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Sube la corrupción, baja el concepto de país… y pierde el centro ideológico
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Enrique Cocero | José Barros

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Sube la corrupción, baja el concepto de país… y pierde el centro ideológico

En IdV hemos citado con anterioridad a Gallup, la empresa que tal vez sea la agencia de demoscopia más legendaria del negocio. Entre otros hechos que

Foto: El exconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid Francisco Granados sale custodiado de su domicilio. (EFE)
El exconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid Francisco Granados sale custodiado de su domicilio. (EFE)

En IdV hemos citado con anterioridad a Gallup, la empresa que tal vez sea la agencia de demoscopia más legendaria del negocio. Entre otros hechos que acreditan su fama mundial, Gallup es conocida por ser la agencia que elabora los históricos índices de referencia para medir la aprobación de los presidentes de EEUU.

También es cierto que nuestra admirada Five ThirtyEight, en su ranking de agencias, no deja especialmente bien posicionada a Gallup; le otorga un “C+”, lo que en puntuación española vendría a ser el equivalente a un “bien tirando a notable”. En todo caso, Gallup es una agencia más que solvente: investigan de forma continua, producen un material muy serio y sus distintas ratios siempre despiertan la curiosidad de sus lectores.

Uno de los materiales producidos por Gallup es su ‘Global States of Mind’ (GSM), que centra su atención en seis grandes temas económicos que estudia en 137 países distintos durante el año anterior a su publicación. Iniciado en 2012 –hace apenas dos años–, el GSM combina varios indicadores para tratar de saber algo más de en qué simplemente gastan su dinero las distintas poblaciones del planeta. Este ranking busca ir más allá de los indicadores económicos para saber cuál es la percepción real que tiene la gente de su propio país.

El mismo Jim Clifton–consejero delegado de Gallup– señaló que, justo antes de la llamada ‘primavera árabe’, tanto Egipto como Túnez crecían a nivel económico, pero mientras tanto, algo estaba pasando y el mero crecimiento no era suficiente para la población de estos dos países árabes. Los sentimientos de su gente no se veían colmados por el crecimiento económico. Tal y como los hechos se encargaron de demostrar, fijarse solo en el PIB –indicó Clifton– solo serviría para perder la pista de lo que realmente estaba pasando en Egipto y Túnez.

El GSM se realiza cada año en 137 países, refleja la opinión que cada ciudadano tiene del suyo propio. Centra su atención sobre seis grandes temas: ‘evolución del PIB’, ‘fuga de cerebros’, ‘bienestar, calidad y seguridad social’ –el área que mayor nivel de preocupación genera entre la ciudadanía en toda la encuesta–, ‘instituciones e infraestructuras’ –la percepción que la ciudadanía tiene de las Administraciones Públicas–, ‘alimento y vivienda’ –la facilidad o dificultad a la hora de poder alimentar a la familia– y ‘ley y orden’ –en esencia: seguridad ciudadana–.

El ‘Global States of Mind’ aborda los temas en orden contrario al que los hemos citado; entiende que la seguridad ciudadana es el valor más esencial para cualquier sociedad y que el PIB –el último de los factores abordados– viene a ser el reflejo último de las conductas analizadas en los temas anteriores.

Para rematar su estudio, el GSM valora el liderazgo de los actores políticos –no solo del Gobierno– en cada país estudiado. Para ello, pregunta a los ciudadanos de cada país si creen que sus líderes se comportan de manera ejemplar. En todos los países sometidos a estudio, el informe final resume cuáles son los diez mejores valorados y los diez peores valorados de cada categoría.

La valoración se hace mediante un porcentaje del cero al cien, donde cero es la peor valoración posible y cien, la mejor. En el primer GSM –publicado, recordamos, en 2012–, España ya aparecía dentro de la categoría de los diez peores países en liderazgo político; de hecho, éramos los octavos por la cola, situados entre Jamaica –noveno– y Portugal –séptimo–.

En el informe publicado en 2013 España no aparece en ninguna de las tablas. En dicho año, el peor liderazgo político se lo repartieron entre checos y lituanos, mientras que Japón se situó en el octavo puesto, el que ocupaba España doce meses antes. En cambio, en el informe 2014 publicado hace escasos días aparecemos situados en el segundo peor lugar; y si comparamos al resto de países que aparecen en esta última tabla con la anterior, veremos no pocas coincidencias tanto a nivel de posicionamiento en el ranking como en el movimiento de posiciones dentro del mismo.

Un apunte más. España en el GSM de 2014 aparece en otra tabla; en la de “Creo que la corrupción está extendida en mi gobierno”. Aquí también estamos segundos por la cola detrás de Lituania y por encima de checos, jamaicanos, portugueses… Pueden verlo en el siguiente gráfico:

Hasta aquí hemos visto, gracias a los GSMde Gallup, qué conciencia tienen los españoles de su realidad sociopolítica y cómo la transmiten a una agencia internacional que pregunta por ella. Pero una cosa es cómo se percibe una realidad y otra, la preocupación que suscita. Para analizar este segundo aspecto –la preocupación– utilizaremos los últimos barómetros del CIS, publicados también en 2014. Así, veremos qué lugar ocupa la corrupción política en el ranking de preocupaciones de la ciudadanía a lo largo del presente año.

