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Parlamento abierto por liquidación
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Gonzalo López Alba

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Parlamento abierto por liquidación

El Gobierno apura el calendario para 'vender' su 'stock de leyes' y hacer de los Presupuestos el 'manifiesto electoral' del Partido Popular

Foto: Vista general del hemiciclo durante un intervención del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
Vista general del hemiciclo durante un intervención del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

—Tú, repetirás ¿no?

—En septiembre te lo digo…

Este diálogo menudeaba por el patio y los pasillos del Congreso de los Diputados el pasado día 16, cuando se celebró la hasta ahora última sesión plenaria de la Cámara, con sus señorías más pendientes que nunca en toda la legislatura del momento de poder regresar a sus circunscripciones, donde se determina en gran medida la composición de las próximas listas electorales, y en un clima político marcado por el espíritu de “el último, que apague la luz”, conscientes de que el actual reparto de escaños poco tiene que ver con el que está llamando a las puertas por la irrupción de Podemos y Ciudadanos como nuevos actores.

No podrán sus señorías disfrutar de sus vacaciones habituales, que con carácter ordinario comienzan en julio y acaban en septiembre, porque, en vísperas electorales, este año el Parlamento continuará abierto en agosto por liquidación de su stock-el que el Gobierno tenía almacenado, como la nueva ley de protección de la infancia aprobada la semana pasada- y anticipo de la oferta para la próxima temporada -está previsto que el proyecto de Presupuestos para 2016 adelante al 4 de agosto su llegada al Parlamento y que su debate de totalidad se produzca el 25 de ese mes en el Congreso-.

El empeño del Gobierno en apurar el calendario resulta en algunos casos sobrevenido, como ocurre con el Pleno comprometido por Mariano Rajoy para debatir el nuevo rescate europeo de Grecia; en otros, de una apabullante lógica política, o cuando menos partidista, como es la urgencia en aprobar unos Presupuestos que el PP quiere convertir en su “manifiesto electoral”; y en algún caso, de una impertinencia manifiesta, como la pretensión gubernamental de modificar ahora las normas para la elección de alcaldes.

Los diputados están pendientes de sus circunscripciones, donde se dilucida en gran medida la composición de las próximas listas electorales

Algunas de estas leyes de última hora ni siquiera llegarán a entrar en vigor y otras no sobrevivirán a un cambio de mayoría, si este se produce. Pero sabe el Gobierno que, en la dinámica parlamentaria, más se tarda en remover lo hecho que en legislar de nueva planta, especialmente cuando se carece de mayoría absoluta, a la que todos dan por enterrada para largo tiempo, y que las diferencias entre quienes tendrían que ponerse de acuerdo para sumar los votos necesarios pueden convertirse en un bloqueo que alarga la vida de lo ya vigente.

El ‘bombo’ de las listas electorales

Más allá de la competencia directa que cada diputado tenga en las asignaturas pendientes que se quieren aprobar en convocatoria extraordinaria y de la obligación que tendrán todos ellos de comparecer en las sesiones plenarias, lo que une a la mayoría es la incertidumbre sobre su futuro personal inmediato, ya que todas las encuestas coinciden en vaticinar una sustancial modificación en la composición actual del Congreso por la entrada de Podemos y Ciudadanos, que ha de pasar por una merma de la representación de otros partidos ya que el aforo máximo del hemiciclo se mantiene en el número de 350.

El grado de inquietud va por grupos, pero casi nadie es impermeable a ese estado de ánimo porque sólo unos pocos, los que integran los respectivos estados mayores y sus oficiales más leales, tienen la certeza de ocupar en las candidaturas puestos de elección segura. Si los diputados del PP saben que su mayoría absoluta tiene los días contados y, en consecuencia, fecha de caducidad la vida parlamentaria de más que unos cuantos de entre ellos, la zozobra no distingue el color de la barca. Los de UPyD empezaron la legislatura como embrión consolidado para abrir una tercera vía y hoy son un partido en descomposición; los de CDC y UDC se han divorciado después de casi cuarenta años de matrimonio, y es una incógnita cómo quedará el reparto de bienes gananciales entre los nacionalistas catalanes; los de IU aspiraban a dar el sorpasso al PSOE y hasta la encarnadura les ha desgarrado Podemos...

La ‘terapia ocupacional’ en los gobiernos autonómicos y locales aplaca el desasosiego entre los parlamentarios socialistas

En el PSOE, aunque los pronósticos demoscópicos apuntan a que Pedro Sánchez puede batir la peor marca socialista, establecida en 110 escaños con Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011, los ánimos están relativamente calmados gracias a la terapia ocupacional que ha supuesto el reparto de cargos asociado a los gobiernos autonómicos y locales conquistados el 24-M, donde se han recolocado una decena de diputados, que vienen a sumarse a las vacantes creadas por los que ya encontraron refugio en el Parlamento Europeo y los que, por voluntad propia o por el devenir de los acontecimientos, han dejado sus escaños antes de finalizar la legislatura y los que se sabe que no repetirán, por jubilación voluntaria o forzada.

Un Parlamento disociado de la calle

En lo que ya no son sino los estertores de la legislatura, el poso que queda es que en el Parlamento no se debate, sino que se pronuncian monólogos plagados de lugares comunes y expresiones farragosas que, para mayor escarnio, las más de las veces se leen; que en los debates, como el último que se celebró a propósito de Grecia, los ciudadanos no son ni siquiera el principal objeto pasivo -“el euro saldrá fortalecido de esta prueba”, afirmó Rajoy; el euro, no los griegos, ni los españoles, ni los europeos-; y que la vida oficial sigue discurriendo por los cauces de una mayoría absoluta que ya nada tiene que ver con la realidad de la calle.

—Tú, repetirás ¿no?

Mariano Rajoy