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El PSOE es un volcán durmiente
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Gonzalo López Alba

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El PSOE es un volcán durmiente

Los críticos con Pedro Sánchez creen que el 25 de mayo puede amanecer de color azul, con un islote rojo en Andalucía y un porcentaje de voto socialista que en la media nacional no supere el 20%

Foto: Pedro Sánchez, en Elche. (Efe)
Pedro Sánchez, en Elche. (Efe)

EL PSOE sigue siendo un partido roto por dentro cuando están camino de cumplirse cuatro años de la quiebra interna que se plasmó en el congreso de Sevilla de febrero de 2012, cónclave en el que el partido se fracturó prácticamente en dos mitades, entre los seguidores de Alfredo Pérez Rubalcaba y los de Carmen Chacón.

La división entre rubalcabistas y chaconistas todavía perdura en muchos territorios, pero ya no es la clave de la discordia porque el exsecretario general solo puede hacer política entre bambalinas y, para la mayoría de sus compañeros, a la exministra “se le pasó el arroz”. Ahora, la división tiene dos nuevos polos: la que produce choques entre las viejas guardias y los nuevos dirigentes; y, sobre todo, la que se percibe en el muy diferente análisis que de sus perspectivas ante las inminentes elecciones del 24 de mayo, y posibles consecuencias ulteriores, hacen los oficialistas y los críticos con Pedro Sánchez.

El PSOE actual se asemeja a un volcán durmiente. Como ocurre en estas estructuras geológicas, aun cuando están en esa fase de aparente calma, las placas tectónicas no cesan de moverse y, de tanto en tanto, cuando chocan con fuerza, producen erupciones que hacen emerger un magma de lava, ceniza y gases. Algo de eso ocurrió esta semana con la crítica encubierta hecha por Felipe González a Susana Díaz al señalar que él nunca hubiera aceptado como condición para poder formar gobierno en Andalucía la entrega de las cabezas de José Antonio Griñán y Manuel Chaves, dos de sus hijos predilectos y últimos referentes de su generación. Pero esta falla generacional, aunque produce mucho ruido, no pasa de ser la inevitable derivada de la implacable lógica biológica que induce a matar al padre.

Mucho más silente (por ahora), pero con mucho mayor potencial destructivo, es la que anida en los muy diferentes análisis de sus perspectivas para este año de todas las elecciones. Los socialistas navegan entre la esperanza de los oficialistas de salvar los muebles el 24-M y el vaticinio de los críticos de que el PSOE se encamina con Pedro Sánchez hacia una hecatombe de proporciones desconocidas.

Los pronósticos electorales

A expensas de cómo se configure a posteriori el arcoíris con la paleta de los pactos, los críticos creen que el mapa político de España puede amanecer el 25 de mayo totalmente coloreado de azul, con un islote rojo en Andalucía. Su pronóstico es que el PSOE puede alcanzar el 40% de los votos en esta comunidad, pero sin pasar del 20% en el resto de España, lo que obligaría a replantearse si Sánchez debe ser o no el candidato en las elecciones generales. Las expectativas varían por territorios.

Los críticos con Pedro Sánchez creen que el 25 de mayo puede amanecer de color azul, con un islote rojo en Andalucía

En Andalucía, el PSOE es el único partido que presenta candidaturas en los 774 municipios de la región y tiene esperanzas fundadas de reconquistar el simbólico ayuntamiento de Sevilla. De las restantes capitales de provincia, todas en poder del PP, sólo los más optimistas albergan esperanzas de recuperar alguna otra: por este orden, Málaga y Huelva. Pero, gracias a su fuerte implantación rural, los socialistas andaluces dan por hecho que, además de mantener las diputaciones de Sevilla, Huelva y Jaén, recuperarán las de Málaga, Granada y Córdoba.

Y, mientras esto puede ocurrir en Andalucía, si el recuento de las urnas se acomoda a la pizarra, en el resto de España los torreones socialistas pueden verse reducidos a Vigo porque se considera más que probable la caída de las plazas de Zaragoza, Toledo, Cuenca y Soria, pérdidas que no podrían compensarse con Gijón, Palencia, Segovia o Mérida, donde las expectativas son más favorables. Esto es lo que explica que, con Barcelona y Valencia como inabordables, Sánchez haya echado el resto para lograr la recuperación de al menos uno de los dos gobiernos que se dilucidarán en Madrid, convertido en tabla de salvación del secretario general. Por supuesto, el análisis de los oficialistas es más optimista.

Los andaluces dan por segura la reconquista de Sevilla, mientras que en el resto de España el PSOE podría quedarse sin ningún gobierno autonómico

En cuanto a los gobiernos autonómicos, los críticos temen que Andalucía quede como el último y único reducto socialista. Se da por seguro que Javier Fernández volverá a ganar en Asturias, pero con un exiguo porcentaje de votos y muchas dificultades para volver a formar gobierno. Y reconocen que en Extremadura, Castilla-La Mancha y Valencia la reconquista está mucho más difícil de lo que dice Ferraz.