Lo primero que vemos es que el paro continúa llevando la voz cantante en cuanto al principal problema de los españoles, algo que en absoluto era de extrañar, pero también notamos que la corrupción ostenta un claro segundo lugar, situándose incluso por encima de la situación económica –origen del paro– o de la sanidad, cuya gestión tantas reacciones ha provocado durante la actual legislatura.

De hecho, si nos fijamos en las líneas que reflejan la percepción de la corrupción y la situación económica, veremos que cuando más cerca estuvo una línea de la otra fue durante el pasado mes de mayo, y aun así conservaban una diferencia de 7,1 puntos a favor de la corrupción. En junio la diferencia se elevó hasta los 10,4 puntos y en julio llegó hasta los 13,5 puntos. Es decir, que la preocupación de los españoles frente a la corrupción en dos meses pasó de estar situada en el mínimo del año a crecer nada menos que seis puntos.

El pico máximo de este año llegó al 44,2 % y se alcanzó en febrero, justo en el momento de la imputación de la infanta Cristina y cuando el paro venía de repuntar en el anterior mes de enero. Todavía nos falta por ver qué dirán los barómetros de noviembre y diciembre, en los que aparecerá reflejada la preocupación ciudadana con los casos de corrupción que estamos viviendo ahora mismo –Operación Púnica, por ejemplo–.

Cruzar Gallup con el CIS

¿Qué conclusiones sacamos al comparar los Global States of Mind de Gallup con los barómetros del CIS? En primer lugar sabemos, gracias a Gallup, que los españoles valoran muy negativamente a su clase política y, gracias al CIS, sabemos lo mucho que nos preocupa este aspecto. No hace falta explicar que los movimientos de opinión pública en el CIS son directamente proporcionales a la presencia en los medios de comunicación de casos de corrupción. Aun así, Gallup demuestra que la opinión subyacente no es buena en absoluto. Dado que la clase política es una emanación de la misma sociedad española, podemos concluir que los españoles tenemos muy mala percepción de nuestro país.

Así pues, la tan manida crisis institucional española, a raíz de los datos que nos proporciona Gallup en 2012 y 2014, se confirma como efectivamente cierta. En España hay un problema de liderazgo y de corrupción, o al menos así lo percibe un amplio conjunto de la sociedad; y esta sociedad luego es la que vota.

¿Cómo afectará esta situación al voto en las elecciones venideras? Lo único que sabemos a ciencia cierta es que esta semanasaldrá publicada una nueva oleada del CIS. En ella veremos el reflejo, en lo que a intención de voto se refiere, de la instrumentalización de todo lo que a nivel político ha ido ocurriendo hasta hace aproximadamente un mes.

A la espera de que nos lleguen estos datos, mientras tanto podemos analizar el efecto que la situación política está teniendo en el posicionamiento ideológico de los españoles –recordamos que esta pregunta la realiza el Barómetro del CIS trimestralmente–.

En este, nuestro último gráfico de hoy, analizamos cómo está evolucionando el posicionamiento ideológico de los españoles y vemos que se han producido varios cambios destacables con respecto al anterior barómetro ideológico del CIS, publicado en mayo. Si nos fijamos en el barómetro de julio, en primer lugar detectamos que el 79,6% de los encuestados han respondido a la pregunta de cuál es su posicionamiento ideológico, mientras que en el barómetro del CIS de mayo fueron el 71,2% –el resto de los encuestados fueron clasificados en las categorías de “No sabe” o “No contesta”–. Por tanto, que en solo tres meses la movilización ideológica ha crecido en nada menos que 8,4 puntos. Hemos pasado un valle de desapego (mayo) para alcanzar el máximo pico en lo que llevamos de datos del año.

En segundo lugar, divisamos un aumento en el espectro ideológico global de izquierdas. La izquierda radical crece 2,2 puntos y el centro-izquierda, más de 5. Es obvia la emergencia de Podemos en la política nacional.

En tercer lugar, vemos que el único posicionamiento que está bajando es el centro ideológico. Es cierto que su descenso no llega a un punto, pero es el único segmento a la baja, lo cual tiene mayor significación en la medida que la voluntad de responder al posicionamiento ideológico, como decíamos antes, ha aumentado 8,4 puntos en sólo tres meses.

En cuarto y último lugar, detectamos un crecimiento del centro-derecha ideológico y de la derecha radical, un crecimiento que podría estar motivado por la reacción ante Podemos, la renovación del PSOE y el descontento ante diversas medidas del Gobierno del PP.

Estos cuatro factores, unidos, podrían servir para confirmar la teoría de que en España, el voto, más que moverse por el convencimiento ideológico de los votantes, se debe a la reacción que provoca el adversario político. Pero no queremos adelantar acontecimientos. Un plano es la intención de voto, otro el posicionamiento ideológico –siendo ambos factores voladizos–, y una tercera cuestión –determinante y diferente a los dos anteriores– es ver cómo estas intenciones y posicionamientos, en el día de las elecciones, se acaban por convertir en votos.

*José Barros(@barrospress) es periodista y consultor de comunicación.Enrique Cocero(@EnriqueCocero) es fundador de la consultora de análisis 7.50 y miembro del consejo asesor de Government Consulting Group.

En IdV hemos citado con anterioridad a Gallup, la empresa que tal vez sea la agencia de demoscopia más legendaria del negocio. Entre otros hechos que acreditan su fama mundial, Gallup es conocida por ser la agencia que elabora los históricos índices de referencia para medir la aprobación de los presidentes de EEUU.

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