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Cataluña no es Escocia… ni en los sondeos
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Enrique Cocero | José Barros

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Cataluña no es Escocia… ni en los sondeos

Un año más, como todos los 11 de septiembre, acabamos de presenciar la celebración de la Diada en Cataluña. La festividad, que conmemora la conquista en

Foto: Manifestacion a favor de la consulta soberanista en Barcelona. (EFE)
Manifestacion a favor de la consulta soberanista en Barcelona. (EFE)

Un año más, como todos los 11 de septiembre, acabamos de presenciar la celebración de la Diada en Cataluña. La festividad, que conmemora la conquista en 1714 de la ciudad de Barcelona por el ejército borbónico durante la guerra de sucesión dinástica entre la Casa de Austria y la de Borbón, llevaba varias semanas viviéndose como el gran hito previo a la convocatoria del referéndum por la independencia de Cataluña, cuya fecha está fijada para el próximo 9 de noviembre.

Pero la Diada de 2014 no es lo que ahora nos preocupa en IdV. Nuestra mirada, en cambio, está centrada en el proceso independentista que Alex Salmond y su Scottish National Party ha puesto en macha en Escocia; más concretamente, sobre las encuestas que giran en torno al referéndum escocés y al efecto que dichos sondeos podrían tener dentro del movimiento nacionalista catalán.

Escocia, Cataluña y los posibles vasos comunicantes entre estas dos regiones europeas es el tema que abordaremos hoy. Por separado, no será la primera vez que lo hagamos. Nuestros lectores recodarán que el pasado mes de abril analizamos diversas encuestas sobre el referéndum de Cataluña, y que hace apenas un mes publicamos un post donde, entre otros asuntos, estudiamos la manera que tiene YouGov de hacer encuestas. Mencionamos esta empresa demoscópica porque la pasada semana una encuesta realizada precisamente por YouGov para el Sunday Times levantó un importante revuelo en el Reino Unido y también en España.

Hagamos memoria. El diario británico publicó un sondeo del pasado 5 de septiembre en el que concedía una ventaja de dos puntos a los independentistas escoceses frente a los partidarios de mantener la unión con Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte. El resultado que ofrecía YouGov era el siguiente: el 47% de personas eran favorables a la independencia versus el 45%, partidarios de la unión.

Para los partidarios de celebrar el referéndum en Cataluña, la encuesta del Sunday Times se ha interpretado de manera muy alentadora, y ya no digamos por los independentistas escoceses, que celebrarán su referéndum el próximo 18 de septiembre. El revuelo causado por el referido sondeo ha sido tal que el Gobierno del tory David Cameron, a través de George Osborne –actual Chancellor of The Exchequer británico, equivalente a nuestro ministro de Economía y Hacienda –, rápidamente salió a la palestra pública para ofrecer a los ciudadanos de Escocia un nuevo –e impreciso– modelo fiscal en el caso de que venza el “no” a la independencia en el referéndum escocés.

Detengámonos para realizar nuestra primera pregunta. ¿Una ventaja de apenas dos puntos y que ni siquiera llega al 50% de los votos basta para considerar viable la secesión de un reino que durante más de tres siglos ha formado parte esencial de Gran Bretaña? El sentido común responde negativamente a esta cuestión, pero el resultado de este sondeo no solo ha provocado la reacción descrita en el Chancellor británico, sino que también ha causado inquietud a la misma Reina de Inglaterra. Si profundizamos más, descubriremos la razón del nerviosismo de la reina Isabel y de su ministro Osborne. La causa la hallaremos no tanto en el resultado en sí del sondeo como en la evolución en el tiempo que se ha percibido en torno a la respuesta sobre la independencia de Escocia.

