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Atronadora tranquilidad en las encuestas
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Atronadora tranquilidad en las encuestas

Hemos realizado un 'zoom' sobre aquellas encuestas de intención de voto que se han publicado durante el último año, periodo que incluye las elecciones generales

Foto:  Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE)
Vista general del hemiciclo del Congreso de los Diputados. (EFE)

La semana pasada el CIS publicó el adelanto de su barómetro de abril y, como cada tres meses, incluía un sondeo de intención de voto en unas supuestas elecciones generales.

Si llevan la memoria atrás una semana, no tardarán en recordar que vieron algún titular, curiosearon alguna noticia y terminaron con una sensación algo tibia, ya que las cosas llevan meses sin moverse o, al menos, no como para generar grandes titulares.

Pero a nosotros la estabilidad también nos interesa porque… ¿cómo se explica que un PSOE sin secretario general no pierda interés para el electorado? ¿Por qué el PP cae, pero no en lo que algunos esperarían como retribución por los casos de corrupción? ¿Por qué Podemos no sube y se come al PSOE con el despliegue calculado de eventos y preguntas? ¿Es la senda de la virtud moral un activo para Ciudadanos?

¿Ven? La estabilidad no es aburrida, pero acudiendo al personaje de Noah Hill en 'Moneyball': hay que evitar hacer “las preguntas equivocadas.”

En nuestra actividad de recopilar encuestas hemos realizado un 'zoom' sobre aquellas que se han publicado el último año, periodo que incluye las elecciones generales, y el resultado es el siguiente:

Antes de abundar aquí, recuerden que un sondeo de voto es una estimación en un momento concreto del tiempo. Eso de que “las encuestas siempre fallan” debería tener una coletilla válida para 15 días antes de unas elecciones. A lo que nos enfrentamos desde julio es a puras medidas de pulso del electorado.

Vayamos con el gráfico. Si llegara un psicólogo y les dijera “dígame qué palabra le viene a la mente viendo esta imagen”, apostamos a que muchos dirían “comba”. Las tendencias del PP y de Ciudadanos dan la sensación de ver una cuerda girar, pero contando con que los extremos quedan aún alejados.

¿Por qué Podemos no sube y se come al PSOE, que se mantiene pese a no tener secretario general, con el despliegue calculado de eventos y preguntas?

En cambio, PSOE y Podemos siguen estables en una trayectoria en la cual, a nivel de encuestas, Podemos lleva las de ganar mientras que el resultado de las elecciones siempre dice lo contrario. Por margen estrecho, sí, pero lo contrario.

Ya hemos dicho en alguna ocasión que las empresas demoscópicas tienen muy bien evaluada la reacción de los votantes de PP y PSOE y no tanto la de Podemos y Ciudadanos, con lo que, en las sedes de los dos últimos, los equipos de análisis deben estar aplicando un factor de corrección por encuesta publicada. Es más, deberían tener un margen de distancia calculada para conocer si sus acciones tienen el efecto deseado sobre los votantes por encima de movimientos u oscilaciones puntuales.

Lo que sí es cierto es que a Podemos le sale rentable el modelo de franquicias. Si comparamos las mareas en el CIS de enero contra las del CIS de abril, vemos que son estables; varían décimas arriba o abajo entre sondeos, mientras que Podemos cae dos puntos.

Las mareas funcionan y no tanto por ir con Podemos, sino por ser movimientos locales. Vemos este mismo efecto en la elección de junio respecto a la de diciembre de 2015; en las provincias con franquicias se produjo una pérdida aceptable de votos frente a la caída de Podemos tras hacer habitual lo, hasta entonces, excepcional: la identificación con lo local incluso en unas elecciones generales. ¿Por qué, entonces, Podemos como 'flagship' (permítannos) sigue bajando siendo la cara más mediática? La realidad es multivariante y, en este caso, una de las variables a considerar es que las acciones de Podemos dirigidas a una audiencia global evitan mayor pérdida de votantes, pero no atraen nuevas intenciones.

