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El PSOE aspira a resucitar en mayo "el espíritu de 1979"
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Gonzalo López Alba

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El PSOE aspira a resucitar en mayo "el espíritu de 1979"

Los resultados en los comicios locales de aquel año refrendaron su primacía en la izquierda –frente al PCE–, los consolidaron como alternativa de Gobierno y fueron el preludio de su triunfo en 1982

Foto: Pedro Sánchez, ayer, en la Conferencia socialista. (Efe)
Pedro Sánchez, ayer, en la Conferencia socialista. (Efe)

“Fuerza y honor”. La consigna con la que el general Máximo Décimo Meridio animó a sus legionarios antes de la batalla con la que comienza la película Gladiator, fue la que el sábado invocó el alcalde de los alcaldes del PSOE, el vigués Abel Caballero, para arengar a los candidatos que, como él, van a combatir en la contienda política del 24-M. Una cita cargada de simbolismos porque los socialistas aspiran a resucitar en esta fecha “el espíritu de 1979”, cuando sus resultados en los comicios locales de aquel año, los primeros del periodo democrático, refrendaron su primacía en la izquierda –entonces frente al PCE–, los consolidaron como alternativa de Gobierno y fueron el preludio de su triunfo histórico en 1982.

Tan es así, que hasta creen que podrán recuperar la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), cuyo último presidente socialista fue Francisco Vázquez, entre 1991 y 1995. Hasta 1999, este cargo se elegía por consenso entre los dos grandes partidos, pero la fórmula se quebró en aquel año al confrontarse candidaturas alternativas de PSOE y PP, y no se dilucida por el número de votos ni de concejales o alcaldes de cada partido, sino por un sistema que otorga a cada municipio entre dos y cien votos en función de su número de habitantes.

Los socialistas creen que el 'hundimiento' del PP y el 'desinfle' de Podemos les permitirá recuperar la presidencia de la Federación de Municipios

Los socialistas parecen haber superado la etapa de resignación y melancolía, en la que cayeron con el ocaso de José Luis Rodríguez Zapatero, para entrar en una nueva fase de cauta esperanza de la mano de Pedro Sánchez. No es un estado de ánimo general ni compacto, porque las expectativas difieren mucho por territorios, pero sí el dominante, en buena medida gracias a la inyección de moral que para ellos han representado las elecciones anticipadas de Andalucía, en las que, a pesar de haber obtenido uno de los peores resultados de su historia, lograron recuperar la condición de primera fuerza que habían perdido en 2012.

Y esta es la prioridad de prioridades con la que saltarán a la arena todos los candidatos del PSOE: ganar, aunque sea por la mínima, en tiempo de descuento, de penalti injusto y por fallo del meta contrario. A pesar de que los nuevos partidos amenazan la hegemonía de los clásicos, para los socialistas el primer adversario sigue siendo “el mismo de siempre”: el que aglutine la mayoría de las fuerzas del centro-derecha, se llame UCD, como en 1979, o PP, como ahora. Para mejor acomodo escénico de este planteamiento, a pocos metros del lugar donde este fin de semana se concentran los candidatos municipales del PSOE, los populares celebran otra convención, en su caso de ámbito autonómico.

La expectativa de que pueden recuperar muchas de las posiciones perdidas en los comicios locales de mayo de 2011, cuando se abrió el gran boquete que acabó en el hundimiento electoral de la nave socialista, se ha instalado dentro del PSOE. Y no, como algunos de sus dirigentes reconocen, por méritos propios. Más bien gracias a la confluencia de dos tendencias detectadas por los últimos sondeos de opinión y, provisionalmente, corroboradas en Andalucía: el “hundimiento” del PP y el “desinfle” de Podemos. El PSOE podría recoger algunos de los restos del naufragio de los conservadores y, si Podemos se quedara en lo que tradicionalmente ha sido Izquierda Unida “y algo más”, vería aflojada la presión por su flanco izquierdo.

Una heterogénea cartografía preelectoral

La cartografía preelectoral del PSOE es muy heterogénea. Caballero, por ejemplo, tiene sólidas opciones de conquistar la mayoría absoluta en Vigo, y las expectativas son globalmente buenas en comunidades como Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha. Por contra, capitales como Barcelona, Valencia o Murcia son agujeros negros que no parecen tener fondo –en la Ciudad Condal, los pronósticos más oficialistas hablan de una horquilla de entre 6 y 10 concejales, cuando ahora tienen 11–. Y también pinta mal en el País Vasco, donde la competencia con las dos religiones tradicionales que representan PNV y Bildu, se complica con la aparición de los nuevos evangelios de Podemos y Ciudadanos.

