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El penúltimo regate de Rubalcaba
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Gonzalo López Alba

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El penúltimo regate de Rubalcaba

 Una “patada a seguir”, en el lenguaje del rugby; o, en modo metafórico, la constatación de que es imposible devolver al tubo la pasta de dientes.

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Una “patada a seguir”, en el lenguaje del rugby; o, en modo metafórico, la constatación de que es imposible devolver al tubo la pasta de dientes. Así se interpreta en el PSOE la propuesta hecha por Alfredo Pérez Rubalcaba, a través de Óscar López, de elegir a su secretario general mediante el voto directo de los militantes. Las dos lecturas son compatibles y confluyen en una: Rubalcaba, débil para enfrentarse a la ola que reclama más participación, ha optado por cabalgarla, blindándose para agotar su mandato al precio de ahondar el desconcierto que recorre la organización en forma de pregunta: ¿Qué dirección ha puesto Ferraz en el navegador?

Era cuestión de tiempo y las agujas del reloj giran a un ritmo hasta ahora desconocido, de modo que si no te anticipas a la marea, la marea te lleva por delante. Como vino a decir el secretario de Organización, si al vecino del tercero se le reconoce la misma capacidad que al afiliado para decidir quién será su candidato electoral, no se le puede negar al militante que decida directamente con su voto quién gobierna su casa. El argumento así formulado es incontestable y el reconocimiento de ese derecho cae por su propio peso en un partido en el que la radiografía de su militancia se asemeja cada vez más al hogar del pensionista. Lo llamativo es que López se ha venido oponiendo férreamente al procedimiento que ahora promueve desde que se planteó en el congreso de Sevilla, donde fue el ponente de la comisión que tumbó este método.

Atribuir el cambio de criterio al desafío planteado a la dirección federal por los socialistas gallegos es como poco una explicación incompleta, por más que satisfaga el ego de Pachi Vázquez, que busca apoyos para optar a la reelección, y proporcione justificación mediática a la maniobra de Rubalcaba. Como mucho, es la excusa para no tener que imponer una gestora, como sin éxito defendió López ateniéndose a lo previsto en los estatutos para una ilegalidad como la planteada por el PSdG. Y, además, es muy anterior la presión que en la misma línea viene ejerciendo con mayor discreción la más influyente federación valenciana, que encabeza Ximo Puig. Rubalcaba no se ha atrevido a parar los pies a Vázquez por temor a que se interpretara como un mensaje de rechazo a las primarias.

Cambios de criterio

Desde que asumió el liderazgo del partido, Rubalcaba ha demostrado que su hoja de ruta cambia en función de la marea: pasó de prohibir a sus portavoces que hablaran de Rodrigo Rato a pedir una comisión de investigación sobre Bankia, después de que Carmen Chacón y otros la reclamaran en una reunión del grupo parlamentario; pasó de permitir la moción de censura en Ponferrada, para corresponder a los enjuagues del congreso provincial, a endosar toda la responsabilidad a López cuando el asunto se convirtió en un escándalo público y el lobby femenino puso el grito en el cielo; y ahora, ha pasado de alegar que el 80% de los delegados al último congreso rechazaron este procedimiento, para soslayar un posible conflicto de “doble legitimidad”, a invocar el deseo de los militantes después de que la simple confirmación de que Eduardo Madina medita optar al liderazgo en primarias abiertas suscitara un torrente de esperanza que acrecentó la demanda de un cambio de timonel.

El secretario general del PSOE intenta blindarse con las primarias para elegir a su sucesor

Primero fue el globo sonda sobre la posibilidad de celebrar primarias para elegir al candidato a las elecciones europeas (que justificaría postergar la elección del candidato presidencial hasta el segundo semestre de 2014) y ahora, la propuesta de hacer primarias para elegir al secretario general. El anuncio hecho el jueves por López en el Fórum Europa, con Elena Valenciano asintiendo a su lado, cogió por sorpresa a muchos secretarios regionales que, según aseguran varios de ellos consultados por El Confidencial, no fueron consultados ni informados previamente.

Rubalcaba, según informó público.es, adelantó la iniciativa en la noche del miércoles a los secretarios de organización convocados en Ferraz. Pero, además que no estaban los de todas las federaciones, fuera porque alguno abandonó la reunión antes o porque no informó con diligencia a su jefe territorial, el caso es que varios –y muy importantes- secretarios regionales se desayunaron el jueves con el anuncio, cuando lo difundieron los medios de comunicación. Es, según confirmaron fuentes de su entorno, el caso del presidente del partido y secretario general de Andalucía, José Antonio Griñán, que el lunes no asistió a la Ejecutiva en la que se decidió dar vía libre al experimento gallego, previo cambio de su calendario y aprobación por el Comité Federal. Cuando pidieron explicaciones, se les dijo que se trataba sólo de “abrir el debate”.

