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El PSOE prefiere salvar a sus 'coroneles' antes que recuperar el fortín de Madrid
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Gonzalo López Alba

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El PSOE prefiere salvar a sus 'coroneles' antes que recuperar el fortín de Madrid

Tomás Gómez y Antonio Miguel Carmona serán, salvo sorpresa de última hora, el 'ticket' del PSOE para la Comunidad y el Ayuntamiento en las municipales

Foto: Los líderes socialistas madrileños, en una movilización de protesta de la 'marea blanca'. (EFE)
Los líderes socialistas madrileños, en una movilización de protesta de la 'marea blanca'. (EFE)

Tomás Gómez y Antonio Miguel Carmona serán, salvo sorpresa de última hora, el ticket del PSOE para la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid en las elecciones de mayo próximo por muchas y variadas razones, que poco o nada tienen que ver con su idoneidad como candidatos y mucho con los pactos que encumbraron a Pedro Sánchez a la secretaría general del partido y con la alarmante falta de banquillo que exhiben los socialistas.

Gómez ha aprovechado el río revuelto en el que se convirtió el PSOE tras su histórico batacazo de las elecciones europeas para blindarse en el corto plazo. Tras ejercer de ariete contra Alfredo Pérez Rubalcaba desde el mismo día en que el exministro asumió el liderazgo del partido en febrero de 2012, y fallidas por distintas causas sus apuestas iniciales por Carmen Chacón, primero, y Patxi López, después, arrimó su vela al viento que sopla con más fuerza: Susana Díaz y, a su cobijo y rebufo, Pedro Sánchez.

Sabido es que en política los enemigos de ayer pueden ser los aliados de hoy –y viceversa–. Lo fueron José María Aznar y Jordi Pujol, y lo son ahora también Gómez y Sánchez. El secretario general de los socialistas, que en su día fue vocal de la Ejecutiva madrileña, descolló como artillero de la candidatura con la que Trinidad Jiménez, por encargo de José Luis Rodríguez Zapatero y José Blanco, intentó en octubre de 2010 desbancar a Gómez de la candidatura autonómica. Sánchez quedó entonces marcado a los ojos de Gómez, que desde aquel momento intentó labrar su perfil político como el hombre que tuvo arrestos para “decir no” a Zapatero, aunque este –que lo había puesto a dedo en el cargo para pasar la página del tamayazo y sus secuelas– ya había empezado su declinar.

Guerra o paz, según convenga en Ferraz

El secretario general del PSOE madrileño pudo entonces vanagloriarse de haber doblado el pulso al tándem Ferraz-Moncloa, pero, si es que no la sabía ya, aprendió una lección capital en el funcionamiento de su federación: siempre que ha habido enfrentamientos internos de calado en Madrid, ha sido a causa de la divergencia entre dos aparatos, el regional y el de Ferraz. De la sede federal, donde Blanco resituó al anterior secretario regional, Rafael Simancas –a quien dos tránsfugas arrebataron en el Parlamento regional la posibilidad de gobernar–, salió también la candidatura de Pilar Sánchez Acera, que disputó a Gómez la secretaría general en 2012.

Ahora, Gómez ha bloqueado –en el corto plazo– el suministro de ayuda a los críticos al empotrarse en Ferraz. Los votos que proporcionó a Sánchez en su disputa con Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias –movilizados en la práctica más por el antiguo guerrista José Cepeda que por él mismo–, los cobró en forma de un asiento en la Ejecutiva federal, de modo que –aunque no sea enteramente cierto– le resulta muy fácil parapetarse tras el argumento de que, en estos momentos, “ir contra Tomás Gómez sería ir contra Pedro Sánchez”.

placeholder Pedro Sánchez en el congreso extraordinario del PSE. (Efe)
Pedro Sánchez, en el congreso extraordinario del PSE. (Efe)

En los siete años que lleva al frente del PSOE de Madrid, Gómez no ha hecho más que sumar derrotas electorales y victorias orgánicas, gracias al control del aparato regional.

El baile de los candidatos

A pesar de que Gómez mantiene ese control, entre los secretarios de las agrupaciones hay una creciente corriente de descontento, como se puso de manifiesto en los alineamientos que se produjeron con ocasión de las primarias cerradas para elegir al sucesor de Rubalcaba. De ese descontento pretendía aprovecharse Jaime Lissavetzky para, con el respaldo del aparato del grupo municipal, disputar a Carmona la candidatura para la Alcaldía de Madrid. Y Gómez ha tenido que recurrir a Ferraz, y Ferraz a Rubalcaba, para que Lissavetzky se aparte.

Desde su fallecimiento en 1986, el PSOE suma ya casi 28 años en la infructuosa búsqueda de otro Enrique Tierno Galván –le sucedió su primer teniente de alcalde, Juan Barranco, que ganó las siguientes elecciones, pero perdió la alcaldía en una moción de censura pactada entre Alianza Popular y el CDS de Adolfo Suárez, en 1989, y ya nunca más han vuelto a gobernar los socialistas la capital–. Ahora, las direcciones federal y regional han desistido de proseguir en esa búsqueda.

