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El 'sorpasso' siempre estuvo ahí

Un término que ha estado ahí desde que se convocaron elecciones ha sido 'sorpasso'. Tras la salida del ansiado preelectoral del CIS, el objetivo de dejar atrás a los socialistas se afianza

Foto: Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (i), y de Izquierda Unida, Alberto Garzón. (EFE)
Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (i), y de Izquierda Unida, Alberto Garzón. (EFE)

El lenguaje político: un puente en la frontera que separa la búsqueda de la victoria electoral con la realidad de tener que gobernar un país. La capa romántica que cubre a los Presupuestos Generales del Estado, el déficit, pago a proveedores, pensiones, subvenciones... y que cuando nos ponemos en lenguaje de campaña describe un camino recto que llega hasta el horizonte. Una senda de césped bajo, acotado por piedras pulidas y redondas por el agua, en el que tenemos que dejar claro que más allá de las piedras hay espinas y ciénagas.

Este lenguaje lleno de imágenes y referencias a lugares comunes no es ajeno a las modas y las tendencias. No hablamos ya de términos (si quieren) más técnicos como desempleo o déficit, sino de aquellos que añaden impacto visual. ¿Recuerdan la campaña de diciembre? Entonces primaban las diferencias entre arriba y abajo, garantías de cambio o el y tú más. De ahí pasamos a los mimbres, los palos en las ruedas y el Gobierno del cambio.

Hoy hemos heredado algunas de ellas, a las que se han añadido sonrisa y otras imágenes de felicidad. De hecho, los satélites de Podemos y la propia formación han marcado siempre mucho los términos positivos como el 'bonito' de Carmena o el 'hermoso' de Errejón, y todo acompañado del uso de la primera persona del plural y de la generación de conflicto en el que ellos se posicionan en la parte de la esperanza.

Pero esta temporada, como elementos muy 'trendie', se llevan socialdemócrata y 'sorpasso'.

Como más a la izquierda ya no se puede ir, es cuestión de apropiarse de un término que no se ha utilizado apenas en España y sí mucho en Centroeuropa

Respecto al primero, decir que Iglesias necesita llevarse a casa los votos de aquellos socialistas que puedan ver en Podemos radicalidad, algo nada amortiguado con la incorporación de Garzón y sus chicos (ya hemos visto que un sector del Partido Comunista ha reaccionado regular a esta confluencia).

Pero si algo necesita Podemos, es avanzar en la senda de la que hablábamos antes sin dañar a los ya convencidos más los que traiga Garzón. Así que, como más a la izquierda ya no se puede ir, es cuestión de apropiarse de un término que no se ha utilizado apenas en España y sí mucho en Centroeuropa. Es más, ni nuestro mayor referente como país en cuestiones de cultura política, Francia, lo usa, ya que allí el partido de Hollande también se llama Partido Socialista.

De hecho, ya vimos en IdV, durante las primarias del PSOE que elevaron a Sánchez a secretario general (ya va para dos años), que la izquierda española se identificaba poco, muy poco, con el término socialdemócrata. Con los datos de 2012 a abril de 2014 del CIS en la mano, socialdemócrata era la segunda menor identificación después de comunista. De hecho, la posición sigue siendo la misma, si bien, desde entonces, ha subido un punto, según recoge el CIS de abril. En 2016, el votante de izquierdas se sigue sintiendo de forma mayoritaria socialista o progresista.

El gráfico de arriba recoge solo las respuestas de aquellos entrevistados que contestaron a una de las siete posibilidades marcadas, ya que la pregunta original incluye también como opciones el feminismo, el nacionalismo o el ecologismo. Sobre el total de la pregunta es un 7,8%, y sobre este subconjunto de siete respuestas, un 12,2%. La tercera opción sobre cuatro en la identificación de la izquierda y la quinta, sobre el total.

¿Qué ocurre? Pues que Podemos y Pablo Iglesias, gente de verdad muy capaz en el terreno de la comunicación, han ido a reivindicar el término desprotegido por el PSOE. Estos se han visto obligados a contraprogramar y tanto la acción como la reacción han vuelto a dar minutos de 'free air' a ambas formaciones; a unos para mostrar novedad y a los otros protestando por el robo de algo que tenían sedado.