Malestar y temor al ‘cesarismo’

El malestar de los barones tiene que ver con el procedimiento, porque muchos de los que lo alaban en público lo denuestan en privado-; con las formas, porque “un cambio de esa envergadura no se puede plantear en un desayuno para la prensa, ni siquiera en el Comité Federal, donde no están los militantes”; y con el momento elegido, porque “resulta esperpéntico que el día en que la EPA dice que superamos los seis millones de parados, el PSOE se dedique a hablar de lo suyo”.

Malestar entre los barones, a los que no consultó, y entre la vieja guardia, pero nadie se atreve a oponerse

Pero, y Rubalcaba lo sabe, nadie se opondrá porque nadie se atreve a enfrentarse en la ola. Ni siquiera Felipe González ha sido capaz de decir públicamente que está en contra, a pesar de que entre la vieja guardia es prácticamente unánime con la idea de que las primarias para elegir al secretario general suponen “la muerte del partido que fundó Pablo Iglesias”, que creó el PSOE precisamente para acabar con las dinámicas asamblearias. En la Ejecutiva, sólo el asturiano Javier Fernández y el vasco Patxi López preguntaron “¿qué pasa con los estatutos?”.

Salvo algún caso aislado, a lo sumo habrá advertencias sobre los peligros que entrañan las primarias, en particular los derivados de una 'doble legitimidad', de tal suerte que un secretario general elegido por los militantes estaría controlado por una Ejecutiva elegida por un congreso o no lo estaría por nadie: maniatado o liberado de rendir cuentas ante los militantes, que quieren votar, pero no sólo votar. A algunos, más que el método de elección, les preocupa limitar los poderes del secretario general porque opinan que, “bajo la apariencia de ir hacia un modelo más participativo, vamos hacia otro más cesarista”.

Pero, por encima de todo, la inquietud entre los dirigentes territoriales del PSOE tiene un denominador común: “Si Rubalcaba ha cedido ante Galicia, ¿cómo va a negociar nada con el PSC?”. Y en este punto sí son muchos los que están dispuestos a plantarse ante la posibilidad de que “el PSC siga teniendo todos los derechos dentro del PSOE y el PSOE, ninguno en el PSC”. Ahí se juegan sus lentejas, los votos en las elecciones autonómicas.

Con los estatutos del PSOE en la mano, el cambio propuesto no puede aprobarlo el Comité Federal, ni tampoco la Conferencia Política, que está mandatada por el anterior congreso para una tarea concreta y determinada. Lo que aprobó un congreso sólo lo puede cambiar un congreso, de modo que tendría que convocarse un congreso extraordinario a los solos efectos de modificar el procedimiento de elección para que se pudiera aplicar en 2015.

Pero los estatutos son ya papel mojado. Ferraz alega que la presión de los militantes a favor de las primarias “es imparable” –así lo dijo Rubalcaba ante la Ejecutiva- e intentará que los acuerdos del 37 Congreso sean enmendados por el Comité Federal y la Conferencia Política, donde la pretendida renovación ideológica quedará sepultada por el debate sobre las primarias. Muchos son los que quieren que allí se ponga fecha a la convocatoria para elegir el candidato electoral.

La debilidad de la Ejecutiva hace temer nuevas cesiones ante los socialistas catalanes

Quienes han visitado recientemente a Rubalcaba cuentan que tiene asumido que él ya no tiene futuro, aunque es lo que lleva diciendo desde que Felipe González perdió las elecciones en 1996. La fe del converso a veces obra milagros, pero como dijo Winston Churchill, “la política es la única guerra en la que uno puede morir varias veces”. Por lo pronto, lejos de acelerar el camino para su relevo en el timón del PSOE, con su penúltimo regate se blinda para continuar como secretario general hasta 2015. A priori.

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Una “patada a seguir”, en el lenguaje del rugby; o, en modo metafórico, la constatación de que es imposible devolver al tubo la pasta de dientes. Así se interpreta en el PSOE la propuesta hecha por Alfredo Pérez Rubalcaba, a través de Óscar López, de elegir a su secretario general mediante el voto directo de los militantes. Las dos lecturas son compatibles y confluyen en una: Rubalcaba, débil para enfrentarse a la ola que reclama más participación, ha optado por cabalgarla, blindándose para agotar su mandato al precio de ahondar el desconcierto que recorre la organización en forma de pregunta: ¿Qué dirección ha puesto Ferraz en el navegador?

Alfredo Pérez Rubalcaba