de encuestas, el centro-izquierda se revela como la posición dominante en España. Pedro Sánchez es el aspirante socialista mejor posicionado ideológicamente para captar a esta gran masa de votantes. Madrileño, 42 años, trilingüe y doctor en Económicas, Sánchez se define como “republicano pero constitucionalista” y partidario de una política “laica, federal, de valores republicanos, feminista y ecologista”. Dicho esto, su carácter pausado y su formación de tecnócrata –trabajó para la ONU en Sarajevo y en el Parlamento Europeo– hacen de él el candidato del perfil más marcadamente socialdemócrata y/o progresista.

Retomemos ahora la cuestión señalada antes sobre la mayoría silenciosa. El opuesto a este concepto es el de “minoría elocuente”. El PSOE no debería pensar que ahí, junto a la minoría elocuente, se encuentra su principal granero de votos. Este espacio, ocupado a día de hoy en el ámbito de la izquierda por Podemos e IU, además de no ser muy amplio, parece volátil. Sea como fuere, Eduardo Madina, Bilbao, 38 años, licenciado en Historia, parece el candidato socialista más propicio para tratar de seducir a este tipo de votantes. En varias ocasiones se ha definido a sí mismo como “republicano”, partidario de un Estado federal y de renegociar el Concordato con la Santa Sede. Cierta sorpresa han causado sus recientes declaraciones, en las que afirmó que España necesita “un shock de modernidad”.

Si Madina viese las series del CIS, notaría que los posicionamientos ideológicos ‘duros’ aparecen situados de forma minoritaria a ambos lados del espectro ideológico. Fijémonos, por ejemplo, en los resultados del barómetro de octubre de 2013, cuyas opiniones fueron recogidas en septiembre. Fue en dicho mes cuando se celebró la cadena humana en Cataluña. Coincide con que el ala situada más a la derecha reflejó entonces su mayor incremento –y por mucha diferencia, además– dentro de todos los barómetros del CIS. Otro dato curioso: si vemos el gráfico, nos daremos cuenta de que el ala situada más hacia la derecha ideológica tiene mayor representación social que el ala situada más hacia la izquierda ideológica, siendo ambas, como decíamos antes, sociológicamente minoritarias.

Por lo que a la izquierda más radical se refiere, es cierto que en las últimas elecciones europeas ha encontrado un espacio de representación más amplio con Podemos, máxime cuando esta nueva formación no ha herido sensiblemente a su directo competidor, que es IU. Pero tampoco debemos concluir que la herida electoral del PSOE se deba a la transferencia de votos hacia estas formaciones radicales. En cambio, sí que se percibe una sensación de desafección por parte de su potencial electorado.

Sí, es cierto que Podemos ha aparecido mucho en redes sociales y medios de comunicación –especialmente en televisión– durante la última campaña electoral. Mientras tanto, la estrategia del PSOE no se diferenció del PP ni a la hora de trabajar las mismas tribunas sociales ni en el modo de hacerlo; ambos fueron muy formalistas, muy establishment. Y sí, puestos a valorar, la elocuencia, juventud y accesibilidad de Pablo Iglesias resulta más atractiva que el clasicismo de Rubalcaba o Valenciano. El votante más activista, sin duda, se decantó hacia el político más activo. La estrategia del ‘novato’ Iglesias fue la de aparecer allí dónde le invitaran, enfrentarse siempre a quien tuviera delante con una estudiada cita para, acto seguido, reproducir dicha cita en YouTube, Twitter, Facebook... Sus adversarios políticos –PSOE incluido– se mantuvieron encorsetados dentro del exceso de reglamentación típico del debate televisivo clásico, un entorno que, a la postre, resulta predecible y tedioso. Así, descubrimos que frente a la estrategia de agenda (PSOE y PP) emergió una estrategia de presencia (Podemos).