En la Comunidad Valenciana ya nadie duda de que el PP perderá la mayoría absoluta, pero la incapacidad del PSOE para recuperar la primera posición en la “zona cero de la corrupción” es una rémora que puede volverse en su contra aunque logre formar gobierno. Compromís ya ha avanzado que el próximo Ejecutivo no tiene por qué ser de coalición, sino que habría de ser “un gobierno de programa único”, y no necesariamente presidido por el socialista Ximo Puig. No es lo mismo negociar siendo la primera fuerza, como ahora en Andalucía, que siendo la segunda, y los precedentes del bipartito gallego, el tripartito catalán y el multipartito balear indican que estas fórmulas de acceder al poder siempre se han vuelto en contra del PSOE cuando no era la primera fuerza.

En Castilla-La Mancha, el ascenso al cartel autonómico de Emiliano García Page ha dejado desnuda la candidatura de Toledo, donde era alcalde, de tal suerte que, si el secretario general no logra derrotar a María Dolores de Cospedal, podría ocurrir que, sobre no reconquistar el poder regional, el PSOE se quedara sin el gobierno de todas las capitales de provincia porque Cuenca también está en el alero.

Hay socialistas que sostienen que ahora 'le toca' a Sánchez ser el candidato presidencial; otros vaticinan una revuelta si el 24-M no hay remontada

El escenario político no sólo ha mutado para el PP, sino también para el PSOE. Hasta la irrupción de Podemos y Ciudadanos, a los socialistas les bastaba con arrebatar la mayoría absoluta al PP y, en caso de necesidad, apretar a Izquierda Unida con la dialéctica izquierda/derecha. Pero esta ley ya no está vigente porque hay otros actores en juego y, por si no bastara con ello, la inmediatez de las elecciones generales puede desplazar los pactos a un limbo de meses.

En la orilla izquierda, el PSOE acude a los comicios de mayo con una ventaja y es que, según los cálculos socialistas, Podemos no presenta candidaturas en el 75% de los municipios de menos de 50.000 habitantes, lo que justifica su expectativa de que, a pesar del agujero negro de las grandes ciudades, puedan llegar incluso a ganar en el cómputo global de votos, concejales o, al menos, de población representada, lo que les permitiría acceder a la presidencia de la Federación de Municipios.

La candidatura presidencial

Con este dibujo preelectoral, y a expensas del dictamen de las urnas, que puede provocar una nueva erupción del volcán socialista, se perciben dos fumarolas. Por una parte, están los que sostienen que, salvo que la catástrofe sea de una magnitud incontrolable, “le toca” a Sánchez ser el candidato presidencial y, si no logra remontar, será el momento de pasar página, pero no antes, tesis a la que se han sumado quienes ven sometido su futuro a la composición de las próximas listas electorales, en las que Ferraz tiene mucho que decir y con las que Sánchez ya ha empezado a comprar lealtades. Por otra parte, están los que creen que, si no hay una remontada el 24-M, el cambio de liderazgo tiene que ser inmediato porque, de lo contrario, ya no habrá quien saque al PSOE del agujero.

En esta última hipótesis, los críticos opinan que habría un clamor pidiendo a Susana Díaz que desembarque en Madrid. Llegados a este punto, todo dependería de la voluntad de la tetrarca andaluza. Si, como ahora parece, considera que todavía no ha llegado su momento, cualquier candidatura alternativa impulsada por ella llevaría las de ganar porque a la fuerza de Andalucía se sumarían las de quienes apoyaron a Eduardo Madina, los fieles a Tomás Gómez en Madrid… los descontentos de todos los territorios en suma. La última palabra, pues, tendrá acento andaluz.

El mayor obstáculo para esta hipotética operación de relevo sobre la marcha es que, más allá de la propia Díaz, nadie atisba una alternativa sólida para derrotar a Sánchez, salvo que de nuevo se aborten las comprometidas primarias abiertas y haya un golpe palaciego vía Comité Federal o un nuevo congreso extraordinario.

Sánchez tiene previsto realizar treinta actos por todas las comunidades, incluida Andalucía, en la que será su segunda gira nacional, y la aprovechará a modo de precampaña para las primarias de julio. Pero no será el único que vuelva a patearse el territorio.

Chacón sigue atenta a cualquier resquicio que le permita volver a la carrera y está participando en actos de precampaña, “allí donde la llaman”, como Murcia o Castilla-La Mancha. Pero, como adelantó El Confidencial, el PSC ya no apoyaría su candidatura como hizo en Sevilla y Díaz cree que “los liderazgos hay que ganárselos”. La mayoría de sus compañeros, incluidos los más afines a la exministra, opinan que, si quiere seguir en la primera línea de la política, debe recuperar el escaño de diputada al que renunció para dar clases en Estados Unidos. Y tendrá que decidir en breve porque ha recibido una oferta para continuar con su actividad académica en Miami, lo que le permite disponer de un flotador civil.

Pero las espadas están en alto y todos velan armas para el 25-M. Tampoco nadie esperaba a Sánchez cuando apareció.

Fe de errores: En el anterior artículo, titulado “Griñán, Chaves y las nuevas cohortes socialistas”, se decía que Nino Torre es secretario general de las Juventudes Socialistas de Asturias cuando lo es de la organización a nivel federal.

EL PSOE sigue siendo un partido roto por dentro cuando están camino de cumplirse cuatro años de la quiebra interna que se plasmó en el congreso de Sevilla de febrero de 2012, cónclave en el que el partido se fracturó prácticamente en dos mitades, entre los seguidores de Alfredo Pérez Rubalcaba y los de Carmen Chacón.

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