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Temor en el PSOE a que Sánchez sólo pueda gobernar con Podemos
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Gonzalo López Alba

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Temor en el PSOE a que Sánchez sólo pueda gobernar con Podemos

Los socialistas aspiran a reconquistar la Moncloa con el apoyo de Ciudadanos y el PNV

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

En Ferraz se ha instalado el convencimiento de que Pedro Sánchez puede convertirse en el próximo presidente del Gobierno. Pero una gran inquietud recorre todo el partido: el temor a que las cuentas de la mayoría parlamentaria sólo salgan con Podemos. “Una cosa es pactar en ayuntamientos y comunidades autónomas y otra muy distinta es el Gobierno de España”, se argumenta desde los territorios.

La pareja deseada es Ciudadanos, que suscita muchos menos recelos y, a diferencia de Podemos, no es percibida como una fuerza radical ni tampoco como una competencia directa en el espacio de la izquierda. Y, a expensas del papel que pueda jugar la UDC de Josep Antoni Duran i Lleida tras su ruptura con la CDC independentista y las elecciones catalanas de septiembre, se cuenta con el PNV, que hizo saber a través del lehendakari, Iñigo Urkullu, su deseo de llegar a acuerdos con los socialistas.

Los últimos estudios demoscópicos indican que Sánchez es mejor valorado que la marca PSOE, pero los expertos empiezan a detectar la existencia de un posible voto oculto hacia el PP, que prácticamente había desaparecido de sus análisis. En el otro extremo del tablero, se observa la necesidad que tiene Podemos de mantener un activismo permanente porque cuando pierde presencia pública también decae en los sondeos. Y, aunque la reacción primaria es emocional y esta es ponerse al lado del débil, es de prever que la imagen de fracaso que Syriza ha dejado en su pulso con la troika europea haga reconsiderar su voto a muchos que han visto cómo “podemos” puede convertirse en un gran trampolín hacia la frustración. Como advierte el filósofo Byung-Chul Han (La sociedad del cansancio. Herder), la sociedad del “Yes, we can” produce “depresivos, fracasados”. Es el riesgo de las expectativas generadas.

La estrategia preelectoral de Sánchez consiste en aparecer como “la alternativa”, la única opción de gobierno capaz de conjugar en su programa las tres preocupaciones básicas de la ciudadanía: recuperación económica, regeneración democrática y lucha contra las desigualdades generadas por la crisis. Y, puesto que, tomadas una a una, cada una de estas prioridades se identifica preferentemente con PP, Ciudadanos y Podemos, respectivamente, el objetivo del PSOE es presentarse como el vértice capaz de unir los ángulos de ese triángulo: ser percibido como el candidato con más capacidad de llegar acuerdos y aglutinar planteamientos.

Sin un marco socialdemócrata

Los “cualitativos” que se manejan en Ferraz dicen que “Pedro está entrando muy bien”. Los ciudadanos lo ven como un líder joven y nuevo, circunstancias que se han convertido en valores. Pero aún no ha despejado la gran pregunta: ¿Qué ofrece? En la crisis griega, Sánchez ha intentado mantener una posición equidistante entre la de Mariano Rajoy y la de Syriza, actitud que no es sino reflejo del problema que para crear un marco propio tiene la socialdemocracia europea, maniatada no sólo por el euro sino también por el sólido apoyo que el SPD alemán da a la política de pangermanismo económico de Angela Merkel.

En todo caso, Pedro Sánchez ha empezado a dar muestras de su determinación de permanecer en el liderazgo del PSOE aunque el resultado de las elecciones le sea adverso y las cuentas de Ferraz no salgan. Lo ha demostrado, según la interpretación más extendida entre los socialistas, al promover la elección de Sara Hernández como nueva secretaria general del PSOE de Madrid, que parece inspirada en la máxima evangélica: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Evangelio de San Mateo 16.13-20).

El secretario general aprovecha la tregua preelectoral para poner en Madrid la primera piedra del ‘pedrosanchismo’

El primer desafío de la alcaldesa de Getafe no será restañar las heridas internas, sino sacudirse el sambenito que ya cuelga sobre ella: “Ha sido elegida para que el partido en Madrid se gobierne desde Ferraz”. Es la suya una elección interina, pero para cuando le toque pasar reválida ya se habrá celebrado el congreso federal que juzgará a Pedro Sánchez.

Sánchez precisa de aliados porque la tregua preelectoral que vive el partido no pasa de ser eso: un armisticio. Susana Díaz ha dado un paso atrás ante la evidencia de que no es su momento para dar el salto a la política nacional. Y los demás barones territoriales han hecho de la necesidad virtud cerrando filas con el candidato presidencial, pero es el suyo un apoyo que se brinda de canto. Todo dependerá de qué pase en las próximas elecciones generales.

Con Susana Díaz afilando armas para el día después, el secretario general del PSOE ha decidido poner la primera piedra del pedrosanchismo ahora que el viento le sopla de cara merced a los grandes réditos obtenidos de unos magros resultados electorales por mor de la fragmentación, que permite cosechar más poder con menos votos. Eso le ha dado facilidades para asentar su liderazgo electoral y recomponer el partido, apaciguado con la terapia ocupacional del reparto de cargos en los gobiernos autonómicos y municipales.

En Ferraz se ha instalado el convencimiento de que Pedro Sánchez puede convertirse en el próximo presidente del Gobierno. Pero una gran inquietud recorre todo el partido: el temor a que las cuentas de la mayoría parlamentaria sólo salgan con Podemos. “Una cosa es pactar en ayuntamientos y comunidades autónomas y otra muy distinta es el Gobierno de España”, se argumenta desde los territorios.

Pedro Sánchez PNV Ciudadanos