Para ver cuál ha sido esta evolución, fijémonos en el siguiente gráfico:

Recordemos lo que mencionábamos en nuestro anterior post sobre YouGov; esta empresa demoscópica recopila datos a través de internet mediante un sencillo método; las personas que participan en sus encuestas antes han de estar previamente registrada en su página web. De este modo, si quieren realizar un sondeo sobre un determinado tema, YouGov realiza una segmentación entre sus panelistas y, acto seguido, les invita a completar la encuesta. Pese a que el proceso de segmentación es muy cuidadoso, tiene un sesgo inevitable; es el encuestado el que se dirige a la agencia encuestadora, y no al revés, tal y como hasta ahora se ha venido haciendo en el mundo de las encuestas.

La Asociación Americana para la Investigación de la Opinión pública (AAPOR) cuando cataloga la metodología de YouGov de “poco transparente” precisamente se está quejando de las limitaciones de esta metodología. Desde luego, no sería descartable que, fruto de la movilización política, haya aumentado el número de participantes independentistas deseosos de responder a las encuestas de YouGov.

De ser así, la segmentación del panel de esta empresa partiría de una base un tanto condicionada. A nadie extrañaría que las personas más propensas a movilizarse buscan manifestar su opinión con mayor frecuencia en las encuestas. Algo parecido viene a suceder con los coches rojos y los accidentes de tráfico; no es que los vehículos rojos hagan a los conductores más agresivos y, por lo tanto, más propensos a los accidentes, sino que los conductores con tendencias más agresivas son los que suelen comprar coches de color encarnado.

Volvamos ahora a la encuesta de YouGov para el Sunday Times. En ella veremos, junto a la diferencia ya señalada de solo dos puntos en favor de la causa independentista, una muestra de 2.000 personas y un margen de error de +/- 3%. Todos estos factores, unidos, hacen perfectamente posible que una nueva cocina de la encuesta arroje una diferencia en favor del “sí” de solo un punto. Por ello insistimos una vez más que, desde una óptica unionista, lo preocupante de esta encuesta no es tanto el resultado concreto que arroja como la evolución del voto.

Para analizar mejor esta evolución hemos comparado la encuesta de YouGov con otra de la empresa TNS-BMRB. Esta segunda encuesta tiene dos peculiaridades. En primer lugar, el margen de indecisos triplica al de YouGov. Algo por otra parte lógico si consideramos lo que antes señalábamos; que posiblemente los panelistas de YouGov están más motivados para contestar. En segundo lugar, vemos que el “no” gana, precisamente, por solo un punto.

Esta progresiva reducción de la diferencia entre el voto unionista y el independentista, y no tanto que el resultado del próximo referéndum escocés pudiera ser favorable al “sí”, es lo que en realidad estaría asustando al Gobierno de Su Majestad. De este temor saldrían las declaraciones de Buckingham Palace y la apresurada propuesta de Osborne con su plan de compensaciones en el caso de que gane el “no”. Así, vemos a Cameron tratar de satisfacer al votante medio con medidas, mientras que Salmond trata de hacer lo propio ofreciendo sueños y aspiraciones. Ambos quieren llevarse a los indecisos a su terreno. Pero el caso es que ninguno de los dos, en ninguna encuesta reciente, logra superar con claridad el 50% de los votos a favor de su causa.

¿Y en Cataluña?

Regresemos de las Islas Británicas para mirar a la Península Ibérica. ¿Realmente tiene motivos Josep Rull, secretario general de CDC, para regocijarse con el resultado del sondeo de YouGov sobre Escocia?

Antes de responder esta pregunta, fijémonos en el CEO -el Centre d’Estudis d’Opinió, dependiente de la Generalitat-, que a finales del pasado agosto lanzó su “ómnibus” o barómetro sobre el conjunto de la sociedad catalana. Los resultados que arrojó dicho estudio, siguiendo la misma senda que ya vimos el pasado mes de abril, fueron ciertamente interesantes.