Regresemos de nuevo a los barómetros del CIS. El Centro de Investigaciones Sociológicas realiza otra pregunta cada tres meses; una pregunta que se refiere a la definición política del encuestado: conservador, demócrata-cristiano, liberal, progresista, socialdemócrata, socialista, comunista, nacionalista, feminista, ecologista, apolítico o ninguna de las anteriores.

Si nos fijamos en las siete primeras categorías, veremos que hay dos posicionamientos muy populares en Europa –Demócrata-Cristiano y Socialdemócrata con los que los españoles se identifican poco. Ello posiblemente se deba a que, dada nuestra reciente historia política, en España hay poca familiaridad con ambos conceptos. En nuestro país, la primera posición –demócrata-cristiano- tiene un 4,5 % de media mientras que la segunda –social-demócrata– tiene un 5,5 %. Insistimos en un detalle: aunque bajo, el porcentaje del posicionamiento de izquierdasvuelve a ser mayor que el de derechas:

El último gráfico que hoy queremos mostrarles continúa focalizándose, si bien de una manera distinta, en el grado de presencia en España de la ideología de izquierdas, haciendo un recorrido desde el perfil comunista al progresista. Si la ideología política vendría a ser la articulación de un lenguaje social común, previa construcción de unos marcos mentales de referencia, entonces podemos afirmar que el potencial electoral del PSOE es enorme; su espacio natural de crecimiento se encuentra en el amplio campo de votantes que afirman creer en una forma de hacer política más social, responsable y solidaria y que, al mismo tiempo, no quieren renunciar a su confort personal.

En los barómetros del CIS veremos que los posicionamientos socialdemócratas y progresistas presentes en la sociedad española encajan con el perfil del típico votante del PSOE, que es el partido que ocupa nuestro post de hoy:

Una coda: Pérez Tapias, Sevilla, 59 años, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, partidario de hacer un “subrayado en rojo” del PSOE y uno de los líderes del grupo de Cristianos Socialistas, por su perfil ideológico parece situarse en los posicionamientos más tradicionales del votante del PSOE; aquel en el que reverberan los ecos del histórico socialismo andaluz. Ahora bien, Tapias, por número de avales –9.912 frente a los 41.338 de Sánchez y los 25.238 de Madina– no parece que tenga posibilidades reales de obtener la victoria.

Dejamos para el final el dato más curioso de todos los que nos brinda el CIS. Tal y como muestra el último gráfico, la tasa de variación encuesta a encuesta se mantiene dentro de los mismos márgenes hasta que llegamos al último barómetro. Es entonces cuando la opción “socialdemócrata” experimenta su mayor variación inter-muestreo, pasando en una sola encuesta del mínimo de toda la serie (4,6 %) al máximo (6,6 %), lo que supone una tasa de variación del 43,5 %. Mientras tanto, los que se declaran comunistas suben dos décimas, los socialistas ‘puros’ suben un punto y los progresistas bajan. Y todo este proceso se produjo justo antes de las elecciones europeas.

El PSOE y su nuevo líder –sea este quien sea– tendrían que plantearse si su foco no debería decantarse hacia esa mayoría silenciosa de la que comenzó a hablar cierto progresista declarado llamado JFK.

* José Barros@barrospress, periodista y consultor de comunicación, yEnrique Cocero@EnriqueCocero, fundador de la consultora de análisis 7.50 y miembro del consejo asesor de Government Consulting Group.

Ahora mismo, dentro del PSOE se está dirimiendo una muy saludable pugna por saber quién será el próximo secretario general del partido. De los tres contrincantes en liza, dos, Eduardo Madina y Pedro Sánchez, son actualmente diputados en el Congreso. El tercero, José Antonio Pérez Tapias, también fue parlamentario en la pasada legislatura. Así pues, tenemos a tres hombres –Madina, Sánchez y Pérez– con un mismo objetivo: renovar un partido que ha dado dos presidentes del Gobierno y que ha gobernado España durante 22 años, pero que ahora está atravesando un serio momento de desgaste.

Pedro Sánchez Eduardo Madina José Antonio Pérez Tapias