Para ver este y otros comportamientos con mayor detalle vamos a acudir a nuestro agregado, pero sobre un intervalo menor que el anterior; de febrero a mayo:

Ahí tienen la comba vista desde otra perspectiva. La invariabilidad del PSOE es tan grande que, entre el máximo obtenido en las encuestas, el mínimo y nuestra ponderación hay apenas una décima de punto, algo muy similar a lo que le ocurre a Podemos. Nada se mueve, pero ni para el PSOE en toda su tribulación ni para Podemos en toda su puesta en escena.

¿El votante del PSOE espera agazapado a que se resuelva la cuestión del liderazgo? Podría parecer que sí, pero aquí tenemos que considerar la distancia entre el militante y el votante. Si sale elegido Pedro Sánchez, ya sabemos qué opinión tiene de él el electorado y qué respaldo está dispuesto a darle. El cambio de orientación al final de su campaña de primarias, el tema de “qué es una nación” o la proximidad a un Podemos tan poco atrayente como el propio PSOE jugarían en su contra y, ahora, en manos de los rivales.

El PP logra unas décimas por debajo del resultado del 26-J, aunque es innegable que los apoyos se van perdiendo lenta pero machaconamente

Cuando hace un par de semanas Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (coordinador de Estrategia y Comunicación de la campaña de Pedro Sánchez) decía en Onda Cero que “el PSOE se debe a sus militantes” puede que olvidase que todo partido político necesita a sus votantes y los (potenciales) votantes del PSOE no han mostrado esperar mucho de Pedro Sánchez. ¿Lo esperarán de Susana Díaz?

Con la mano en la escuadra y el cartabón, la opción más rentable es López, que es el único de los tres que tiene escaño en el Congreso, pero la épica nunca ha entendido lo práctico. El PP, por su parte, nos da en el agregado unas décimas por debajo del resultado del 26-J, pero es innegable que los apoyos se van perdiendo lenta pero machaconamente.

En este sentido es reseñable la reciente encuesta de Metroscopia sobre la intención de voto en Madrid como municipio que salió publicada por San Isidro y en la que Ahora Madrid se ponía por delante del PP en una estimación de más de 7 puntos. No lo consideramos extraño si recordamos cómo fue la salida de Aguirre y que ahora mismo no hay un líder identificable, algo a lo que, por otra parte, Podemos busca poner remedio haciendo desembarcar a Íñigo Errejón.

Pero volviendo al escenario nacional, vemos que el rango (diferencia entre máximo y mínimo) del PP y Ciudadanos es muy similar (casi 6 puntos de diferencia en ambos) pero no así la ubicación en nuestra ponderación. El PP roza el mínimo, mientras que a Ciudadanos aún le queda un trecho para llegar a su máximo. Considerando los volúmenes que mueve cada uno de los partidos, muchos de los que no saben si votar al PP saben que no van a votar a Ciudadanos.

Ha llegado la hora de comparar peras con peras, es decir; CIS contra CIS.

Este gráfico no hace sino confirmar todas nuestras sospechas, pero si de algo estamos convencidos es que cada uno de estos cuatro partidos tienen carencias localizadas. Romper esta situación de equilibrio o, si lo prefieren, de guerra de desgaste, no pasa por mociones de censura, autobuses, virtuosismo, solidez interna (algo que es un básico, no algo a destacar) o ratios económicos, sino por plantear una verdadera estrategia local, dejando de lado, de alguna manera, los grandes impactos.

La política hoy exige lo local y ser consciente del entorno. Al igual que en las plataformas de TV, vídeos 'online' o RRSS uno elige los contenidos que quiere que le lleguen, las estrategias políticas deben incluir la diversidad y orientación al votante no solo como un recurso filosófico o comunicativo, sino bajando a la arena.

La semana pasada el CIS publicó el adelanto de su barómetro de abril y, como cada tres meses, incluía un sondeo de intención de voto en unas supuestas elecciones generales.

Barómetro del CIS Ciudadanos