Pero un término que ha estado ahí desde que se convocaron elecciones ha sido 'sorpasso'. Vaya por delante que aquí creemos que es otra etiqueta más, ya que en castellano lo real de la cuestión es si Podemos va a superar al PSOE.

Tras la salida del ansiado, muy ansiado, y comentado preelectoral del CIS, el objetivo de dejar atrás a los socialistas se afianza en las oficinas de Princesa 2 (algo que ya sabrían a través de sus encuestas internas).

Esta es la foto que queda, incluyendo las encuestas que seguimos (obligatorio que se publiquen con ficha técnica y que sea el entrevistador el que vaya a buscar al entrevistado y no al revés), tras la salida del CIS del jueves. Hecho más evidente: que la unión a IU efectivamente posiciona a la confluencia por encima del PSOE y, según el CIS, tanto en votos como en escaños. Las confluencias se llevan un intervalo de 88 a 92 y los de Ferraz, de 78 a 80.

Segundo: lo muy cerca que están los resultados de cada partido en las últimas encuestas y, si acaso, cómo el CIS refuerza el mejor resultado en las encuestas de junio para los partidos progresistas y cómo tiende a los peores en Ciudadanos y PP.

¿Pero, cuando despertó, el 'sorpasso' habia aparecido ahí o es que siempre estuvo? Vamos a hacer un ejercicio no muy ortodoxo, pero que nos puede dar una idea de si el hecho era tan sorpresivo o no. Vamos a unir la intención de voto declarada a IU a la de Podemos a lo largo de todo el periodo estudiado.

Comprobamos, por tanto, que la confluencia, como el dinosaurio de Monterroso, nunca había dejado de estar. Es más, en los resultados del 20-D la teórica confluencia ya era superior en 2,5 puntos porcentuales al PSOE (24,5% vs. 22% del PSOE).

En definitiva; esto no puede haber sido una sorpresa para nadie. Con los resultados del 20-D en la mano, Podemos hubiera logrado hasta 15 escaños más (contando con los dos de Madrid que portaba Unidad Popular). Lo sorprendente es que en la encuesta del CIS están superando aquel cálculo y, visto lo ajustado de los resultados de las últimas encuestas en cuanto a los distintos partidos, un pacto poselectoral con el PSOE podría hacer a Pablo Iglesias presidente del Gobierno con más visos que la investidura intentada por Pedro Sánchez en el primer trimestre.

¿Cómo quedan los partidos en nuestra particular agregación y ponderación de encuestas?

Con un competidor menos, vemos que Ciudadanos sigue siendo el que más dudas o vaivenes suscita entre las agencias desde enero hasta hoy. Aun así, CIS incluido, Unidos Podemos (tras la anexión) presenta poca dispersión y su valor ponderado se sitúa muy cerca de su máximo. Por tanto, el Partido Popular debe superar el 30% si quiere ver una victoria suficiente como para formar Gobierno.

¿La conclusión más evidente? El PSOE no va a ganar y podría no quedar ni como segunda fuerza. De los partidos activos en España, el decano (y con peso) se juega sus cartas, no ya en las urnas, sino en los movimientos estratégicos que pueda realizar después de las elecciones. Y hablamos de estrategia (la victoria en una guerra) y no táctica (la victoria en algunas de las batallas). Su pervivencia es lo que ahora está por encima de sillones y personalismos, presión que no tiene ningún otro partido.

El lenguaje político: un puente en la frontera que separa la búsqueda de la victoria electoral con la realidad de tener que gobernar un país. La capa romántica que cubre a los Presupuestos Generales del Estado, el déficit, pago a proveedores, pensiones, subvenciones... y que cuando nos ponemos en lenguaje de campaña describe un camino recto que llega hasta el horizonte. Una senda de césped bajo, acotado por piedras pulidas y redondas por el agua, en el que tenemos que dejar claro que más allá de las piedras hay espinas y ciénagas.

Barómetro del CIS Socialdemocracia