En este marco político, Madrid vuelve a erigirse en el “rompeolas de todas las Españas” que dijera Antonio Machado. O, al menos, a eso aspira el PSOE y a eso fía Pedro Sánchez la consolidación de su liderazgo para convertirse en el candidato presidencial de su partido. No es casual que el aspirante a la Alcaldía de la capital, Antonio Miguel Carmona, haya asociado de forma explícita su candidatura al “espíritu del 79”. Entonces, las elecciones las ganó UCD, que aventajó al PSOE en 22.557 votos, pero los dos partidos quedaron empatados en concejales y los nueve que obtuvo el PCE otorgaron el bastón de mando a Enrique Tierno Galván.

Ahora el panorama es mucho más complejo y fragmentado, pero Carmona se afana por recrear en su perfil de joven profesor lo que el viejo profesor representó entonces y convertir “la esperanza blanca” del pedrosanchismo en “una realidad palpable” con un resultado suficientemente bueno para tejer alianzas que desplacen al PP. En su entorno se asegura que está “ahí, ahí”, al borde de conseguirlo, y desde el PSOE se asegura también que su compañero de ticket electoral, el exministro de Educación Ángel Gabilondo, ya ha remontado en sus encuestas los resultados de las elecciones europeas y sigue con tendencia al alza.

La dirección federal reconoce que la estrategia de pactos postelectorales no será unívoca ni unidireccional

La importancia de la reconquista de Madrid, aunque solo fuera con uno de los dos gobiernos en disputa, no se limita a la recuperación de poder institucional. Tiene un alcance mayor porque, en sus peores momentos, el PP la convirtió en su Álamo, y es el epicentro de la estructura territorial de su poder, que desde la Puerta del Sol se ramifica hacia Valencia-Murcia y Galicia-Castilla y León. Observado desde este perspectiva, lo que ocurra en Madrid será determinante para el futuro inmediato del PSOE y el personal de Sánchez, que puesto en esta tesitura no dudó en matar a Tomás Gómez, bajo cuyo liderazgo se había llegado a la inédita situación de que las expectativas electorales fueran peores para la Comunidad que para el Ayuntamiento, cuando el voto más conservador se concentra en la capital.

El resultado real será la suma de votos y pactos

Pero lo inédito es seña de identidad de los tiempos presentes. Y, precisamente por ello, aunque los resultados de las elecciones municipales han sido históricamente un buen predictor para las generales, en esta ocasión podrían serlo menos que nunca. Ya ha habido excepciones, como cuando en 1999 el PSOE se quedó a tan solo 37.651 votos del PP en el cómputo municipal global y, un año después, José María Aznar ganó las elecciones generales por mayoría absoluta. Ahora no sólo habrá que tener en cuenta los resultados del 24 de mayo, sino también cómo se gestionan: es decir, la política de pactos que, según reconocen miembros de la Ejecutiva federal, no será unívoca ni unidireccional.

En todo caso, antes tendrán que medir fuerzas en un combate que, como los gladiadores, disputarán a vida o muerte. La presidenta de los socialistas, Micaela Navarro, que intervino en la inauguración de la convención municipal, no tiró de referencias cinematográficas sino que apeló a la historia propia del PSOE, pero lo que dijo bien podría resumirse en otra frase de Gladiator, la que Máximo dijo al César cuando le preguntó si toda la gloria de Roma era en vano: “Cinco mil de mis hombres están en el frío barro, tres mil aún sangran por sus heridas, dos mil jamás abandonarán ya este lugar... ¡No quiero creer que lucharon y murieron por nada!”.

“Fuerza y honor”. La consigna con la que el general Máximo Décimo Meridio animó a sus legionarios antes de la batalla con la que comienza la película Gladiator, fue la que el sábado invocó el alcalde de los alcaldes del PSOE, el vigués Abel Caballero, para arengar a los candidatos que, como él, van a combatir en la contienda política del 24-M. Una cita cargada de simbolismos porque los socialistas aspiran a resucitar en esta fecha “el espíritu de 1979”, cuando sus resultados en los comicios locales de aquel año, los primeros del periodo democrático, refrendaron su primacía en la izquierda –entonces frente al PCE–, los consolidaron como alternativa de Gobierno y fueron el preludio de su triunfo histórico en 1982.

Tomás Gómez Pedro Sánchez Susana Díaz Izquierda Unida