Tras consultar a 1.600 personas sobre los aspectos más diversos de la sociedad catalana –desde medios de transporte utilizados a nivel de estudios realizados, pasando por intereses culturales y convicciones políticas –, el CEO ha elaborado un nuevo informe de más de 1.000 páginas. Dicho informe repite las mismas cuatro preguntas que formuló en marzo, a saber: grado de oposición o asentimiento al referéndum, grado de oposición o asentimiento a que Cataluña sea un nuevo Estado, grado de aceptación del resultado de dicho referéndum y, por último, a qué partido político votó el encuestado en las últimas elecciones. También de nuevo, vemos un recuerdo de voto descompensado –aunque algo menos que en el mes de marzo– por su especial favorecimiento de ERC y en contra de PP, PSOE y Ciudadanos o, incluso, CiU. Todo ello nos lleva a leer con prudencia las preguntas del CEO sobre cuestiones políticas.

Si nos fijamos en la respuesta a si debería celebrarse un referéndum, vemos que han crecido los que están totalmente a favor pero también vemos otro crecimiento, de rango menor, de los que están en el extremo contrario. Las posturas intermedias son las que pierden fuerza. Si hacemos dos grupos –a favor y en contra del referéndum catalán–, de marzo a hoy apenas ha cambiado nada. Un 74% continúa manteniendo posiciones favorables a que se celebre el referéndum y un 22%, en cambio, prefiere que no se celebre. Solo el “no contesta” ha crecido en un solo punto.

En cuanto a la pregunta sobre la independencia del CEO, vuelve a estar planteada de la misma manera que en marzo, inquiriendo al entrevistado en qué grado es favorable o contrario a que Cataluña sea un nuevo Estado de Europa. Como ya sucedió la última vez, no pregunta al entrevistado si quiere un Estado catalán independiente. En línea similar, pregunta por Europa sin nombrar la pertenencia o expulsión de la UE, hecho que a nivel de sondeos es impecable ya que permite mantener la correlación con el sondeo anterior, pero que es cuestionable en la medida que obvia tanto una posibilidad de futuro como las expectativas de los potenciales electores.

En resumen. Los partidarios convencidos de la independencia han crecido dos puntos respecto a marzo, los menos convencidos bajan tres puntos y los que no lo ven claro o no lo ven en absoluto han crecido 2,2 puntos, sin considerar el desajuste entre voto real y recuerdo de voto señalado más arriba.

Todo ello nos permite concluir que Josep Rull ha buscado un ejemplo –el escocés– con el que Cataluña no debería realizar demasiadas comparaciones, máxime cuando en Escocia las diferencias entre las dos posturas, de marzo a hoy, se han reducido entre 10 y 15 puntos, mientras que el mismo barómetro del CEO de la Generalitat señala que en Cataluña no ha cambiado el recuerdo del voto respecto al voto real y casi no se ha movido el posicionamiento de los encuestados. Por no cambiar, ni siquiera ha cambiado la manera de formular preguntas del CEO.

Podríamos concluir nuestro post aquí, pero antes de hacerlo nos gustaría trazar una última comparativa entre Reino Unido y España. Tanto los nacionalistas de Escocia como los de Cataluña se han revelado como alumnos aventajados del lingüista George Lakoff. Ambos movimientos han sido capaces de dar un marco de referencia común –“La Independencia”– que habla por sí solo. Pero la analogía termina aquí. Los unionistas británicos han dejado sus diferencias políticas al margen para defender un discurso de unidad común –esta misma semana, Cameron, Clegg y Miliband han visitado Escocia para hacer frente a la ola independentista- mientras que España, en cambio, no ha destacado por su capacidad de articular un marco de referencia conjunto con el que hacer frente al independentismo. Este sería el gran reto pendiente de los ‘unionistas’ españoles.

Un año más, como todos los 11 de septiembre, acabamos de presenciar la celebración de la Diada en Cataluña. La festividad, que conmemora la conquista en 1714 de la ciudad de Barcelona por el ejército borbónico durante la guerra de sucesión dinástica entre la Casa de Austria y la de Borbón, llevaba varias semanas viviéndose como el gran hito previo a la convocatoria del referéndum por la independencia de Cataluña, cuya fecha está fijada para el próximo 9 de noviembre.

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