Lissaveztky fue candidato en las últimas elecciones municipales por descarte, tras los fallidos intentos de Blanco para poner a José Bono, primero, y a María Teresa Fernández de la Vega, después, en una operación orquestada con Rubalcaba que tenía por objeto último descabalgarla de la vicepresidencia del Gobierno –como ahora, por cierto, puede ocurrir con Soraya Sáenz de Santamaría en el PP, lo que entonces estuvo a punto de provocar una gran crisis en el Ejecutivo–.

placeholder Ángel Gabilondo recibe la medalla de honor de la Universidad Carlos III de Madrid. (Efe)
Ángel Gabilondo recibe la medalla de honor de la Universidad Carlos III de Madrid. (Efe)

Pero, cuando la política actual reclama algo más que gestión y además se carece de carisma, la del amigo del alma de Rubalcaba no habría sido una candidatura ganadora. Gómez eligió ya hace tiempo para ese cartel a Carmona, otro amigo personal, lo que ahonda en la enfermedad del amiguismo que también aqueja al socialismo madrileño, y no sólo madrileño. En la tarjeta de presentación del diputado regional figura con letras de relieve su condición de “catedrático de Economía”, pero si por algo es conocido es por su actividad como tertuliano, como ocurría hasta hace poco con Pablo Iglesias o incluso con el propio Sánchez, que también hizo sus pinitos. Es otro exponente de la nueva política, la política de tertulia.

Acomodados a vivir en un ‘agujero negro’

Aunque se dice que los resultados electorales en Madrid siempre están asociados a la corriente imperante en la política nacional, si el ticket Gómez-Carmona prospera en el PSOE madrileño y fracasa en las urnas, de todas las derrotas que en mayo puedan sufrir los socialistas será la que menos pueda achacarse a Pedro Sánchez.

Aunque hubiese querido, el corto periodo que media entre su elección y los próximos comicios convertía en una operación de alto riesgo abrir el melón madrileño, máxime cuando Gómez ha tenido buen cuidado de ir cortando cualquier espiga que pudiera sobresalir y hacerle sombra. Y, circunstancia que debería hacerse mirar el PSOE, Madrid ha sido un agujero negro para el socialismo desde la referida muerte de Tierno Galván y la derrota en 1995 de Joaquín Leguina, el primer y último presidente autonómico socialista.

Leguina gobernó desde 1983 hasta 1995, pero sólo en la primera legislatura con mayoría absoluta, que obtuvo subido a la ola del irrepetible triunfo de 1982. La perdió en 1987, y durante los otros ocho años que fue presidente, se mantuvo gracias al apoyo de Izquierda Unida, e incluso de un tránsfuga (Nicolás Piñeiro, de AP, que le permitió superar una moción de censura en 1989). Y, así, tras 25 años fuera del Gobierno de la capital y casi 20 del regional, se ha llegado a una situación en la que son muchos los cuadros del PSOE que se han acostumbrado a vivir muellemente en la oposición, empezando por sus coroneles.

Con Gómez al timón, el PSOE madrileño ha batido todos sus peores registros: el peor resultado autonómico, en 2011, con él de candidato (en 1995, cuando perdió Leguina, sacó cuatro diputados menos, pero más votos y mejor porcentaje); el peor resultado municipal, en 2011 (364.600 votos, 23,93% y 15 concejales); y el peor resultado en unos comicios europeos, en 2014, batiendo incluso a Rubalcaba (un 18,2% en Madrid frente a la media nacional del 23,01).

El miedo a Podemos y el día después

Así, por todas las esquinas del PSOE ronda el fantasma de Podemos y la posibilidad de que esta formación desplace a los socialistas de la segunda posición, sin descartar incluso que pueda caer más abajo.

Aunque todo es prematuro, porque, en un escenario de fragmentación que obligará a pactos, podría ocurrir que Tomás Gómez obtenga un mal resultado y se convierta en presidente, hay quien ve el bosquejo para una posible operación de recambio ordenado en el ascenso de su secretaria de Organización, Maru Menéndez, al puesto de número tres en la dirección del grupo parlamentario del Senado. Otros opinan que el sucesor podría ser Carmona si sale bien parado de los comicios municipales. Y otros, más prudentes, opinan que es muy pronto para hablar de nombres, pero casi todos piensan ya en el día después, sobre todos los cuadros jóvenes que han renunciado a dar ahora la batalla, pero velan armas a la espera de un escenario más favorable para el cambio.

Tomás Gómez y Antonio Miguel Carmona serán, salvo sorpresa de última hora, el ticket del PSOE para la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid en las elecciones de mayo próximo por muchas y variadas razones, que poco o nada tienen que ver con su idoneidad como candidatos y mucho con los pactos que encumbraron a Pedro Sánchez a la secretaría general del partido y con la alarmante falta de banquillo que exhiben los socialistas.

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