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El PSOE ya prepara el entierro de Sánchez
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Gonzalo López Alba

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El PSOE ya prepara el entierro de Sánchez

Los socialistas andaluces tienen diseñado hasta el modelo de ejecutiva para el desembarco de Susana Díaz en Madrid

Foto: Pedro Sánchez, durante su mitin en Toledo, el pasado 9 de diciembre. (EFE)
Pedro Sánchez, durante su mitin en Toledo, el pasado 9 de diciembre. (EFE)

La fosa está cavada y las palas preparadas. Solo falta el cadáver de cuerpo presente y decidir quién asumirá el papel de Bruto. En España –y en el PSOE– “enterramos muy bien”, como dijo Alfredo Pérez Rubalcaba, que algo sabe del asunto. Si no se produce la gran remontada en la recta final de la campaña, tendrá que hacerle un hueco a Pedro Sánchez en el panteón de los liderazgos fallidos.

Hace ya semanas que en el PSOE se da por descontado que las elecciones las ganará el PP, pero a medida que avanzaba la campaña han ido perdiendo verosimilitud los otros dos escenarios alternativos de supervivencia manejados por los pretorianos de Sánchez: un resultado que obligue a Ciudadanos a pactar el Gobierno con los socialistas para no verse fagocitados por el PP o una diferencia tan mínima con el PP que consolide al PSOE como la alternativa en el escenario de una legislatura de corto recorrido.

Si se cumplen algunos pronósticos demoscópicos, como el de DYM para El Confidencial publicado el viernes, el PSOE podría verse rebasado por Ciudadanos y Podemos. Acierten o no, las casas de apuestas políticas se han convertido en un actor más de las campañas, con un gran poder de influencia sobre los indecisos y los votantes no ideologizados, pero también con poderoso influjo anímico en las estructuras de los partidos.

Las opciones de remontada electoral se reducen al cara a cara con Rajoy y los errores de los adversarios

Los cuadros dirigentes del PSOE encararon la campaña pensando más en el día después que en los resultados del 20-D y, a pesar de que a Sánchez no se le puede negar entusiasmo y entrega, el candidato no ha logrado sacar ni a la militancia ni a los simpatizantes de la apatía y el escepticismo, como han podido constatar los candidatos a pie de calle. Su último cartucho es el cara a cara televisivo del lunes con Mariano Rajoy. Eso y confiarse a los errores de los adversarios, como el grave patinazo de Ciudadanos sobre las penas para los asesinos de mujeres.

Pero los detractores internos de Sánchez no han esperado ni siquiera a la noche del 20-D. Ya han empezado a enterrarle vivo y, en paralelo, el 'susanismo'no ha dejado de ganar adeptos. Allá por donde ha pisado fuera de Andalucía en esta campaña, Susana Díaz ha deslumbrado a los suyos y a sus pies se ha rendido ya más de uno que apuntaló a Sánchez cuando se quebró la alianza con la baronesa andaluza que lo encaramó a la secretaría general.

El diseño andaluz para el día después

Los socialistas andaluces niegan que ahora estén pensando en el relevo de Sánchez y, menos que nadie, Susana Díaz. Ella, que exhibirá su cuarta victoria electoral consecutiva en Andalucía –europeas, autonómicas, municipales y generales–, sabe muy bien que no puede asumir en primera persona el papel de verdugo porque, como advirtió Michael Ignatieff ('Fuego y cenizas'), “los partidos castigan a aquellos cuyas conspiraciones son demasiado evidentes”. Pero no deja de resultar sintomático que para cada interrogante tienen una respuesta.

¿Cómo va a compatibilizar la presidencia de la Junta de Andalucía con la secretaría general del PSOE? “También la han compatibilizado los presidentes del Gobierno”. ¿Cómo va a ejercer el liderazgo de la oposición si no es parlamentaria nacional? “Puede ser designada senadora por el Parlamento andaluz”. ¿Hernández Mancha –fugaz presidente de Alianza Popular que era senador– en versión femenina? “No. Ella tiene un cañón, que es la presidencia de Andalucía”. Hasta tienen un diseño para una Ejecutiva de transición, en la se incluiría a los nuevos barones autonómicos para, como se ha hecho en otras coyunturas de crisis, transmitir la imagen de una dirección compacta integrada por “pesos pesados”.

Sánchez no se rendirá ante su mentora, salvo que el resultado del 20-D sea una catástrofe insoportable

Una de las pocas preguntas para las que no hay respuesta, o se guarda con el máximo celo, es quién sería el portavoz socialista en el Congreso, ya que la condición de senadora sólo habilitaría a Díaz para intervenir en los debates sobre el estado de la nación. En su día se habló de un pacto con Eduardo Madina para que fuera él, pero el diputado vasco lo desmintió rotundamente a este diario y, con las encuestas en la mano, puede que ni siquiera obtenga escaño. Y también se vuelve a hablar de CarmeChacón, a la que Díaz apoyó en su disputa con Rubalcaba y volverá al Congreso como cabeza de lista por Barcelona.

El cambio de liderazgo no basta

Pero, salvo que el batacazo electoral sea insoportable, de la dimensión pronosticada por DYM tras el debate a cuatro celebrado en La Sexta, Pedro Sánchez no rendirá sus armas ante la que fue su mentora. El simple cambio de liderazgo, que aparecía como una condición sine qua non con Rubalcaba para poder competir con la renovación generacional que encarnan los líderes de los nuevos partidos, se ha demostrado que es insuficiente por sí solo. Sánchez ha intentado hacer un cambio más profundo, pero ha chocado con unas estructuras anquilosadas en las batallas de poder interno y con el hándicap de haber saltado al campo cuando ya solo quedaba por disputar la segunda mitad del partido.

Comparar el resultado que pueda obtener Sánchez con el suelo electoral marcado por Rubalcaba es una comparación tramposa porque entonces ni Ciudadanos ni Podemos estaban en la escena. Y en el nuevo contexto de la pinza electoral que ambos partidos hacen con el PSOE, inédita en democracia porque ni Ciudadanos es el PP ni Podemos es Izquierda Unida, es injusto exigirle a Sánchez que en veinte meses consiga lo que, en el más afortunado de los casos -José Luis Rodríguez Zapatero-, nadie ha logrado en menos de cuatro años.

Pero la aceleración de los tiempos es una de las características de esta nueva era y la política no entiende de justicia. Como en la guerra, la razón está de parte del que gana. Y Susana Díaz gana.

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La fosa está cavada y las palas preparadas. Solo falta el cadáver de cuerpo presente y decidir quién asumirá el papel de Bruto. En España –y en el PSOE– “enterramos muy bien”, como dijo Alfredo Pérez Rubalcaba, que algo sabe del asunto. Si no se produce la gran remontada en la recta final de la campaña, tendrá que hacerle un hueco a Pedro Sánchez en el panteón de los liderazgos fallidos.

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