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El futuro del PSOE se llama Eduardo Madina
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Gonzalo López Alba

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El futuro del PSOE se llama Eduardo Madina

  Si un partido político que, como el PSOE, dice tener 200.000 militantes de pago, es incapaz de encontrar entre todos ellos a uno que sea

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Si un partido político que, como el PSOE, dice tener 200.000 militantes de pago, es incapaz de encontrar entre todos ellos a uno que sea capaz de impulsar la renovación del proyecto y volver a ilusionar al electorado, lo mejor es que eche el cierre y se disuelva. O falla la cantera o fallan los ojeadores, o fallan las dos cosas. Al menos hay uno con trazas de poder ser líder: Eduardo Madina.

Del joven diputado vasco (37 años en enero), dicen algunos de sus mayores que está “verde” y que no hay sustancia debajo de su “lenguaje barroco” y otros, que le falta “ambición” e “instinto asesino” para gobernar un partido tan cainita como el PSOE, justo lo que les sobra a la mayoría de ellos, como pusieron de manifiesto en su reality-show de las dos últimas semanas.

Las federaciones reclaman un ‘big-bang’, que sólo puede venir de alguien no contaminado por las guerras poszapateristas

Puede que le falte ambición, pero no compromiso: nieto de un minero y procedente de una familia de socialistas de toda la vida, a los 17 años se afilió a las Juventudes. Puede que le falte “instinto asesino” (para eso están los secretarios de Organización), pero no redaños ni entereza: acababa de cumplir 26 años cuando una bomba de ETA le segó una pierna, pocos meses después su madre murió de un infarto asociado a aquel drama y él tuvo que abandonar su brillante carrera como profesional del voleibol; pero, lejos de instalarse en el rencor, no ha dejado de abogar por la reconciliación entre todos los vascos. Puede que esté ‘verde’, pero tuvo la fortaleza anímica y la sangre fría de saber medir sus fuerzas para, tras la caída de Zapatero, descartarse como tercera vía entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, una opción que, en distintos momentos, también le plantearon ambos. Puede que no tenga sustancia, pero es licenciado en Historia, especialista en relaciones internacionales e integración europea, ha trabajado como técnico en el Parlamento Europeo, es diputado desde 2004, secretario general del Grupo parlamentario Socialista desde 2009, miembro de la Ejecutiva federal y este año fue elegido por el Foro de Davos como uno de los 192 jóvenes más destacados del mundo. Puede que tenga un “lenguaje barroco”, pero en la última Ejecutiva se salió de la melé orgánica para enfatizar que el PSOE tiene que centrarse en la realidad social: millones de españoles que lo están pasando mal. Puede que no tenga un proyecto articulado, pero tiene clara la necesidad de romper con la dialéctica territorial que ha dominado la política en España para implantar una dialéctica social.

Falsa unidad

La falsa apariencia de unidad que se escenificó el lunes de la semana pasada se ve corroborada por el hecho de que nadie ha modificado sus planteamientos de fondo desde la hecatombe electoral de noviembre de 2011. Rubalcaba mantiene su objetivo (salvo convicción de hundimiento mayor o rebelión a bordo) de volver a ser el candidato en 2015, con Patxi López como bala en la recámara para una posible ‘bicefalia’ cooperativa; Griñán ha plegado velas (nadie sabe por cuánto tiempo) tras calibrar sus fuerzas sobre el terreno, pero no cejará en su defensa de los intereses de Andalucía ni en su exigencia de “lealtad recíproca” de Ferraz, y Chacón ha aprovechado la trifulca para dar un arreón que la vuelva a situar en el pelotón de cabeza.

Mientras, entre los que ya se preparan para ser (o esperan ser) candidatos municipales y autonómicos en 2015 crece la opinión de que para llegar a esa cita con posibilidades de éxito es imprescindible que se produzca un big-bang en el PSOE, porque la marca está tanto o más desacreditada que sus dirigentes. De ahí que cada vez sean más los partidarios de elegir al candidato presidencial (el referente social) en 2013, un año sin convocatorias electorales. Rubalcaba, sin embargo, mantiene su idea original de no convocar primarias hasta después de las elecciones europeas, en 2014.

Los socialistas necesitan recuperar la capacidad de emocionar y una impronta de solvencia

El ‘big-bang’ difícilmente podrá llegar de unos dirigentes con un largo memorial de disputas, agravios y recelos mutuos, como Rubalcaba, Chacón y Griñán (ayer se autodescartó en una entrevista al Grupo Joly). Quien pase la página tendrá que estar limpio de unas guerras que se remontan a las postrimerías del zapaterismo, cuando se desató una conspiración palaciega por la herencia que a punto estuvo de desestabilizar el Gobierno en plena crisis económica. A Madina le reprochan que se ponga “de perfil”, pero este reproche, que le acarrea cierto ostracismo en la dinámica imperante de “si no estás conmigo, estás contra mí”, es precisamente uno de los principales activos del diputado vasco.

Ideas de cambio

Es posible que Madina no tenga una hoja de ruta definida, pero sí unas cuantas ideas claras de cambio. Por ejemplo: la necesidad de cambiar el fondo y las formas de hacer política, introduciendo el compromiso solemne de cumplir los programas electorales y actuando con más humildad y cercanía al ciudadano. Por ejemplo: que la política tiene que perder el miedo a los mercados y otros poderes fácticos. Por ejemplo: que basta con quince propuestas bien diseñadas para levantar un proyecto político. Por ejemplo: que la recuperación de España pasa por explotar sus fortalezas económicas, que las tiene. Por ejemplo: que hay que cambiar radicalmente la forma de hacer las campañas electorales.

Si se impone la dinámica funcionarial de los ‘aparatos’, seguramente Madina nunca será el líder del PSOE. Pero si el candidato es elegido en unas primarias abiertas a los simpatizantes, como se aprobó en el último congreso, puede ganar porque tiene una cualidad imprescindible para revitalizar el proyecto socialista: la capacidad de emocionar. Para poder emocionar, hace falta que te escuchen, y la calle presta oídos sordos a lo que diga Rubalcaba. Y con la deriva tomada por Catalunya y el PSC, para que Chacón emocione al PSOE (“otro partido”, según advirtió Rubalcaba el lunes a la militancia, como sólo se había atrevido a decir Alfonso Guerra) tendría que dejar de ser “Carme” para llamarse “Carmen” y dejar el PSC para afiliarse en el PSOE, como hiciera en su día Josep (Pepe) Borrell. Dicen los detractores de Madina que no basta con tener capacidad de emocionar, que hace falta algo más: solvencia. Pero la solvencia la dan los equipos.

Más desasosiego tras la ‘semana de pasión’

De momento, la última semana de pasión socialista sólo ha servido para acrecentar en sus filas el cauce desbordado del desasosiego al aflorar con luz y taquígrafos la lucha por lo que es un desolado solar. Lo que ha quedado grabado en la mente de todos es la confesión pública de que el presidente y el secretario general no se hablan si no es con testigos. Y, pese a los esfuerzos por aparentar ahora que no pasó nada, todo el mundo sabe que pasó mucho y Rubalcaba estuvo a punto de tomar las de Villadiego en la última noche electoral.

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Si un partido político que, como el PSOE, dice tener 200.000 militantes de pago, es incapaz de encontrar entre todos ellos a uno que sea capaz de impulsar la renovación del proyecto y volver a ilusionar al electorado, lo mejor es que eche el cierre y se disuelva. O falla la cantera o fallan los ojeadores, o fallan las dos cosas. Al menos hay uno con trazas de poder ser líder: Eduardo Madina.