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El ajedrez de Pedro Sánchez

¿Dónde están las fugas de votos del PSOE y en qué medida Podemos y Ciudadanos se las han agenciado?

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Hace meses, en la penúltima semana de agosto, en este blog se dejaba escrito que el PSOE podía ganar las elecciones si hacía una buena campaña electoral. Se apoyaba esta afirmación en que era (y sigue siendo) tiempo de candidatos y no tanto de partidos en la pugna electoral y así lo demostraron Cifuentes, Carmena o Colau en mayo.

El recorrido electoral del PSOE no ha sido un viaje tranquilo. En 1982 el PSOE ganó las elecciones que llevaron a Felipe González al Palacio de la Moncloa con más de 10 millones de votos. En cuatro años perdieron algo más de un millón y así, millón arriba... millón abajo... se fueron desenvolviendo hasta el cambio de siglo (permitan, por favor, la licencia de considerar el 2000 como parte del siglo XXI).

El nuevo siglo trajo la ciclotimia al partido de Ferraz. El Almunia del 2000 ve desaparecer millón y medio de votos. El primer Zapatero ve incrementar su respaldo en más de tres. El segundo Zapatero vuelve a ganar incluso con 300.000 votos más respecto a cuatro años atrás logrando un techo, a fecha de hoy, inalcanzable. Cuatro años más tarde el desgaste le pasa factura a Alfredo Pérez Rubalcaba y pierde 4,3 millones de votantes.

Y entonces fue cuando llegamos a agosto de 2015. Se veía a un Pedro Sánchez que ya no tenía (bueno, casi) ningún operativo de anteriores directivas, fresco y recién salido de una victoria en primarias ante un candidato joven pero viejo conocido de la opinión pública. En un entorno en el que todo había cambiado era claro que no iba a conseguir once millones de votos, pero también era claro que el concepto de victoria electoral debía cambiar en el imaginario colectivo y Pedro Sánchez en ese momento estaba inmaculado para, incluso, personificar ese nuevo tipo de victoria.

De hecho se trajo entonces a este blog una evidencia de cómo las encuestas, que le daban como segundo, mostraban unos márgenes de esos de "si no la liamos...". Recordemos:

La ponderación de encuestas de junio a agosto de 2015 separaba al PP del PSOE en 3,4 puntos y en 3,8 los máximos que las agencias otorgaban a cada partido. Un tiro de piedra, vamos.

Pero después de declaraciones, debates y ciertas actitudes en una campaña que necesitaba ser redonda, llegó diciembre y ese tiro de piedra se dobló y se convirtió en una diferencia negativa de casi 1,7 millones de votos con el PP y más o menos a igual distancia que de la marca de Rubalcaba en 2011.

Hoy, tras negociaciones a derecha e izquierda de su espectro, una investidura fallida y vuelta a empezar, la situación se presenta como sigue:

Nuestra ponderación (y esperando el CIS de marzo) nos da una desventaja del PSOE respecto al PP de casi la misma diferencia que el resultado del pasado 20 de diciembre y, además, sigue presentando la menor dispersión de proyecciones entre los cuatro principales partidos. Si la diferencia es la misma y parece no moverse mucho ¿dónde se fueron esos votos que no parecen querer volver?

La respuesta rápida a esa pregunta es que se los han llevado Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la dere... perdón, por el centro. De acuerdo, ya respondido lo obvio, ¿dónde están las fugas de votos y en qué medida Podemos y Ciudadanos se las han agenciado?

Empecemos por la gente de Podemos.

El gráfico que aportamos aquí tiene varios aspectos a los que mirar. Cada punto representa una provincia. El eje vertical representa la pérdida de votos del PSOE 2015 respecto a la media que, por provincia, lograra el PSOE del 2000 al 2011. Así que, cuanto más abajo esté la provincia, mayor pérdida de votos en 2015. Por último, cuanto más a la derecha esté la provincia más cerca ha estado Podemos en 2015 de igualar el resultado que el PSOE consiguiera de media en las respectivas provincias.

Con esta descripción estar abajo a la derecha significa "preocupante". Hemos resaltado aquellas que han supuesto una pérdida de más del 40% frente a la media de elecciones anteriores y en las que Podemos ha conseguido, al menos, la mitad de los votos que venía consiguiendo el PSOE. De las 15 en la zona altamente sensible destacan las tres provincias del País Vasco en las que el PSOE ha sido literalmente descabalgado. El mismo País Vasco en el que Odón Elorza fue alcalde y Patxi López, 'lehendakari'. Un País Vasco en el que Podemos se ha impuesto a toda la izquierda, 'abertzale' incluida, sin necesidad de mareas y en la que ha superado en votos (pero no en escaños) al PNV, algo que también ha hecho Bildu frente al PSE.

A partir de este punto procede resaltar cómo dentro del óvalo punteado también se encuentra toda Cataluña y Comunidad Valenciana, junto con Madrid. Es decir, falta Sevilla para completar las provincias con más escaños en juego. Pablo Iglesias, quien se propuso al propio Sánchez como vicepresidente del Gobierno (y gestionaría el CNI siendo un mero observador en el Pacto contra el terrorismo yihadista), ha rebajado el suelo del PSOE en las regiones que eran esenciales para victorias holgadas.

¿Y los cedidos a Ciudadanos? De acuerdo que ha habido cesión, pero desde luego no es la principal vía de agua de los socialistas.

De hecho aquí resaltamos tres provincias en las que Ciudadanos se acerca (algo) a los resultados históricos del PSOE y son una provincia grande, una mediana y una pequeña. Pero es que, fuera del apelotonamiento que implica un factor plano como atractivo de Ciudadanos para el votante del PSOE, en el círculo verde están aquellas circunscripciones en las que el PSOE se ha venido abajo pero Ciudadanos no ha calado.

Así que si el PSOE cede y Ciudadanos no ha tomado ventaja de ello, es que Albert Rivera cree que C's está más a la izquierda de lo que realmente le ven los votantes. Quintos en Cataluña, Ciudadanos no presenta en la tierra de su fundador un comportamiento diferente que en el resto del territorio. Es más, Rivera, en su segunda intervención en el debate de investidura, ni mencionó la desconexión anunciada por Tardá dos días antes.

Mucho se ha dicho sobre que Pedro Sánchez quiere (en ocasiones se ha utilizado el verbo "necesitar") ser presidente del Gobierno (en ocasiones se ha utilizado el prefijo "ex-"). Un pacto de investidura genera un presidente del Gobierno y quien lo logre, tendrá su gran prueba de fuego en octubre con la presentación al Congreso de los Presupuestos Generales del Estado. Si entonces no se llega a un acuerdo donde todas las sensibilidades queden cuantificadas, el Gobierno probablemente se derrumbe debido al contraste entre lo prometido allá en la investidura y lo conseguido acá en los presupuestos. Llegado el caso no creo que nadie se quiera ver en la situación de ser un 'patzer' sin una nueva oportunidad.

Hace meses, en la penúltima semana de agosto, en este blog se dejaba escrito que el PSOE podía ganar las elecciones si hacía una buena campaña electoral. Se apoyaba esta afirmación en que era (y sigue siendo) tiempo de candidatos y no tanto de partidos en la pugna electoral y así lo demostraron Cifuentes, Carmena o Colau en mayo.

Pedro Sánchez